Cartel del Festival Español de Teatro de Londres. Foto: David Ruano.
La vitalidad creativa de nuestras tablas desborda fronteras. Ron Lalá desembarca en Londres en la segunda edición del Festival de Teatro Español de la capital inglesa, donde Rakatá también pondrá su pica en septiembre: estrenará en el Globe El castigo sin venganza de Lope. Miguel del Arco se dispone a conquistar Latinoamérica y autores como Juan Mayorga, Jordi Galcerán, Sanchis Sinisterra y Ángelica Liddell siguen sumando montajes internacionales.
Pero los recursos son los que son. Mariví Rodríguez es una simple profesora de español en el King's College de Londres, adscrita al departamento de Hispánicas. Trabaja frente al National Theatre, inspiración constante para una apasionada del teatro como ella. Hasta el punto que ha creado unos talleres en su campus en los que la enseñanza de nuestra lengua la articula mediante técnicas dramáticas. "Son muy eficaces para soltarse en una idioma que no dominan. Los alumnos han tenido una respuesta entusiasta. Muchos me pedían que fuéramos a ver teatro en español. Aquí hay algunas compañías españolas y latinoamericanas pero yo quería mostrarles también compañías de España que están haciendo obras magníficas. Lo del festival era una idea que me rondaba hacía tiempo y estas peticiones me hicieron lanzarme".
En uno de sus viajes a España se las ingenió para pedirle consejo a José Luis Gómez, que le atemperó su proyecto y le puso tras la pista de El diccionario. También tanteó a la Oficina Cultural de la Embajada Española en Reino Unido y la del Instituto Cervantes, con el que colabora desde hace años. De la primera consiguió una modesta aportación económica y de la segunda contactos útiles y resortes en la difusión promocional. Todo lo demás salió de su bolsillo. El homenaje a María Moliner urdido por Plaza pudo verse tres días en el Greenwood Theater. Este año el espacio escogido es el Riverside, antiguos estudios de la BBC reconvertidos hoy en nodo cultural londinense...
Allí irrumpirá el verbo electrizante de Ron Lalá. Mariví Rodríguez se enganchó a su cóctel de música y palabra con Siglo de Oro, siglo de ahora (Folía) cuando los vio en los Teatros del Canal. Quería que fueran a Londres con esta producción pero al final han acordado que su asalto a la Islas Británicas tendría más garantías de éxito con En un lugar del Quijote. "Es el personaje más universal de la literatura española así que no se nos ocurre mejor compañero para este viaje. Igual que los ingleses lucen el teatro de Shakespeare por todo el mundo, nosotros queremos hacerlo con Cervantes", explica a El Cultural Yayo Cáceres, su director. La compañía, nacida en el Ramiro de Maeztu, donde cursaban la secundaria sus tres fundadores, está muy habituada al nomadismo. La geografía española la tienen trilladísima y desde hace ocho años giran recurrentemente por toda Hispanoamérica. "Allí nuestra agilidad, nuestros juegos de palabras, conectan muy bien con el público".
En estas tournées han contado con financiación de la AECID. Un apoyo que les ha permitido emparejar el debe con el haber en sus cuentas. "Siempre que sales fuera sabes que no vas a ganar dinero. Lo comido por lo servido, con eso nos conformamos, porque lo que ganamos en el terreno artístico y humano es incalculable", concluye Cáceres, que llegó a España desde Argentina hace 13 años, como "exiliado financiero". El trauma de entonces, hoy día, es visto como un privilegio: "No perdí un país, gané dos". Para su desplazamiento a Londres, sin embargo, no dispondrán de ningún apoyo público. La organización del festival les brinda el Riverside pero les toca asumir todos los demás gastos. La esperanza es que la taquilla amortigüe la inversión. Los exiliados financieros españoles en Londres, decenas de miles, jugarán su papel. Aunque su objetivo es convocar también en el patio de butacas a espectadores oriundos. "Nosotros entendemos nuestro trabajo como una profesión de riesgo. Londres es la meca del teatro y no podíamos dejar pasar el tren. Estoy convencido de que vamos a gustar "."Los ingleses lucen a Shakespeare por todo el mundo; nosotros queremos hacer con Cervantes", dice Yayo Cáceres.
Los que ya gustaron allí, y mucho, fueron Rakatá y su versión de Enrique VIII representada en el Globe. En el templo shakespeareano cuajaron una faena de altura. Varios programadores internacionales les echaron el ojo y les han llamado para actuar en sus teatros y festivales. En julio arrancan un periplo internacional cuyas escalas son: el Teatro de Arte de Moscú (fundado por Stanislavski), el Festival Shakespeare de Neuss (junto a Düsseldorf) y el imponente Teatro Komissarjevsky de San Petersburgo... Más tarde esperan el Stabile de Verona y el Globe de Roma. Entre el 1 y el 6 de septiembre, además, colocarán una nueva pica en el Globe: por primera vez se escenificará sobre sus tablas a un autor ajeno al teatro isabelino. Será Lope de Vega; en concreto, El castigo sin venganza.
Rodrigo Arribas, fundador del grupo junto otros compañeros de la Resad, desglosa a El Cultural la distribución de costes totales: "Los teatros asumen entre un 70 y 75%, instituciones públicas como el Ministerio de Cultura y las delegaciones diplomáticas entre un 15 y un 20% y Mercedes Benz alrededor de un 5%". Que una compañía como la suya, que moviliza un equipo de 23 personas, pueda expandir su apostolado escénico por latitudes foráneas parece un milagro. Rakatá está también maquinando una gira por Estados Unidos, donde ya han estrenado su Enrique VIII (en el Broad Stage de Santa Mónica). La Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) es su caballo de Troya en una plaza tan hermética. Con la complicidad de Barbara Fusch, directora del Departamento de Estudios del Siglo XVII y XVIII y de la William A. Clark Library, van perfilando su itinerario por un puñado de universidades: la Denison en Arkansas, la de Chicago, la de Washington, la de Miami... Esa ruta por los campus se alternará con otra por el circuito institucional: el Public Theater de Nueva York, Shakespeare Theater de Washingon, Old Globe de San Diego... Su milagro en realidad es doble, porque la materia prima que llevan en el equipaje son las piezas de nuestros clásicos, que incluso en España a muchos les cuesta digerir.
Para la exportación de su teatro ha contado con unos aliados espontáneos: sus traductores. "Muchos me han abierto camino en los teatros de sus ciudades. Me han recomendado y promocionado. Gracias a ellos tengo bastante arraigo en Grecia y Corea, por ejemplo".
Esta espontaneidad individual delata sin embargo la falta de cauces oficiales para darle salida a nuestra producción teatral. La iniciativa Ventana del teatro, alojada en la muestra Surge Madrid, busca paliar esa carencia. Darío Facal, su responsable, ha organizado pases especiales de algunos montajes made in Madrid para ojeadores internacionales. El Misántropo de Miguel del Arco ha sido uno de los que han escrutado. "Es muy buena idea. Pero no basta con traerlos unas determinadas fechas. Hay entidades que deberían esforzarse más en su ayuda. Cuando vienen aquí Donnellan, Decouflé, Lepage..., si miras en los programas de mano, suelen figurar instituciones de sus países que les apoyan", advierte el artífice de trallazos escénicos como Veraneantes y La función por hacer. Con esta última producción, una personalísima adaptación de Seis personajes en busca de autor, estuvieron en el Festival Short de Roma. "Temía que nos apedreasen por lo que habíamos hecho con su Pirandello pero la acogida fue extraordinaria".
Hace un mes estuvieron en el Festival de Bogotá, también exhibiendo esta obra que catapultó a su compañía, Kamikaze. Se metieron al público y a la crítica en el bolsillo. "Nos están empezando a llamar de muchos sitios. Pero con los gastos que implica un viaje al extranjero no nos compensa. Sobre todo si tenemos que salir con el Misántropo, que supone acarrear un container con la escenografía". Con La función por hacer van más ligeros de equipaje ("Nos basta una maleta y un cuadro") y eso facilita el despegue. Tienen ya previsto estrenarla en cinco países latinoamericanos: Uruguay, Argentina, Brasil, Chile y Colombia de nuevo. "Los teatros están apalabrados. Nos falta el empujoncito de nuestras instituciones. Creo que las negociaciones van por buen camino, así que estamos esperanzados".
A la esperanza también se agarra Mariví Rodríguez. El año pasado la cristalización de su sueño terminó resultando bastante gravosa para su patrimonio personal. El alquiler del Riverside le costará 4.200 libras (algo más de 5.100 euros) por una semana. El Cervantes, esta vez, también contribuye con un pequeño pico. Pero la fórmula no es sostenible. No quiere agobiarse pero sabe que la celebración de una tercera edición del festival peligra. Sería un pecado dejarlo caer.