El Festival Internacional de Teatro de Títeres de Segovia Titirimundi celebra hasta este domingo, 27 de septiembre, su 34.ª edición y, a consecuencia de la COVID-19, por primera vez en su historia sin espectáculos de calle, ni colas en las puertas, ni público sentado en las escaleras y plazas, sino exclusivamente con montajes en salas de interior y en patios y jardines. Lugares en los que se desarrollarán unas medidas de prevención muy rigurosas con un aforo controlado al mínimo detalle y reducido a más del 50% establecido por la normativa, asegura la organización.
“Hemos repensado todo el evento desde el punto de vista de la seguridad. Este ejercicio nos ha llevado a tomar decisiones que antes del coronavirus eran inimaginables, como eliminar toda la programación de la calle, tener que renunciar a la presencia del carrusel, los talleres en el Azoguejo y las fiestas”, señala la directora del Festival, Marián Palma. Ni siquiera habrá programas de mano en papel para evitar todo contacto, sino que la información estará disponible en la web a través de todos los dispositivos y de QR.
Titirimundi, referencia mundial en la difusión y exhibición del teatro de títeres, donde 980 compañías de todo el mundo han mostrado su arte en él, privilegiará una vez más la mirada distinta y compartida desde la tradición y la vanguardia, abriendo una ventana a la riqueza de la ilusión que propicia la creación artística, en una apuesta por impulsar un sector duramente castigado por la pandemia y en la experiencia de vivir las artes escénicas presencialmente, como hecho intrínseco al teatro.
21 compañías conforman la programación del festival, en su mayoría españolas o con artistas extranjeros residentes en nuestro país, que realizarán 90 funciones en Segovia capital en 15 espacios de la ciudad (Sala Julio Michel, Sala Ex.Presa 2, Panóptico de La Cárcel_Centro de Creación, La Alhóndiga, Iglesia de San Nicolás, Teatro Juan Bravo, Real Casa de la Moneda, Biblioteca Municipal, Jardín de San Juan de los Caballeros, Jardín del Torreón de Lozoya, Jardín del Seminario, Patio de la Casa de la Tierra, Patio del Palacio de Quintanar, patio de Abraham Senior y Ruinas de San Agustín). Además, 26 sesiones en diferentes pueblos de la provincia gracias al convenio con la Diputación de Segovia, y 18 en las extensiones, que este año se han tenido que limitar a cuatro ciudades de Castilla y León (Ávila, Burgos, León y Zamora) y Barañáin en Navarra.
Este Titirimundi especial se llenará de criaturas particulares, como las de Roberto White, las del veterano Jordi Bertran con su emblemática Antología o las de Javier Aranda (Vida y Parias); la delicadeza de María Parrato, proporcionando Alas para renovar los espacios más íntimos o la fe en el porvenir con Títeres Etcétera (Totolín). No faltará la audacia de La Chana con su nuevo montaje (Blancanieves) y Entrediluvios, los cuentos de Rodorín y de La gotera de lazotea, los caminos de búsqueda de La Ortiga y su Kumuluninbu, o hacer la realidad más mágica Con la cabeza en las nubes de Eugenia Manzanera o Mister Barti, de Alex. Desde Chequia llegará Pavel Šmíd para hablar de lo rápido o lento que se discurre por la vida, y Pelele y El Retablillo nos llevarán a la tradición del títere de guante y cachiporra en el tradicional personaje de Don Cristóbal.
La sana locura de los franco-argentinos de Mundo Costrini se mezclará con la fantasía de las compañías segovianas Mutis y Tamanka y con la algarabía de los Titiriteros de Binéfar y su reciente montaje de canciones titiriteras. Y llegará la intimidad más suave desde todo aquello que revive a través de los residuos de la memoria con La melancolía del turista, de Oligor y Microscopía, esas Cosas que se olvidan fácilmente, de Xavier Bobés y Conservando memoria con El Patio: poniéndolo todo a buen recaudo, cuidando la permanencia, manteniendo vivos a otros y sin daño, en un homenaje a los abuelos y por ende a lo extraordinario de las vidas de personas anónimas y a la vez tan cercanas. “Experiencias artísticas donde uno se topa consigo mismo y con aquello que le trasciende. Más que nunca necesitamos de la cultura como instrumento para llegar a nosotros mismos, como observatorio de lo inalcanzable, como alguien decía estos días –apunta Palma-. Somos seres culturales”.