Una escena de Filoctetes
Cuenta la mitología que Filoctetes fue herido en un pie por la mordedura de una serpiente y abandonado a su suerte en la isla desierta de Lemnos por los griegos quienes no soportaban ya sus desgarradores gritos de dolor. Diez años después, aquellos que le dieron de lado, regresan para, con su ayuda, poder conquistar finalmente Troya. Este es el comienzo del texto de Sófocles, su última tragedia. Una obra con marcado tinte antibelicista que se lleva a escena por primera vez en la historia del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida en estreno absoluto hasta el próximo domingo.En ella, el veterano actor Pedro Casablanc se mete en la piel de este gran guerrero griego al que Ulises, interpretado por Pepe Viyuela, trata de recuperar de su ostracismo para ayudarle a conquistar Troya. Los actores Félix Gómez y Samuel Viyuela completan el reparto para construir una obra "básicamente de intriga", según explica su director, Antonio Simón.
"Será como si el público viera una película de Hitchcock, pero ambientada en la Grecia antigua". La historia, que en esta ocasión ha versionado Jordi Casanovas, narra la peripecia de un grupo de expedicionarios que necesitan ir a buscar a un gran guerrero griego, Filoctetes, quien fue abandonado a su suerte durante 10 años en una isla desierta. Ulises trama toda una estrategia para poder recuperarlo y llevárselo a la guerra de Troya. "La obra explica esa trama, en la que un joven es manipulado para que, a través de la mentira, consiga los objetivos de Ulises y sus secuaces, y ahí se van a encontrar con la enorme figura de Filoctetes, un guerrero que en 10 años ha aprendido mucho de la vida y que ve las cosas diferentes", detalla su director.
En el trasfondo, la obra es un clamor por la paz, plenamente antibelicista, y, como elemento novedoso, la representación incorpora un coro de mujeres. Son las mujeres de la isla de Lemnos, que aportan la visión de lo femenino "contra la cultura patriarcal y bélica que sigue imperando hoy en día como podemos ver en algunos mandatarios y líderes internacionales".
Es una obra poética -añade Antonio Simón-, de gran intriga, y donde no hay sangre. Ni una gota de sangre aunque sea una tragedia. "Pretendo hacer resonar en el público de hoy el lamento ético de Filoctetes que ve cómo los corruptos, depravados y mediocres, obtienen todo y los mejores mueren en la guerra o son excluidos de los círculos de poder", concluye Simón.
Para la puesta en escena se ha contado con el escenógrafo Paco Azorín, que convertirá el Teatro Romano de Mérida en la isla de Lemnos, una isla desierta de tierra volcánica, con barco varado incluido. Se completa con un vestuario atemporal aunque con referencias contemporáneas, obra de Sandra Espinosa.