Los seis protagonistas de la coral Smoking Room
Roger Gual adapta y dirige en el Teatro Pavón Kamikaze la versión teatral de su ópera prima en cine, una historia sobre la libertad individual y el poder de la masa que encierra una ácida crítica al mundo laboral.
Este fenómeno de diálogo entre las dos disciplinas es natural para Gual, que considera que "hay muchas adaptaciones de teatro a cine, porque los proyectos son más caros y la calidad vale para cualquier formato. Pero es cierto que está habiendo mucho trasvase, como la obra de Bergman estrenada hace poco o la adaptación de Àlex Rigola de un texto de Woody Allen", recuerda. "Es bonito e interesante, poder contar una misma historia desde diferentes ángulos". Y a ello se ha lanzado él mismo, pues considera que tras quince años su obra ya está madura para dar el salto y más vigente incluso que cuando se estrenó en el cine. "Habíamos tenido algunas ofertas de llevarla al teatro varias veces, pero no era el momento. Ahora, viendo como el texto ha ido cogiendo vigencia debido al empeoramiento de las condiciones laborales, decidí dar el paso".
A priori, la historia que le supuso a Gual y Julio Walovitz el Goya a la Mejor Dirección Novel y un arrollador éxito de crítica y público es bastante sencilla. Una oficina, seis compañeros, una prohibición y un objetivo común: conseguir una sala para fumar. Un pulso entre empleados y empresa para defender su derecho a fumar en el trabajo (algo inconcebible hoy en día, quién lo diría) que el director ve mucho más improbable hoy que entonces. "Tal y como está hoy en día la situación laboral, el hecho de intentar luchar por tus derechos, de reclamar alguna cosa o de quejarte de algo, es, desgraciadamente, más aventurado hoy que hace quince años", asegura.
Pero bajo esta premisa que hoy en día puede parecer "un poco marciana", subyacen los dos principales aspectos de la obra. Por un lado, una ácida crítica a un mercado laboral que fomenta "esos miedos que se han ido incrementando en la sociedad en la que vivimos: el miedo a perder tu sitio, a que te arrinconen, a no poder prosperar o a perder tu trabajo", enumera Gual. "Ese miedo a un mercado laboral mucho más frágil y soluble hace que mucha gente decida destacar lo menos posible o a transigir con lo que sea. Sensaciones que están un poco en todos, por lo que nos vemos de algún modo identificados con algún personaje o algún momento de la obra".
El segundo elemento clave de la pieza es el análisis de las relaciones y contradicciones humanas focalizadas en el microcosmos de la vida de oficina. Éste arranca cuando Ramírez, uno de los empleados, decide empezar a juntar firmas para que se utilice una sala desocupada en la oficina como sala de fumar. En apariencia, todos están de acuerdo y le van a apoyar, sin embargo, a la hora de la verdad nadie estampa su firma en la lista formulando serie de excusas que esconden otras. "Eso es la vida. La gente defiende todas las causas nobles habidas y por haber pero cuando le toca implicarse personalmente no se mete, eso pasa mucho. Somos así y hay que aceptarnos y querernos como somos", opina el director.
Ramirez se queda sólo y humillado y decide quemar la sala para que si no es una sala para fumar no la puedan usar para nada, por lo que termina siendo despedido, algo que no afecta para nada a sus compañeros. "El texto refleja el precio de defender nuestros principios y señalar lo que no consideramos justo, de dejar de tener miedo", explica, pero a la vez asegura no ser complaciente pues pretende expresar con veracidad "lo difícil que es para la mayoría de los humanos de llevar a cabo un proyecto en común y cómo los intereses personales siempre se ponen por delante del bien común".
Secun de La Rosa, Miki Esparbé, Manuel Morón (que repite con otro papel distinto al de la película), Pepe Ocio, Manolo Solo y Edu Soto son los seis actores protagonistas, "un elenco sólido de grandes profesionales, muy distintos entre ellos, pero todos amantes del teatro y con experiencia en cine y televisión", destaca Gual, que quería contar con buenos actores dada la dificultad del texto. Un texto donde reside casi exclusivamente la fuerza del montaje y que "es muy respetuoso con el guion original, ya de por sí bastante teatral, los diálogos son exactamente los mismos. Es una adaptación muy fiel a la esencia de la historia y muy fiel al concepto de teatro, una obra de diálogos para que los actores disfruten representándola", explica el director.
Sobre la recepción del público, tan cálida en la versión cinematográfica, Gual asegura que espera algo similar o incluso mejor, pues el teatro permite subrayar algunos elementos que considera clave del texto. "Lo interesante de la puesta en escena es que a veces es más importante lo no dicho que lo que se dice, estás riendo con alguna de las situaciones, pero al mismo tiempo estás pensando 'pero que terrible es esto, ¿de qué leches me estoy riendo?'", apunta el director. "Y esa risa congelada, esa sensación de contradicción en el espectador es lo interesante de verlo en vivo, porque es lo que te hace crecer. A pesar de estar escondida tras una comedia, porque hay mucha comedia en el texto, la clave es esa sensación de ir descubriendo lo terrible que es todo y cómo el ser humano puede ser engullido por el sistema, un sistema que se autorregula y lo controla todo".