El Premio Lope de Vega de Teatro, creado en 1932, es el decano de los premios teatrales españoles y debe su longeva y prestigiosa trayectoria al impulso del Ayuntamiento de Madrid para incentivar la creación escénica y dramática. En esta ocasión, la obra merecedora del galardón correspondiente a 2019 ha sido Budapest, un silencio atronador, firmada por Víctor Iriarte, que se presentó bajo el pseudónimo de Xavier Atauri. La obra narra cómo el diplomático español Ángel Sanz Briz logró salvar de la muerte a miles de judíos durante el holocausto nazi.
La delegada del Área de Cultura, Turismo y Deporte, Andrea Levy, ha subrayado “el prestigio de este veterano premio en el panorama de la escénica dramática madrileña” un premio que a lo largo de su dilatada historia, ha recaído en autores tan reconocidos como Alejandro Casona, por La sirena varada (1933); Antonio Buero Vallejo, por Historia de una escalera (1948); Fernando Fernán Gómez, por Las bicicletas son para el verano (1977) o Narciso Ibáñez Serrador por El águila y la niebla (2000).
Iriarte, nacido en Pamplona hace 55 años, es periodista, gestor cultural, crítico teatral y dramaturgo. Por su faceta como autor teatral ya fue reconocido con el premio Calderón de la Barca, concedido por el Ministerio de Cultura, por su obra La chica junto al flexo (2006). A lo largo de su carrera, destacan títulos como ¡Chssss! (2005) que pudo verse en el Teatro Gayarre de Pamplona y en el teatro Oran mor de Glasgow, bajo el título Wheesht!
Iriarte ha estrenado más de una veintena espectáculos entre los que se encuentran homenajes a Jardiel Poncela, Mihura, Tono o Samuel Beckett. Además, dirige el programa escénico El apuntador, en Onda Cero Navarra. El premiado ha destacado que “recibir el Lope de Vega es cómo escalar el Everest. Es lo máximo porque es el premio teatral más antiguo y es un referente. Lo han ganado gente como Casona, Fernán Gómez… Si eres un dramaturgo que trabaja en provincias, algo que me gusta pero donde tienes menos eco, es muy importe”.
Iriarte llevaba 10 años dándole vueltas a esta obra que recorre las peripecias de diplomático Ángel Sanz Briz durante la II Guerra Mundial. “Es un tema que llegó a obsesionarme, escribí 20 borradores de esta pieza, viaje a Budapest, leí muchísimos libros… En la obra utilizo el recurso de la autoficción, me incluyo como personaje y muestro mis dudas de lo que ocurrió. Quería descubrir los agujeros negros de esta historia, porque hay cosas de las que ocurrieron que nunca llegaremos a saber. Con este premio puedo dar por cerrada esta obsesión”.
El jurado, compuesto por los periodistas culturales Rocío García (El País), Alberto Ojeda (El Cultural) y Paloma Cortina (RNE) y el director adjunto del Teatro Español Luis Luque, ha decidido otorgar por mayoría el Premio Lope de Vega a Budapest, un silencio atronador por ser “una ambiciosa propuesta, en la que dramaturgo logra recrear una época turbulenta y convulsa en la que tuvo lugar lo peor y lo mejor del ser humano”. Según su fallo, “con una estructura clásica y muy bien armada, este emotivo texto se sirve del teatro para dar a conocer al público una historia llena de horror que no debe olvidarse”. Este año, el certamen ha batido su récord de participación, habiendo recibido 233 obras, incluyendo textos de México o Argentina. El premio en metálico es de 12.000 euros.