Dos calambres activaron la necesidad de escribir J’attendrai a José Ramón Fernández. En 1980, supo que su tío Miguel estuvo en Mauthausen. Quince años después leyó La escritura o la vida, donde Jorge Semprún recuerda su paso por Buchenwald. “Su lectura marcó mi manera de ver el mundo”, confiesa el dramaturgo a El Cultural. Para ser justos, habría que añadir un tercer empujón, el de los diarios de Max Aub, el eterno represaliado. De él tomó las gafas gruesas para el protagonista de su obra, Pepe el Gafas, un republicano nonagenario que tiene una deuda moral con Claude, su compañero en el lager, donde recaló por participar en la Resistance. El viaje con su nieta Jeaninne hasta un hotelito rural en Francia es un intento de saldarla. Allí se encontrará Claire, la nieta de Patricia, mujer que evocaba su amigo en la antesala del exterminio.
Este es el sugerente planteamiento de J’attendrai, que tras infructuosos intentos previos se representará por fin en Madrid, en las Naves del Español. La obra se estrenó en 2016 precisamente en Francia, armada por una compañía de La Rochelle. Un año después se realizó una lectura dramatizada en la SGAE, con José Sacristán dando voz (qué voz) a Pepe el Gafas. El testigo se lo toma ahora Chema de Miguel. “Es —dice de él Fernández— un hombre sabio que se ha acercado al personaje poco a poco y ha puesto en valor la rabia dormida del derrotado. Es un privilegio verle trabajar, como un orfebre”.
Junto a De Miguel, concurren en escena Cristina Gallego, Paula Ruiz, Denis Gómez... Un plantel reunido por Emilio del Valle, director de la producción, que ya tiene experiencia en moldear la dramaturgia de JRF: estrenó La tierra en 2007. Fernández valora su meticulosidad en la dirección de actores, heredera de la escuela Layton. “Le interesa que trabajen sobre cosas reales, que puedan morder una pera o hundir sus dedos en la tierra”, apunta. Esa querencia tendrá su plasmación concreta en la función: Cristina Gallego elaborará de verdad la tarta de manzana que hace el personaje de Claire.
Un recurso que otorga autenticidad a una representación que, por otro lado, es muy consciente de sus límites. Sobre cualquier creador que se acerca al Holocausto sigue pesando la sentencia de Adorno declarando la imposibilidad de la poesía después de Auschwitz. Los titubeos de Fernández, que no remató la escritura de J’attendrai hasta 36 años después de aquel primer calambre junto a su tío, se enuncian a través de los estásimos (cantos del coro en la tragedia griega) que pronuncia el personaje Yo. Aporta el plano metateatral y omnisciente a la historia de Pepe el Gafas. En las Naves del Español lo encarnará Jorge Muñoz, cuya visión, desde su perspectiva privilegiada tan cercana al autor, enlaza la obra con algunos ecos pirandellianos.
El arte ante el holocausto
A pesar de la conciencia de su incapacidad para evocar aquel drama, J’attendrai —el título proviene la canción de Nino Rastelli y Dino Olivieri— es una pieza optimista, que cree que la literatura es un arma más eficaz contra el olvido que la propia historiografía. “Es —explica Fernández— una opinión, a lo mejor estoy equivocado: los que vayan a los libros de Benito Bermejo [historiador es- pecializado en los deportados españoles] serán personas interesadas de antemano en la Historia y en especial en esa parte de la Historia. Investigadores, estudiantes... La literatura, y en particular el teatro, pueden sin embargo contarle esta historia a quien no buscaba conocerla”.