Alberto Jiménez (arquitecto) y Fernando Albizu (emperador). Foto: Carlos Furman
La directora argentina Corina Fiorillo ha armado una pieza escrita por Fernando Arrabal en el 65, El arquitecto y el emperador de Asiria. Protagonizada por Fernando Albizu y Alberto Jiménez, se estrena el miércoles 23 en las Naves del Español de Madrid.
Y es que este es el tercer título del dramaturgo pánico que, en apenas año y medio, hace emerger sobre las tablas de Matadero. Antes vimos Dalí versus Picasso y Pingüinas, los dos textos recientes que puso en escena el propio Pérez de la Fuente. No le faltaban ganas para arremangarse con El arquitecto y el emperador de Asiria, pero ha preferido ceder el testigo a la directora argentina Corina Fiorillo, que ha armado de nuevo una pieza escrita por Arrabal en el 65, poco después de fundar con Topor y Jodorowsky el Grupo Pánico. Cuentan que Ionesco, tras salir de una de las funciones de El arquitecto..., en el Téâtre Montparnasse de París en 1967, sentenció: "A esto se le llama tener una visión dramática de la realidad".
La historia arranca con un accidente de avión. El único superviviente recala en una isla habitada por otro hombre en estado semisalvaje. Pronto se autoproclama emperador de esa micromancha en el océano. Arrabal parece radiografíar (acaso denunciar) el proceso de dominación sobre un territorio y un alma vírgenes. Decimos "parece" porque el autor no quiere zanjar la hermenéutica. "Presento con metáforas lo que creo. También lo que siento. ¿Cómo bailar con un rapero tartamudo? Cada uno puede interpretar mi texto polisémico. No doy mi opinión sobre lo que está vivo y metamorfoseante", advierte a El Cultural. Recuerda que la escribió en la Casa de Campo, durante el verano. "Obviamente me inspiró El criticón de Gracián. Y los dos teoremas de Kurt Gödel. Pensaba en Critilo víctima de un naufragio. Daniel Defoe crea otro tema, quizá menos rico, más rock'n'roll: Robinson Crusoe".
Fiorillo, en su versión, remarca la actualidad de esta obra: "Arrabal profundiza en los vínculos que nos definen como seres marcados por la culpa. Habla de nuestro universo sagrado, de la lucha interior por todo aquello que somos y que anhelamos ser en la búsqueda de nosotros mismos. A través del humor, la poesía y el absurdo, construye este recorrido con una vigencia que impacta". Y rechaza cualquier lectura pesimista de El arquitecto... No ve una flagelación pública de la humanidad como especie condenada por su instinto de dominación y poder. "Sí se refleja la inevitabilidad de que carguemos con la violencia y la destrucción como marcas sociales; pero también señala una salida, la luz. El Emperador encuentra en el Arquitecto un territorio posible".
Esta parábola surrealista de Arrabal es la primera vez que se ha montado en el vitalísimo circuito porteño (existe el rastro de unas funciones en Córdoba a mediados de los 70, cargadas de significación política por la situación del país, entonces bajo la dictadura militar). "Ha sido un espectáculo muy disfrutado. La actuaciones de Fernando Albizu y Alberto Jiménez dejaron boquiabiertos a los espectadores", recuerda Fiorillo, que define a Arrabal como "un autor con la contundencia de un clásico: universal y personal lo mires por donde lo mires".
@albertoojeda77