Irene Escolar y José Luis Torrijo encarnan a Una y Ray. Foto: Vanessa Rábade
Carlota Ferrer y José Manuel Mora vuelven a encontrarse en Blackbird, un complejo relato sobre el desamor que cuenta con Irene Escolar y José Luis Torrijo. Desde este viernes en el Teatro Pavón Kamikaze.
Blackbird está diseñado como un thriller que narra el reencuentro de una pareja gracias a la inesperada aparición de Una en el trabajo de Ray. La sorpresa pondrá en peligro sus vidas cuestionando el orden establecido... Harrower retuerce en este texo los límites del amor, sacude nuestra conciencia e intenta curar heridas aún abiertas en nuestros días. La directora destaca su pertenencia a la generación de escritores in-yer- face theatre, "escritores fundamentalmente anglosajones que ponen de relieve los tabúes y prohibiciones morales reflejando la realidad y criticándola a un tiempo".
Nos encontramos, pues, ante una tragedia sobre los límites del amor que trasciende el escenario y que termina trasladándose al patio de butacas. "El que venga al bar del Pavón después de la función verá a espectadores discutiendo sobre algunos puntos de la obra", dice Ferrer, que define el montaje como cinematográfico (no en vano se ha inspirado en los trabajos de los directores Hitchcock y Haneke) y "con muchos huecos para la poesía y el desgarro". Blackbird cuenta con las interpretaciones de Irene Escolar y José Luis Torrijo. La actriz atraviesa un gran momento escénico. Viene de triunfar con Leyendo Lorca y El Público de Rigola, recientemente repuesto en La Abadía.
Cuestión de química
"Es la mejor actriz joven de este país, lo digo sin pelos en la lengua", sentencia la directora. "Y José Luis es un todoterreno que además es músico y cantante. Por cierto, también un gran clown". La alta dificultad para ponerse en la piel de Una y Ray ha hecho que la obra se haya hecho esperar en nuestros escenarios: "Cuestiona al espectador, sí, pero antes lo hace con los actores que tienen que subirse al escenario, por eso es fundamental que ambos actores tengan química".En la combustión interpretativa ha sido esencial el trabajo de José Manuel Mora con el texto, rico y complejo a partes iguales. "El actor -precisa Carlota Ferrer- no debía encontrar elementos ajenos a nuestra lengua. Es muy entrecortado y las frases aparecen muchas veces incompletas. Entre el actor y el público debían rellenar los espacios, formalmente ésta una característica más propia del inglés que del español. Por eso, el texto requería un análisis profundo para que sostuviera todo aquello que no dicen y que justificara la interrupción de una forma orgánica". El thriller contemporáneo de Harrower está servido.
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