Un momento de Antes de la metralla. Foto: Rubén Vilanova

Son 30 años los que lleva en vanguardia de la escena española la compañía Matarile. A modo de homenaje, Mateo Feijóo les ha abierto las puertas de Matadero, donde llegan con dos producciones. Se estrenan con Antes de la metralla, este sábado. El espectáculo es el fruto de un taller previo en el que abren un debate con personas vinculadas a las artes escénicas: bailarines, coreógrafos, profesores, críticos, directores... "Algunas de las ideas que afloran en las conversaciones salen luego a relucir en la fase de exhibición", explica a El Cultural Ana Vallés, directora de ese productivo guirigay. Ella, de entrada, propone algunos asuntos pero también azuza la espontaneidad de los ‘tertulianos'. "No es un espectáculo cerrado. En cada sitio que lo hacemos sale una manera diferente".



Básicamente, se trata de cuestionar algunos clichés e inercias asentadas en el universo escénico. Vallés enumera algunas: "La conversión del espectador en cliente, la utilización de personas como objetos en algunas performances, el aura de prestigio que envuelve a los clásicos, la obsolescencia trepidante de los proyectos contemporáneos por culpa de la tiranía de la novedad...". La idea nació en 2016, cuando celebraron sus tres décadas sobre las tablas del Teatro Principal de Santiago. Allí montaron sus Ponencias perrunas: varias figuras del gremio escénico exponían sus perspectivas. "Nos quedó demasiado convencional. Pensamos que la base era interesante pero que debíamos darle una vuelta para convertirlas en un espectáculo", recuerda Vallés. Maduraron y afinaron el concepto y su manera de expresarlo. Ahora colocan una pasarela que deja al público a los lados. Y las conclusiones de las charlas se transmiten mediante una mezcla de lenguajes: la palabra tiene mayor peso, sí, pero también entra en juego la imagen, el movimiento, los juegos de luces... "No van dirigidas -insiste Vallés- a un público especializado. Se acaba yendo mucho más allá de las artes escénicas".



Y el jueves presentan Circo de pulgas, en un escenario a tres bandas. Estar lo más cerca posible del público es una fijación de la compañía, que interrumpió su trayectoria entre 2010 y 2013, saturada por la carga burocrática que suponía la gestión del Teatro Galán de Santiago. Su ‘circo' emerge como un reproche a la usurpación de nuestros deseos y vocaciones. "La metáfora de que somos como pulgas domesticadas es una metáfora de Perogrullo pero muy real: recorremos el camino que nos han marcado otros, no solo en lo profesional, también en lo afectivo". Matarile recurre a Deleuze para sintetizar la nefasta consecuencia de esta situación: "Si estás atrapado en el sueño de otro, date por jodido". ¿La solución? "Volver a las utopía y al viejo humanismo europeo", sentencia Vallés.



@albertoojeda77