Lluis Homar en el montaje de tierra de nadie dirigido por Xavier Albertí. Foto: May/Zircus-TNC.

Dos poetas, dos amigos y un autor, Harold Pinter, se enfrentan en una de las obras maestras del Nobel británico. 'Tierra de nadie', que puede verse hasta el 24 de noviembre en el TNC de Barcelona, llegará a Madrid el próximo año.

Un texto para dos actores en la sesentena, ambiguas relaciones de poder en el que las víctimas a menudo se confunden con los verdugos, reflexión sobre el sentido del arte y la belleza en un mundo abocado al consumismo y el éxito rápido, un pretendido homenaje intertextual, referencias autobiográficas, ambigüedad, sentido del humor, misterio... Con estos mimbres escribió el Premio Nobel de Literatura Harold Pinter en 1974 una de sus denominadas ‘Obras de la memoria', Tierra de nadie (No man's land), nunca hasta hoy estrenada en España y por eso mismo elegida por Xavier Albertí para inaugurar la temporada de la sala pequeña del Teatro Nacional de Cataluña y, de paso, su etapa como director del buque insignia del teatro catalán. Como carta de presentación, se trata de una contundente declaración de intenciones.



Terra de ningú -la traducción es de Joan Sallent- llega a escena como el texto reclama: interpretado por "dos bestias del escenario" (en definición de Albertí): Josep Maria Pou (Hirst) y Lluís Homar (Spooner), dos poetas, dos amigos que dudan si aún lo son -o si lo fueron alguna vez-, dos bebedores que se detestan al mismo tiempo que se aman. Pinter escribió esta obra en un momento de profunda crisis personal: acababa de separarse de su mujer, se ganaba muy bien la vida como guionista de Hollywood pero ansiaba volver a su carrera como dramaturgo en Londres. Sus reflexiones sobre el sentido del éxito o el fracaso en el arte, así como su pesimismo acerca de la utilidad de la poesía, trazan un discurso eminentemente personal, íntimo. Significativamente, poco antes de morir en 2008, el autor pidió que en su funeral se leyera un fragmento del monólogo del segundo acto, a modo de testamento.



"Lo que Pinter nos recuerda en este texto es que somos y seremos lenguaje -explica Xavier Albertí- y que el lenguaje tiene la capacidad última de generar pensamiento". Lo hace desde distintas lecturas, que van de la paráfrasis de T. S. Elliot -cuya obra The Elder Statesman homenajea Pinter-, a sus propios recuerdos de infancia tras la Segunda Guerra Mundial o ciertos guiños a la realidad más cotidiana de su época.



Para el responsable del montaje, "el resultado es un texto de dimensiones estratosféricas, de una calidad rara para nuestros escenarios, tal vez el más difícil de Pinter, pero también su obra maestra". El reparto lo completan dos personajes ambiguos típicamente pinterianos, tal vez servidores, tal vez amantes de alguno de los protagonistas: Foster (Ramon Pujol) y Briggs (David Selvas).



Tierra de nadie podrá verse en Barcelona hasta el 24 de noviembre y a partir de 2014 en El Matadero de Madrid. Coincidiendo con el estreno se han organizado diversas actividades paralelas, entre ellas la lectura dramatizada de The Elder Statesman, que se ofrecerá en la sala Tallers los días 22, 23 y 24 de octubre con un reparto encabezado por Pep Cruz y Marta Angelat. Pinter tiene ya una larga tradición en los escenarios catalanes. Albertí parte de la base de que el público conoce al dramaturgo: "Sería un error decirles a los espectadores que vengan a divertirse. Se trata de un teatro al servicio de la reflexión, de la palabra, a pesar de que tiene momentos desternillantes. Aunque siempre es bueno recordar que el buen teatro nunca es críptico ni elitista, y este texto tampoco lo es".