El elenco de La estupidez, de Rafael Spregelburd, interpreta 24 personajes. Julián Zambrean
Feelgood Teatro apuesta por el argentino Rafael Spregelburd y reivindica así su manera de saltarse las convenciones lógicas de la escena. El autor de Lúcido dinamita en sus textos el camino trillado y nos sitúa en los estrechos márgenes de lo establecido. La estupidez, obra que nace en 2000 fruto de un encargo de la Deutsches Schauspielhaus de Hamburgo, lleva flotando en el repertorio de la compañía desde su gira con Todos eran mis hijos, de Claudio Tolcachir.Dirigida por Fernando Soto, llega este sábado, 16, a las Naves del Español con Fran Perea, Toni Acosta, Javier Márquez, Ainhoa Santamaría y Javier Coll encabezando un reparto que interpreta a 24 personajes y que cuenta con la voz en off de Carlos Hipólito. "Con La estupidez uno tiene la sensación de encontrarse ante una catedral", señala Soto. "Es un texto que bajo su aparente forma de vodevil esconde algo poderoso: la relación del ser humano con el mundo contemporáneo. Se nos presenta así un contexto vertiginoso, donde lo principal es el poder del dinero en una sociedad fragmentada que ve solamente el valor monetario de cuanto le rodea".
La estupidez forma parte del proyecto de Spregelburd de llevar a escena la Mesa de los Pecados Capitales de El Bosco. "La codicia, el pecado correspondiente a La estupidez, ha estado presente en todo el proceso", señala a El Cultural Fran Perea, que interpreta a cinco personajes. "En la función aparecen unos marchantes de arte que tienen que vender un cuadro de dudoso origen... La ironía es que hace poco salió la noticia de que la obra de El Bosco pudo haber salido de sus talleres pero no de sus pinceles. La obra parece hecha a propósito al poner en evidencia el valor de las cosas". Por eso Spregelburd sitúa su historia en Las Vegas, en cuyo acartonado escenario un grupo de personas intenta enriquecerse. Un método matemático para ganar a la ruleta guarda relación con la temible ecuación que encripta el secreto del Apocalipsis...
Esta especie de road-movie escénica nos mostrará las peripecias de dos criminales que pretenden vender un cuadro robado antes de que llegue a deteriorarse, a la mafia siciliana fabricando una estrella del pop y a unos policias motorizados enredados en una intensa historia de traiciones. Todo se desarrollará al mismo tiempo y con un formato muy cinematográfico donde no faltará el desierto de Texas o la Ruta 66. "Las Vegas es el paradigma de la estupidez -precisa Perea-. La ciudad está diseñada para el consumo puro y duro. Cualquiera que lo piense un poco llegará a la conclusión de lo estúpido del lugar".
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