Nueva colaboración entre el ya tándem escénico formado por Carlos Saura (director) y Natalio Grueso (versión), que repiten fórmula (gran actor y obra de escritor latinoamericano) y escenario (Teatro Infanta Isabel) para adaptar La fiesta del Chivo, la novela de Mario Vargas Llosa publicada en 2000 que recrea los excesos y el asesinato del dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo y que estará, protagonizada por Juan Echanove, en el escenario madrileño a partir de este viernes, 22.
Tras El coronel no tiene quien le escriba, de García Márquez, montaje estrenado el pasado mes de mayo, Saura y Grueso vuelven ahora con la idea de que existe cierta conexión entre ambos proyectos. “El ‘boom’ latinoamericano nos regaló un puñado de obras maestras que raramente se habían representado –explica Natalio Grueso a El Cultural–, quizá por la complejidad de adaptarlas a las leyes de la dramaturgia. Teníamos claro que ahí había una cantera inagotable de personajes con una fuerza teatral descomunal y unas historias que podían tocar el corazón del espectador. Cuando se afronta una adaptación de este tipo el mayor problema es el de convertir en realidad lo que se narra en la novela. Es decir, que las cosas no se ‘cuenten’ sino que ‘ocurran’. Y a la vez, hay que ser fiel al estilo literario del autor. Hay que hacer un esfuerzo para meterse en la piel del novelista. Vargas Llosa, además de un maestro indiscutible de la novela, es también un hombre de teatro y eso ayuda mucho”. De hecho, el proyecto nace de una conversación entre Grueso y el Nobel hispanoperuano, que veía imposible trasladar la novela a las tablas. “A pesar de todo, confió en nosotros para sacar adelante el proyecto”, reconoce Grueso.
"No sé cómo pudo un dictador cruel y endiosado como Trujillo gobernar con la connivencia del mundo civilizado". Carlos Saura
Carlos Saura se acercó a La fiesta del Chivo impactado por los hechos reales ocurridos durante “una de las tiranías más sangrientas de América Latina”. El director se pregunta, a los 58 años de la muerte de Trujillo, cómo pudo “este dictador cruel y endiosado” gobernar durante tantos años con la connivencia de una gran parte del mundo civilizado: “Trujillo vivió y reinó con inusitada crueldad por la gracia de Dios”. Y recuerda su famoso lema ‘Dios en el cielo, Trujillo en la tierra’.
Saura ha realizado una puesta en escena que quiere mantener la “limpieza expositiva del texto” pero añadiendo, como contrapunto, pequeños dibujos proyectados en una pantalla. Explica el también director de cine a El Cultural: “Es una obra que exige la excelencia en la interpretación. En realidad todos los actores son magníficos pero debo señalar a Echanove como Trujillo y a Lucía Quintana como Urania”. Manuel Morón, Eduardo Velasco, Gabriel Garbisu y David Pinilla completan el reparto de una historia convertida en una muestra, sublimada por el talento narrativo de Vargas Llosa, del infierno de miedo y represión instaurado por Trujillo, pero también en un homenaje a una ciudad, Santo Domingo, y a un país, la República Dominicana, que aparecen representados en Urania. Después de 30 años de ausencia, recuperará el olor cálido de su infancia. Para Saura, algunos textos literarios se prestan para la puesta en escena, igual que algunas películas: “El cine y el teatro son lenguajes próximos pero diferentes. El teatro permite utilizar la imaginación para contar historias con eficacia y medios limitados”.
“Lo mejor que se le puede pedir a un artista –tercia Grueso– es que tenga voz propia, que lo que haga sea inmediatamente reconocible. Saura lo es. Tiene un estilo muy claro y definido, en el que juega con la máxima de Mies van der Rohe de que ‘menos es más’. En La fiesta del Chivo había que resolver una dificultad adicional: los distintos planos tanto espaciales como temporales de la novela. Hacer fluidas esas transacciones era un reto muy complejo”.
Grueso también pone el foco en el trabajo realizado por Echanove, al que califica de genio de la interpretación. “Era nuestro Trujillo. Llevaba mucho tiempo buscando un proyecto para trabajar con él. Cuando empezamos a plantearnos esta obra lo vi muy claro. Hacía falta un gran actor capaz de darle todos los matices a un personaje complejo, inteligente, cruel, divertido, megalómano, atormentado, malvado, atractivo… Para hacer creíble un papel así hacía falta un actor de su talla”. Grueso, autor de novelas como La soledad, rubrica estos días su amistad con Saura publicando En busca de la luz, una biografía construida sobre decenas de conversaciones que han mantenido durante los últimos años. “Hacer teatro con Carlos es algo lúdico, crea un ambiente agradable en sala y suele tener muy claro lo que quiere. Por sus éxitos parece que tiene buen criterio”. Con Grueso y Saura nos adentraremos en la atmósfera dominicana, en el “caos animado” que describe Vargas Llosa, cargado de motores, de radios a todo volumen, de merengues y salsas en un apetito por el ruido prerracional y mágico.