La plataforma de carbón vegetal de Trilogía Antropofágica. Foto: Nacho Correa
Para la uruguaya Tamara Cubas cada pieza escénica es como un dispositivo programado para que el espectador reflexione sobre los mundos que nos rodean y sobre los vasos comunicantes existentes entre las convenciones teatrales y las sociales. Lo colectivo y el poder han sido los protagonistas de proyectos como Multitud (2012) y Puto Gallo Conquistador (2014). Con Trilogía Antropofágica -que llega este fin de semana a las Naves del Matadero en colaboración con los Veranos de la Villa-, Cubas se inspira en tres piezas brasileñas de danza contemporánea para analizar el deseo del otro. "Es el origen y el motor del proyecto -explica la directora-, en el que adapto a la escena el ritual antropofágico de los indios Tupi de Brasil".La primera entrega, Permanecer, es una instalación performativa que digiere (en expresión de la compañía) Vestigios, de Marta Soares. Durante la representación se invita al público a subir a una plataforma de carbón vegetal. "Nos erguimos sobre un suelo inestable que únicamente logra renovar nuestro espíritu", señala Cubas. Matadouro, de Marcelo Evelin, inspira Resistir (días 17 y 18), una respuesta, explica la directora, "a la mercantilización del deseo, la capitalización del cuerpo, la institucionalización de las relaciones y la jerarquización de la forma". Finalmente, el 20 y 21 de julio llega a la Nave 11 Avasallar, que fagocita la obra Pororoca, de Lia Rodriguez, para mostrarnos unos personajes en continuo estado de emergencia, casi de salvajismo, que termina cuestionando la idea de progreso. Según Cubas, este estado persiste en el ser colectivo: "El ser social, político y cultural contrapondrá sus fuerzas a este concepto. No habrá centros, ni periferias, ni cosmovisiones. Tampoco alienados. Ya no será necesario el acuerdo".La
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