La Fundación Siglo de Oro, que tanto (y tan bueno) está haciendo por nuestro teatro barroco, llega el próximo jueves, 17, a Clásicos en Alcalá con una interesante propuesta cervantina: su montaje de El rufián dichoso, la única comedia de santos del autor de El Quijote, un género que presentaba a un personaje con una intención moralizante. Aquí el protagonista es Cristobal de Lugo, criado de un inquisidor que aprovecha el poder de su amo para delinquir, junto a su compinche el Lagartija, prototipo del pícaro hispano. Cervantes, como en Rinconete y Cortadillo y El coloquio de los perros, se sumerge en el hampa sevillana. "Ese es el caldo de cultivo en el que se cría y desarrolla sus malandanzas", explica José Padilla, autor de la versión del montaje dirigido por Rodrigo Arribas (Trabajos de amor perdidos y Mujeres y criados).



Cristobal evoluciona desde el pecado hasta la redención, que encuentra en México. Allí abraza la fe y purga su conciencia. "Es un logro tremendo cómo Cervantes contrapone la santidad con lo pedestre", apunta Padilla, que ha optado por una adaptación funcional y asumible por un público del siglo XXI tanto en la forma (lenguaje) como en el fondo (mensaje). "El rufián dichoso habla de la voluntad como motor de cambio. Dar ejemplo fue una máxima absoluta para Cervantes. No hay más que ver cómo tituló su compendio de novelas cortas: ejemplares". La puesta en escena se sostiene en el trabajo actoral y la palabra, saltando por los distintos territorios de la trama. "Todo deviene en una propuesta absolutamente contemporánea", sentencia Padilla.



@albertoojeda77