Image: Troyanas para arrancar el odio

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Teatro

Troyanas para arrancar el odio

14 julio, 2017 02:00

Aitana Sánchez-Gijón como Hécuba en las Troyanas. Foto: Sergio Parra

Vuelven las Troyanas a Mérida. Carme Portaceli dirige un montaje con versión de Alberto Conejero y con Aitana Sánchez-Gijón como la 'madre' Hécuba. Sobre el escenario, la fuerza de unas mujeres que se enfrentan a la injusticia.

Hécuba (Aitana Sánchez-Gijón) es la 'madre' de todas. Su personaje es el de una mujer luchadora que, pese a su dolor, empuja a vivir a todas las demás para superar el horror. Es la gran transmisora de valores. Casandra (Miriam Iscla) representa el orden moral y político, Andrómaca (Gabriela Flores) es la fuerza, la lealtad, y la igualdad. Briseida (Pepa López), el símbolo de la extranjería, Helena (Maggie Civantos), la excusa prefecta para hacer la guerra y Políxena (Alba Flores) nos llega desde la antigua Grecia como la portadora de la fuerza y la pureza. Además de estas místicas troyanas completa el reparto el mensajero Taltibio, interpretado por Ernesto Alterio.

Para Carme Portaceli, la directora de estas Troyanas que estarán en el Festival de Mérida a partir del 19 de julio, todos estos personajes son de una belleza inmensa. ''Están llenos de contadicciones pero tienen una fuerza enorme. No hay favoritos. Todos son elementales para el devenir de los acontecimientos. Eurípides habla del reparto de las mujeres como botín de guerra. Es el único autor que se pone del lado de los vencidos'', explica a El Cultural.

Los clásicos son prácticamente una novedad en el repertorio de la directora artística del Teatro Español. De los 63 montajes que engorsan su currículum, la mayoría pertenecen a textos contemporáneos: ''La debacle de los valores democráticos que vivimos me ha provocado la curiosidad de hablar de la esencia humana de y de su lucha por la justicia. Troyanas es una vía excepcional para hacerlo y para romper un relato tópico que seguramente ha influido en esta caída de valores. Vivimos una época en la que todo envejece muy rápido, por lo que la mayoría de los artistas buscamos un lenguaje que refleje lo que queremos contar''.

La rabiosa y condenada actualidad del montaje, su poesía (con ecos lorquianos, según Portaceli y su fuerza, vienen inoculados en buena parte por la versión que ha realizado Alberto Conejero y por la escenografía del omnipresente Paco Azorín. Para llegar a esta edición de la cita extremeña Conejero retomó una versión del texto de Eurípides de hace diez años: ''Es una tragedia excepcional pero también peligrosa. Durante muchos siglos se consideró imperfecta por su carácter estático, su falta de peripecia y quizá por su oscuridad, pero Troyanas es como un Guernica que se desprende del lienzo y se levanta ante los espectadores''.

Para ello, señala el autor de La piedra oscura, ha recurrido a un castellano directo, con su aliento crudo y a la vez poético buscando una teatralidad en los pliegues de sus episodios y la luz que lucha por no morir sepultada entre los escombros: ''Eurípides obligó a sus conciudadanos a observar los cimientos ensangrentados de la democracia ateniense, a detener la mirada en los otros, en los humillados, en los perdedores, en los derrotados, en los que quedaron detrás de las alambradas o enterrados en el oleaje. Ese es nuestro presente. Vemos a la mujer en el centro de la tragedia, sus cuerpos, sus heridas, su dignidad..."

@ecolote

Sartre, Irene Papas, Mario Gas

En 1991 Eusebio Lázaro estrenó en el Festival de Mérida una versión de Sartre con traducción de Alfonso Sastre. Berta Riaza y María José Goyanes encabezaron un reparto que abrió las aguas a un título que no pierde vigencia.

La mítica Irene Papas, Jürgen Müller y la Fura dels Baus hicieron historia en 2001 en el potente escenario del Puerto de Sagunto. Vangelis puso música, Ramón Irigoyen la adaptación y Santiago Calatrava la escenografía. De los más ambiciosos.

Mario Gas volvió en 2008 al Festival de Mérida con otra versión que encabezaban Gloria Muñoz, Clara Sanchis, Anna Ycobalzeta y Mia Esteve en una coproducción que también llevaba la firma del Teatro Español.