Ángel Ruiz y Cristina Goyanes durante la función. Foto: Antonio Castro

Del 8 de septiembre al 2 de octubre el Teatro Fernán Gómez será testigo de La venganza de Don Mendo. Una de las comedias más escenificadas del teatro español, esta vez bajo el prisma del director Jesús Castejón.

El Teatro Fernán Gómez inicia la temporada a golpe de chiste, pero con un humor muy nuestro. La venganza de Don Mendo, una de las funciones más representadas y más "reídas" del teatro patrio, vuelve a la sala Guirau del centro madrileño. A partir de mañana, y hasta el 2 de octubre, Jesús Castejón nos presentará su versión de este texto de Pedro Muñoz Seca estandarte de la astracanada. Para esta ocasión el director adaptará el mismo montaje que ya puso en marcha hace dos años para los Veranos de la Villa en los Jardines de Sabitini. Con ligeras modificaciones técnicas, Castejón considera que la adaptación aún goza de buena salud. Una versión de la célebre obra que, a priori, no introduce grandes innovaciones. "Es un montaje basado en la continuidad", explica, "porque la obra se sostiene ella sola de lo buena que es". Para llevar a cabo esta "monumental oda al teatro", como la ha catalogado el productor Salvador Collado, han contado con las interpretaciones de Ángel Ruiz, Cristina Goyanes, Roberto Quintana, Jesús Cabrero y Valery Tellechea entre otros.



El elenco coincide en la satisfacción que les produce participar en este clásico del siglo XX. "Es una caricatura del teatro y la tragedia" ha destacado Ángel Ruiz. El actor encarna al propio Don Mendo, un privilegio que, según él, acarrea cierta responsabilidad. "Es difícil aportar algo nuevo, así que lo que hemos intentado es hacerlo propio". Así, para poder llevar al protagonista a su terreno, Ruiz asegura haberle añadido "la cosa física", o una cierta manera de interpretar que caracteriza su estilo personal. Por parte de Cristina Goyanes y Roberto Quintana, que dan vida a Magdalena y a Doña Ramírez respectivamente (la interpretación de este último promete sorprender, por cierto), el representar esta pieza era un deseo que tenían desde el inicio de sus carreras. Confiesan, ahora con satisfacción, que parecía que no iba a ocurrir nunca.



Y es que enfrentarse a tal referente de la dramaturgia nacional debe dar, cuanto menos, vértigo. Por eso mismo uno esperaría grandes innovaciones en la adaptación que buscaran la sorpresa facilona del público. Sin embargo, no es esto lo que nos espera en el Fernán Gómez. Castejón reconoce que realizar una interpretación personal de La venganza de Don Mendo es complicado al haber sido ésta representada en tantas ocasiones. Eso sí, destaca que la puesta en escena sería impensable en las versiones realizadas hace veinte años. Una puesta en escena muy centrada en la "escenografía móvil, que la cambian los propios personajes, con cambios mínimos", añade. En general esta propuesta no difiere de la ofrecida en los Jardines de Sabatini hace dos años. Aquí no hay vueltas de tuerca ni efectismos, la responsabilidad recae, como debe ser, en el trabajo actoral. Unas interpretaciones que, según el director de escena, aportan "un ritmo envidiable" a la función. En ese sentido, Ángel Ruiz ha añadido que ha pretendido alejar a su Don Mendo de la naturalidad, "porque estamos en una época donde impera el realismo y naturalismo". ¿Cuál es la principal aportación entonces de este montaje? "La provocación al público y el hacerle partícipe", desvela Castejón, que considera al público como un personaje más. Algo así como tirar abajo la cuarta pared con esa bola de derribo que es el humor.



El humor, cómo no, la pieza fundamental en un texto basado en el retruécano y el astracán. "El humor es algo que al ser humano le salva la vida; la capacidad de reírse de uno mismo", explica el director de escena. Ante la cuestión de cómo conecta la comicidad de un libreto de 1918 con la audiencia actual, él confía en la calidad de la obra en sí. "Últimamente la comedia se ha desvirtuado porque aparece un gracioso", argumenta. "Lo que se tiene que hacer es que la obra se defienda sola, sin necesidad de un gracioso en concreto". También destaca la importancia de una buena escritura. Del trabajo de Muñoz Seca subraya la calidad de los versos, que alternan todas las métricas posibles, y la figura del ripio. Ruiz corrobora esto último: "En el ripio está el verso, y la gracia del 80% de Don Mendo. Hace que te ayude a conseguir la cuestión cómica, e incluso a memorizar el texto".



Desgraciadamente, la realidad nos ofrece cada vez más temas que no podemos abordar con humor. En el sector teatral, como en los otros ámbitos de la cultura, la conocida problemática del IVA es uno de ellos. "El 21% de IVA no lo cambia nadie", sentencia con cierto pesar el productor Salvador Collado. Para él, el teatro está en la actualidad "más en funciones que nunca" debido al poco apoyo institucional. Castejón va algo más allá y considera los varapalos a la cultura una "venganza". Sin saber de quién ni por qué, reconoce que "el 21% por ciento y el ninguneo, todo esto me huele a venganza". Es evidente que la situación no es la ideal, pero esperemos que al final las únicas venganzas que el público tenga que sufrir sean como ésta, la hilarante venganza de Don Mendo.