Un momento de Furiosa Escandinavia. Foto: Javier Naval
El Teatro Español estrena Furiosa Escandinavia, una reflexión proustiana sobre el duelo amoroso, la pérdida y la memoria, escrita por Antonio Rojano y dirigida por Víctor Velasco.
Para elaborar la trama, ganadora de la última edición del Premio Lope de Vega, Rojano se inspiró en la canónica obra En busca del tiempo perdido de Marcel Proust. "Quería escribir una obra basada en los mecanismos de la memoria y del recuerdo. La mirada hacia Proust y hacia Swann, su personaje de ficción, era justo lo que necesitaba y pronto intuí que esta obra se escribiría como un homenaje al autor francés". Un homenaje que respetando los temas que desde hace un siglo obsesionaban a Proust, se articula temáticamente en torno a las obsesiones que trufan la novela: la memoria, el amor, la conexión de lo geográfico con lo emocional...; conforma con ellos un nuevo relato. "Su estructura se concentra en los mecanismos poco fiables del recuerdo. Un recuerdo, siempre inexacto, que actúa como falacia o simple reconstrucción de lo real".
El montaje, protagonizado por Francesco Carril, Sandra Arpa, David Fernández e Irene Ruiz, cuenta la historia de Erika, una mujer que conoce a un misterioso joven en Internet y establece con él una relación marcada por la ausencia y la extrañeza. Ella acaba de ser abandonada por T. y el amor perdido se ha transformado en un hondo abismo del que no es capaz de salir. Con la ayuda del joven misterioso, Balzacman, un apasionado de la literatura francesa que se esconde tras un sombrero de cowboy, Erika emprenderá una huida hacia adelante enfocada en el olvido. Pero allí donde la mujer decide borrar el agrio pasado, luchando contra su memoria, Balzacman se aferra al recuerdo lanzándose a un demente viaje en busca de T., el amor perdido de Erika que ya solo es la inicial de un nombre o, quizás, de un lugar.
"Como escribía Proust, encontrar en un mapa ferroviario la distancia que nos separa de la persona amada nos lleva a revivir la experiencia amorosa. Recordar ya es lanzarse a un viaje", explica Rojano. Pero en Furiosa Escandinavia el mecanismo funciona con sus opuestos, a través del desamor y el olvido. Sus dos protagonistas, Erika y Balzacman, han perdido el amor y el modo en que se enfrentan al "duelo amoroso" es diferente pero complementario. "El viaje que emprende Balzacman para sortear su dolor termina convirtiéndose en una obsesión, en algo enfermizo. Y ante la ausencia de T., la pérdida amorosa de Erika nos embarca en un emocionante viaje que, como toda huida hacia el exterior, aunque nos arrastre a los límites del lejano norte, se convierte en una huida hacia el interior, transformándose en una mirada que se inclina sobre nosotros mismos, sobre nuestras heridas, sobre el pasado que dejamos atrás".
Francesco Carril y Sandra Arpa protagonizan un viaje al desamor. Foto: Javier Naval
Pero más allá de la reflexión sobre el amor y el olvido, el aliento proustiano de la obra avanza un paso más lejos haciendo suya, a su manera, la crítica a su tiempo que ejerció el escritor francés en su monumental novela."Proust trata de atrapar el espíritu de una sociedad en decadencia que se desmorona en el arranque del siglo XX, refleja un mundo que se muere y otro tiempo que desea emerger. Ya sabemos la historia del siglo XX y todo lo que vino más tarde", recuerda el autor, "pero si observamos el comienzo del siglo XXI, podemos pensar que también vivimos un tiempo de cambio, que la sociedad está cambiando, aunque aún no sabemos su destino".El autor califica Furiosa Escandinavia como su obra más personal, donde dice haberse expuesto más y haber explorado los límites entre lo teatral y lo narrativo, buscando "la integración de lenguajes artísticos y la originalidad e innovación del texto". Para la dirección ha vuelto a contar con un viejo conocido, el director Víctor Velasco, con quien ya trabajó en Ascensión y caída de Mónica Seles (2014), y más recientemente en DioS K (2016). "Víctor es uno de los directores más inteligentes y exigentes de su generación. Tiene una forma de trabajar centrada en el texto y en el actor, alejada del vacío de lo espectacular". En este montaje, Velasco hace hincapié en la construcción del viaje exterior, que culmina frente a un fiordo noruego, a través del viaje interno de los personajes. "Lo extranjero, lo exótico, va a residir en el lenguaje, en la palabra, pero toda la propuesta está pensada desde la mayor cercanía. Un espacio cerrado, un apartamento, que contiene el mundo y sus posibilidades. Es una imagen muy aproximada de lo que debe ser el teatro", asegura Rojano.
El dramaturgo, que se halla inmerso en la escritura de un texto que conecta temas como la paternidad y la creación ("La ficción pura como alternativa a lo biográfico") que estrenará en el Teatro Kamikaze, asegura que la explosión de jóvenes talentos en el teatro español ("nombres como Alfredo Sanzol, Lola Blasco, Laila Ripoll o José Manuel Mora") no supone exactamente hablar de relevo. "Quiero pensar más en convivencia, en aprendizaje compartido. Más que el quitar a unos para poner a otros, la convivencia de escrituras, si llega a las carteleras, es lo que de verdad va a impulsar nuestro teatro", afirma.
"Se habla de una edad dorada de la dramaturgia de nuestro país y sí que es cierto que los teatros públicos están apostando cada vez más por textos que hablan del aquí y del ahora con nuevas formas y nuevas historias", reconoce el autor. Se está escribiendo cuantiosamente, con bastante calidad, y la suerte de pertenecer a esta generación es que puedo disfrutar y aprender de mis compañeros, aunque sea a través de lecturas. Porque a veces pienso que los mejores trabajos, los más ambiciosos, no alcanzan el escenario".