David Goez es Fernando en Añicos. Foto: Efecto Niepce

Afronta el Frinje sus tramos finales con Añicos e Invernadero, dos apuestas escénicas que lideran, respectivamente, Carlos Be y Pablo Martínez Bravo, y Darío Facal y José Manuel Mora. Ambas cumplen con la línea de riesgo, investigación e irreverencia que caracteriza el certamen que se desarrolla en el Matadero de Madrid hasta este sábado, 25. El texto de Añicos lo firma Carlos Be, autor de obras como Origami o Muere, Numancia, muere que en esta ocasión aborda la tragedia de la pederastia a través de una familia cualquiera que ve cómo su vida se rompe en pedazos. "Viven en una pesadilla que otro ha creado para ellos -señala el autor a El Cultural-. Aunque lo intenten, no pueden escapar, no se puede viajar al pasado y evitarlo". Be ha dividido la obra en trece añicos, no en trece escenas como cabría esperar: "También podrían haberse llamado agonías", puntualiza. La obra nace cuando el director Pablo Martínez Bravo manifiesta su intención de tratar el impacto de la pederastia en la sociedad. Así surge este tándem creativo y así, con cuatro actores, se materializó la propuesta "Hemos intentado hablar de nuestros días -explica Martínez Bravo-. Subimos al escenario a personajes que son gente normal, de la calle, con la que podemos tropezarnos al doblar la esquina o en la barra de cualquier bar. Por eso me parecía que el Frinje era el entorno ideal para su estreno".



Carlos Be se aventura además con un diagnóstico sociológico: "La sociedad española se asienta sobre una comodidad más o menos real que nos permite vivir el día a día sin demasiados sobresaltos pero a veces ese bienestar se cortocircuita y qué sucede, pues que aparecen el coraje y el miedo. El hombre combate contra su propio animal: ¿se busca justicia o venganza? Los personajes de Añicos están hechos pedazos, no tienen asidero, y eso les convierte en impredecibles. Todo es posible en sus acciones, por eso el montaje muestra tanto la fragilidad del ser humano como su fortaleza".



De esa fragilidad y fortaleza trata también, pero desde otro punto de vista, Invernadero, el proyecto de escritura site-specific de José Manuel Mora y Darío Facal que llega por tercera vez al certamen, esta vez con el Palacio de Cristal de Arganzuela como lugar específico. "Se trata de hacer de la singularidad de los espacios de la ciudad un motor creativo de la propia escritura", explica Mora, encargado de coordinar el fruto del Taller de Investigación Dramatúrgica que durante 5 días reunió a 15 jóvenes escritores. "Hemos conversado con las plantas del Palacio de Cristal y nos han contado un secreto: ellas no nos necesitan a nosotros. Sin embargo, nosotros sí las necesitamos a ellas". Las piezas dirigidas por Facal cuestionan el papel y el sentido del hombre en la tierra. "Hablamos también de Dios y de la Salvación", matiza Mora mientras destaca el carácter de piezas "imperfectas" con capacidad de hacer temblar al público: "La belleza orgánica que tanto buscamos en la escritura, la poseen de forma natural las plantas. Nos han obligado a hacer un ejercicio de humildad y silencio en un mundo dominado por el chisme y la soberbia".



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