La compañía Chévere durante una representación de Eroski Paraíso

Chévere recibió el Premio Nacional de Teatro en 2014 por "su vertiente humorística y participativa, siempre conectada con la realidad social y económica". Eroski Paraíso, primer montaje que la compañía gallega firmó tras aquel espaldarazo a una carrera de tres décadas, reincide en esas claves. Este jueves (19) lo presentan en las Naves del Español. Su comicidad se erige de nuevo como una metáfora crítica del consumismo desaforado y el debilitamiento del estado del bienestar.



La trama la desencadena la búsqueda de Alejandra (Cristina Iglesias), joven que acaba de terminar un máster de cine en Barcelona y vuelve a Muros (La Coruña) para rodar su primer documental, en el que reconstruirá sus raíces familiares. Dará cuenta, por ejemplo, de su concepción espontánea e inesperada en 1989, cuando sus padres, Antonio (Miguel de Lira) y Eva (Patricia de Lorenzo), la engendraron tras una noche de bailes fogosos en la discoteca Paraíso, abierta en el pueblo pesquero entre 1972 y 1990. Tras el ‘accidente', se casan y engrosan la diáspora gallega emigrando a Canarias. Al retornar 25 años después al lugar de autos, se reencuentra con su madre, que se volvió para cuidar a su padre enfermo de alzheimer y que se gana la vida trabajando en un Eroski ubicado precisamente en el mismo solar de la sala de fiestas, ya desaparecida.



Formalmente, la obra, escrita y dirigida por Xron, se arma entrelazando el lenguaje teatral y el cinematográfico. De ese modo va documentando el desarraigo de una generación, la de Alejandra, que nació y se crio en una sociedad tradicional y, en pocos años, se vio disparada hacia la del consumo masivo.



@albertoojeda77