Foto: Sergio Parra
La flaqueza del bolchevique, de Lorenzo Silva, se convierte ahora en teatro de la mano de Adolfo Fernández. Llega al Lara la confrontación entre un inadaptado emocional, un energúmeno, y una resabiada adolescente.
"En lo social -añade Silva, creador de dos de los personajes más entrañables de nuestras letras, el brigada Bevilacqua y la sargento Chamorro-, ha habido un deterioro que ya estaba ahí, latente, mientras cebábamos la burbuja y devaluábamos las condiciones de la vida de las personas mediante su uncimiento a hipotecas disparatadas. Es lamentable, pero el capítulo de la novela que retrata las injusticias de nuestro sistema laboral lo usan en las facultades de Derecho para explicar el sistema español de relaciones laborales. En estos 20 años no hemos mejorado sino que se han agravado esas dificultades".
El proyecto teatral nace en 2003, año en el que Adolfo Fernández y K Producciones le propone a Silva realizar una adaptación a cargo de David Álvarez "por la fuerza de la voz narrativa y la calidad dramática que tienen sus dos personajes principales".
Según el autor de Los cuerpos extraños se trata de una función difícil, especialmente para el actor protagonista: "Tiene que estar hora y media en escena sosteniendo el tinglado. Me impresionó su fuerza y originalidad, y en un par de momentos, especialmente al final, la emoción que transmite el personaje. Considerando que al principio de la obra (y de la novela) uno siente ganas de apedrearle por lo borde y capullo que es, me parece un inmenso mérito. Y Susana está muy bien en el contrapunto amable a tan peligroso energúmeno...".
Una disección del hombre moderno
Adolfo Fernández, que firma la producción, la interpretación y la dirección es, junto a Álvarez, uno de los pilares en los que descansa la obra. "Ha habido un gran entendimiento entre los dos -precisa a El Cultural-. A esto hay que añadir la gran suerte de haber podido contar con Susana para interpretar el papel de Rosana, la bella adolescente que rompe los esquemas a un adulto que se consideraba un discapacitado emocional. Los aspectos más cómicos del espectáculo suceden cuando este anarco-yuppie hace una disección del hombre moderno. Lo capítulos de los monólogos interiores del protagonista, tan hilarantes, son fácilmente adaptables a un escenario, mucho más que en una película porque el teatro nos permite romper la cuarta pared y entablar un diálogo con el espectador". De otra forma, Lorenzo Silva apoya la idea del director y actor: "En el cine no sale nada que la cámara no filme, incluso lo que sugiere depende de lo que se ve. El teatro se acerca más a la desnudez y al poder de sugerencia de la literatura narrativa. Creo que ésta, cuando está muy basada en el lenguaje y sus matices, como es el caso de La flaqueza, pasa mejor, con más facilidad, al teatro que al cine, donde además hay un espectador al que se le puede pedir que adopte un papel más activo".@ecolote