Alexis Michalik (París, 1982) es uno de los fenómenos escénicos franceses más relevantes de la última década. Desde el estreno de Le Porteur d’histoire, en 2012, las obras de este dramaturgo, director y actor anglofrancés se acumulan y se simultanean en la cartelera. Ha llegado a tener cuatro a la vez en diversos teatros parisinos, muchas de ellas acreedoras de un buen puñado de premios Molière. Blanca Li, que conoce tan bien lo que se cuece en la escena gala, le ha echado el lazo para traerlo a los Teatros del Canal, donde se estrena este miércoles una pieza suya por primera vez en España. Una historia de amor, su tarjeta de visita aquí, es un caleidoscopio de relaciones sentimentales en las que se conjuga el dolor con el crecimiento personal. Traumas y catarsis que se imbrican y que son servidos por Michalik con ritmo trepidante de vocación cinematográfica.
Pregunta. Dice que Una historia de amor nació de una ruptura que sufrió pero que no es una obra sobre usted. ¿Puede aclarar las fronteras?
Respuesta. Parece que se habla de una ruptura amorosa propia, pero no es una historia sobre mí mismo. La primera idea original proviene en realidad de una canción, It takes Time to Be a Man, de The Rapture. Fue la inspiración de la última escena de la obra. Entonces pensé: tengo el final pero me falta todo lo demás. Después, con el paso del tiempo, empecé a imaginar y construir el resto de la historia, incorporando a las dos parejas de mujeres. Y cuando sufrí mi propia ruptura me vinieron los diálogos de los personajes. Así que me puse a escribir aquella historia porque me tocó particularmente en un determinado momento, pero no es mi experiencia personal, aunque esté armada a partir de ella.
P. En la obra también está el tránsito hacia madurez, el salto de la ‘línea de sombra’, que diría Conrad. ¿Una ruptura amorosa traumática es un peaje necesario para convertirse en un/una hombre/mujer definitivamente?
R. No sé si te convierte en un hombre o mujer definitivamente pero sí creo que una circunstancia así tiene un aspecto positivo: te hace conectar mejor con el ámbito de los sentimientos. No tiene por qué ser algo malo y, además, el tiempo siempre ayuda.
P. Inés, que ha convencido a Katia para tener un hijo por inseminación artificial, abandona a esta cuando va a nacer. ¿Hasta qué punto el eje de Una historia de amor es ‘maternidad traicionada’?
R. La obra se compone de muchas historias de amor. Está la de la pareja formada por Katia e Inés, la de William y su mujer Clara, y, además, la de William y Sol, un amor distinto en este caso, porque es entre tío y sobrina. La maternidad no el asunto crucial sino uno de los elementos que tiene un impacto sobre su propia historia de amor porque el hecho de que Katia vaya a tener a esa niña es la razón por la que Inés desaparece. En la segunda parte no se muestra una obra centrada en la maternidad de Katia. Vemos, en cambio, que va a morir, así es que no es la convivencia de ella y su niña la cuestión central sino más bien la relación de William y Sol. La maternidad es, por tanto, uno de los muchos temas que conforman la obra.
P. ¿Cómo plantea la puesta en escena?
R. Muy simple. Cuando escribo, la verdad, no pienso en ello, sólo me centro en la historia. En una segunda fase, cuando empiezo a dirigir la obra, es cuando ya lógicamente me lo planteo. Mi forma de escribir es como en el cine, hay muchas escenas en muchos emplazamientos diferentes. Necesito un montaje ágil, para que esos lugares diferentes cristalicen rápido. Así es que contamos con distintos elementos que irán incorporando los actores: una cama, una mesa... Siempre me pregunto cuál es la forma más simple se montar cada escena. También recurrimos al vídeo, para que ayude a entender dónde estamos, pero básicamente es una coreografía entre los actores y la escenografía. Lo más importante para mí es el ritmo, es algo primordial, contar de la forma más rítmica posible. Se trata de esquivar el aburrimiento. Un ritmo, en definitiva, como el de nuestras vidas contemporáneas, que van muy rápido. La música, en este sentido, también es un ingrediente muy importante que contribuye a generarlo.
P. Ha llegado a tener hasta cuatro obras al mismo tiempo en los teatros de París. Casi como Molière…
R. No, no, pero es algo increíble. Ni fue planificado ni responde a una estrategia, simplemente la obra más antigua que tengo empezó hace diez años y nunca se ha cancelado, cada dos o tres años además saco un nuevo trabajo y se acumula con las que ya están en marcha. Hace una década que mis obras se muestran en los teatros parisinos, es algo extraordinario. Mi teatro no es un teatro de estrellas, es de tropa, de actores y actrices muy buenos pero menos conocidos. Su representación se prolonga tanto en el tiempo que unos elencos van sustituyendo a otros, por tanto una misma obra crea varios equipos. En total, hay decenas de actores que se alternan en mis obras en cartel.
P. Hablando de Moliere, ¿tiene alguna influencia en su dramaturgia esta vaca sagrada del teatro francés?
R. Mi inspiración proviene de los autores ingleses, como Shakespeare. Mi forma de crear una historia está más conectada con las obras inglesas que con la de los países latinos. En Francia tenemos una costumbre de contar historias de interior, en una casa familiar, por ejemplo, historias simples centradas en los sentimientos, con mucha autoficción. En Inglaterra o Estados Unidos, en cambio, las obras superan a la propia vida, sons más grande, logrando cosas increíbles. Así es que esa es mi querencia, supongo que por mi propio origen, ya que mi madre es de Inglaterra. Los temas de de mis obras, en cualquier caso, son muy franceses, no Una historia de amor en concreto, que es más universal. Mi trabajo consigue esa mezcla entre lo inglés, en la forma, y la temática francesa.
P. ¿Qué supone para usted presentar su trabajo por primera vez en España y en un teatro tan importante como el Canal?
R. Estoy muy feliz, cuento con un elenco de actores maravilloso [Félix Gómez, Loreto Mauléon, Aura Garrido, Almudena Cid...], estoy orgulloso y, al mismo tiempo, tengo miedo de ver cómo el público español acepta este trabajo.
P. Usted es un autor muy prolífico, porque aparte de escribir y dirigir teatro, sigue trabajando como actor, ha dirigido películas, ha escrito también una novela… ¿Qué le diría a quienes desconfían de los creadores veloces?
R. No escribo tan rápido en realidad, entre una y otra obra hay un periodo de dos o tres años en el que me da tiempo a reflexionar sobre mi próximo trabajo. No hay una forma única de escribir, cada cual lo hace a su propio ritmo. Hay escritores que tardan muchos años y otros que necesitan menos. Lo importante es la obra final. Quizás escriba rápido pero la maduración del proceso siempre es larga.