Es lunes por la mañana y sobre el escenario del Teatro del Barrio hay más de 20 personas dispuestas a convertirse en lo que sus personajes decidan. Una fiesta a la que todo el mundo está invitado. ¿El objetivo de este juego de improvisación dirigido por Paloma Pedrero? Averiguar quién tiene el protagonismo en la escena.
Así comienza una de las sesiones de los talleres teatrales que la Asociación Caídos del Cielo imparte desde enero en el corazón del madrileño barrio de Lavapiés. El Teatro del Barrio ha cedido su espacio para convertirse en sede estable del proyecto de la dramaturga, escritora, directora y profesora Paloma Pedrero. El objetivo de esta colaboración, según Ana Belén Santiago, directora artística del local, es “poblar nuestro escenario con una muestra de la diversidad real que hay en nuestras calles”.
La asociación nació hace más de 22 años como taller para personas con problemas de adicción al alcohol o a las drogas, hasta que se transformó en la obra homónima que se llevó al escenario por primera vez en las tablas del madrileño Teatro Fernán Gómez en 2009, dentro del Festival de Otoño. Este montaje cuenta con varios premios, como el Dionisos de Teatro de la UNESCO, Art for change de La Obra Social La Caixa, y dos nominaciones al Premio Valle-Inclán de Teatro.
"No hacemos terapia, hacemos arte. Porque la terapia te cura a ti mismo, pero con el arte también curas a tus compañeros". Paloma pedrero
Después de varias ediciones del taller y de haber realizado más de siete obras con fines inclusivos, Pedrero explica que se han tenido que adaptar a los tiempos: “Nos hemos actualizado, hemos abierto el abanico de temas y posibilidades porque los pobres ya no son los que pedían en la iglesias, sino los tristes o los diferentes, los que quieren volver a sentir alegría". De hecho, define el proyecto teatral de la siguiente manera: “No hacemos terapia, hacemos arte. Porque la terapia te cura a ti mismo, pero con el arte también curas a tus compañeros”.
La fundadora alude al VIII Informe Foessa, de Cáritas, que arroja la información de que 8,5 millones de personas se encuentran en situación de exclusión social en España, algo que da más motivos para seguir adelante. “Son cifras escalofriantes en las que hay que trabajar”, explica Pedrero. Caídos del Cielo no recibe presupuesto estatal y se mantiene principalmente gracias a los socios, muchos de los cuales son antiguos miembros del elenco en otras ediciones, y a apoyos como el del Teatro del Barrio. Santiago, que confiesa estar “muy contenta por tener a estas nuevas vecinas”, alaba el trabajo de la asociación: “Es importante que en estos proyectos sean vistos, escuchados y aplaudidos aquellos que muchas veces pasan invisibles a nuestro alrededor".
Los participantes tienen distintos orígenes y motivos para estar en este taller: “Tenemos personas sin hogar, transgénero, mujeres maltratadas, en soledad no deseada, y con deficiencias intelectuales o físicas, es decir, un abanico de gente que necesita herramientas para salir adelante”. También participan actores y actrices profesionales que de alguna manera “están en riesgo de exclusión porque no hay trabajo” en este colectivo. Pero sobre todo, cada uno de ellos llega porque “lo necesita”, agrega Pedrero.
Una de ellas es Merci Bustos, actriz, escritora y antropóloga peruana, que agradece a la fundadora de la entidad su labor: "El ambiente que se crea aquí es mágico y distinto porque aprendemos a ver la vida con poesía en un espacio de arte y belleza que nos atraviesa el dolor humano. Lo que todos tenemos en común es haber sufrido".
Son más de 20 años los que Pedrero lleva al frente de esta iniciativa de transformación social. Durante todo este tiempo ha recibido numerosos reconocimientos, entre ellos el de embajadora mundial de la UNESCO por su labor artística para la inclusión y la transformación social y el premio del Samur Social del Ayuntamiento de Madrid por su contribución a la visibilidad, inserción y promoción de las personas sin hogar a través del arte.
Por lo visto, hay Caídos del Cielo para rato. Sin duda, seguirán “transformando el dolor en belleza” en el Teatro del Barrio y, sí, esta vez han llegado para quedarse.