Gonzalo Cunill en un momento de 'En lo alto para siempre'. Foto: Manel Barnils

Gonzalo Cunill en un momento de 'En lo alto para siempre'. Foto: Manel Barnils

Teatro

Un salto al vacío con Foster Wallace en los Teatros del Canal

Juan Navarro presenta este miércoles 'En lo alto para siempre', un tríptico escénico basado en el cuento homónimo del escritor estadounidense

2 marzo, 2022 02:49

Juan Navarro se quedó enganchado al hipnótico universo de David Foster Wallace en los primeros 2000. Ya entonces intuyó su potencial escénico, sobre todo leyendo "El señor blandito", relato contenido en Extinción. Pero no ha sido este el que finalmente ha trasvasado a las tablas sino "En lo alto para siempre", incluido en Entrevistas breves con hombres repulsivos.

Empezó a darle forma en un laboratorio del Teatro Nacional de Montpellier en 2015, junto al actor Gonzalo Cunill. Hoy es un montaje ya rematado que podrá verse a partir del miércoles 3 en los Teatros del Canal, con el propio Cunill emparejado con Gemma Polo en el elenco.

La pieza se conforma como un tríptico. En la primera parte ambos actores sostienen un diálogo con aire de improvisación jalonada por diversas fijaciones del escritor estadounidense: como los centros de desentoxicación, los antidepresivos, el entretenimiento, el deporte de élite, el consumo…

“Es una especie de introducción temática a su trabajo literario. Los lectores de Wallace reconocerán su forma de pensar y analizar la sociedad. Los que no lo hayan leído nunca tendrán la oportunidad de conocer su intimidad literaria y los problemas que le inquietaban”, explica Navarro a El Cultural.

En la segunda, con modales de performance, se cuela un ruido ensordecedor (compuesto por Rodolfo Castagnolo) que remite acaso al que turbaba la mente del autor de La broma infinita, que se ahorcó en 2008.

En la tercera, Cunill, con su característica cadencia absorbente y su tono susurrado, toma la palabra y frasea el cuento "En lo alto para siempre", basado en un espisodio autobiográfico. Un Foster Wallace preadolescente se dispone a saltar desde el trampolín de la piscina a la que ha ido con su familia. Un salto que de algún modo lo depositará en la vida adulta, con todas sus miserias aparejadas. Es un gesto banal que, en cambio, encierra una mutación existencial irreversible, la que le transportará del éxtasis al calvario.

Navarro no quiere cerrar los significados pero sí atisba en esta escena una funesta premonición: “Vemos la imposibilidad que sufre ese niño de pertenecer de forma natural al mundo que lo rodea, algo que le va a acompañar el resto de su vida. La realidad se acaba convirtiendo para él en una triste ficción, alejada, inalcanzable y hasta ridícula por momentos”.

Para Navarro, el rasgo más destacado en la literatura de Foster Wallace es la inteligencia. Y su capacidad para las profecías certeras. “Nos anunció la sociedad en la que vivimos, enajenada y oscura, narcotizada por el entretenimiento, la información y el consumo. Dejó un gran legado filosófico que ha agitado con fuerza la literatura contemporánea”, apunta el director y actor, que ha estado a las órdenes de figuras internacionales como Jan Lauwers y Rodrigo García.

“Esta obra, fragmentaria y con tres lenguajes muy diferentes entre sí, intenta compartir su mirada crítica, sardónica y sentimental con el público”.