Ha prorrogado en el teatro Lara de Madrid como una de las tres actrices de El manual de la buena esposa, pero ahora también debuta como directora y autora en la sala Triángulo con De buena familia. Natalia Hernández es una actriz de temperamento a quien la ironía le sienta bien. Pertenece a la escudería de Alfredo Sanzol desde sus inicios en esta profesión, cuando el director pamplonica fundó Producciones del Callao; de su mano ha ofrecido trabajos memorables (Días estupendos, Sí pero no lo soy). También le sientan bien los miriñaques y hablar en verso, como demostró en Sainetes, el espectáculo urdido por Ernesto Caballero a partir de textos de Ramón de la Cruz. Y por los sets de televisión conocen su flaca figura (La que se avecina, Amar en tiempos revueltos...).



Aunque ella se siente por encima de todo actriz, -"es como más segura me encuentro, sé donde agarrarme"-, ahora le apetecía contar sus propias historias: "Los actores tenemos mucho tiempo entre bolo y bolo y una tiene inquietudes. Quería ponerme a prueba y mejor que dar a conocer un texto, he optado por presentarlo ya montado". Por lo que Hernández asume también aquí la función de productora.



En De buena familia ha reunido a cinco actores amigos para componer una familia que se enfrenta a problemas cotidianos con el mejor humor: "Es una obra muy optimista, lo que no le va mal a estos tiempos. No hablo de temas concretos ni relacionados con la actualidad. Planteo las inquietudes de cada hijo y cómo responden los padres, situaciones a veces surrealistas, a veces complicadas. La obra bebe de series de televisión como Los problemas crecen, que siempre tienen un happy end; yo ironizo sobre ello aunque me encanta la idea de que sea así y acabe bien". La obra dura apenas una hora y está trufada con cuatro números musicales originales del grupo Vengo, Toco y me Voy. El público ríe y los actores Jorge Basanta, Vicente Díez, Ascensión López, Camila Viyuela González y Samuel Viyuela González componen una familia rara pero bien avenida.