Los actores Israel frías (sentado) y Luis Rallo en un momento de True West. Foto: Alexandra Jiménez.

Los talentos del polifacético dramaturgo estadounidense Sam Shepard y el director José Carlos Plaza llevan al Off Lara 'True West', una metáfora sobre la identidad y la mentira en la sociedad actual.

"Aquí no hay nada para mí. Nunca lo hubo. Cuando éramos niños, sí. Aquí había vida. Me encuentro que ahora apenas puedo reconocer carreteras que conocía al dedillo. Recorro calles que se han convertido en réplicas de las que creía recordar. Calles que se van borrando en mi memoria". Sam Shepard en estado puro. A quién no le ha pasado lo que a uno de los personajes de True West, una de las obras más reconocidas de Sam Shepard de los años ochenta que el próximo martes llega al Off del Teatro Lara de Madrid. No reconocer o percibir como irreales los escenarios de la infancia, buscar y no encontrar la integración en tu propia familia, completar con trozos del pasado una identidad cada día más deteriorada.



José Carlos Plaza (Madrid, 1945) ha sido el encargado de llevar a este pequeño pero ya preciado espacio la historia de dos hermanos que, pese a sus enormes diferencias, acaban devorándose mutuamente en perfecta simbiosis, un fenómeno que el director relaciona con las protagonistas de la película Persona, de Bergman. "Los dos hermanos, uno underground y otro políticamente correcto, intercambian poco a poco sus personalidades -señala Plaza a El Cultural-. Shepard es único a la hora de diseccionar el alma humana y de exponer la mentira en el escenario. La obra tiene mucha actualidad en unos momentos en los que todo el mundo miente. La verdad pertenece ya a la utopía". Gracias a su elemental escenografía, basada en un esbozo del desierto realizado con tiza, Plaza consigue materializar la gran metáfora de Shepard, la de los paisajes del lejano Oeste: "Gracias a esta representación apreciamos lo falso y lo puro, todo a un mismo tiempo. Por otra parte el Oeste es el lugar donde la mentira pierde las raíces de lo auténtico. Es un texto con una estructura dramática perfecta. Podría representarse en cualquier lugar".



Tanto es así, que la primera función del montaje se realizó en marzo ante veinte personas en un hangar, a iniciativa de los miembros de la productora 94 West, que se estrena con este título. "Tal y como está la coyuntura en estos momentos lo importante es que se haga teatro. Da igual el sitio. Para mí es fascinante actuar en estos escenarios y con gente joven, que te llamen para trabajar con ellos en proyectos así. Lo esencial es el contenido", señala Plaza. Del director coinciden estos días en la cartelera madrileña Los amores de la Inés, de Falla, en el Teatro de la Zarzuela, y El diccionario, que puede volver a verse en La Abadía hasta el 17 de noviembre. Además, la monumental Hécuba con Concha Velasco recorre nuestra geografía confirmando el éxito de su puesta de largo en el pasado Festival de Mérida. Y no para de trabajar el que fuera director del CDN entre 1989 y 1994, porque su próxima entrega será una visión muy particular del Retablo de la lujuria, la avaricia y la muerte, de Valle-Inclán.