Mayo de 2014. Hallan muerto en casa de sus padres a Yago Lamela. Hace este mes, por tanto, ocho años de la desaparición de uno de los deportistas más importantes de la historia del atletismo español. Causa del deceso: infarto. Había consolidado el récord nacional de longitud en 8,56, marca que el director, autor y poeta Julio Béjar (Almería, 1987) ha utilizado como título de la obra que estrena el próximo 24 de mayo en el Teatro Español dentro de Plataforma, ciclo del escenario municipal donde se dan cita los nuevos valores de nuestra dramaturgia.
“En torno al salto de Yago Lamela hay varios elementos que resuenan a tragedia clásica. Está relacionado con la 'hibris' del héroe y su deseo por ir más allá de los límites, de las marcas y de su fisiología". Julio Béjar
El salto realizado por Lamela en 1999 en el mundial de Maebashi (Japón) fue el cénit de su carrera. Quizá también de su vida, que vio cómo a partir de entonces entraba en un callejón sin salida, tanto física como mentalmente. “En torno a ese salto hay varios elementos que resuenan a tragedia clásica –explica Béjar a El Cultural–. Como la hibris del héroe y su deseo por ir más allá de los límites, sus marcas y su fisiología, la idea de destino en esa lesión de talón de Aquiles que truncó su carrera y la presencia de la polis, de manera que la obra queda enmarcada en una derrota colectiva, la de la ciudad de Madrid, que se presenta tres veces como candidata olímpica y fracasa en cada una de las ocasiones”.
El mito de Ícaro
Esta historia, reconoce el director, es la de Lamela pero podría ser la de muchas personas que han sido vampirizadas por el éxito y las expectativas frustradas: “Los griegos aprendían a través de mitos, cuentos muy sencillos aunque llenos de sabiduría. Son como las pastillas para hacer caldo: concentrados y esenciales. Por eso, en este caso para mí el mito de Ícaro tiene importancia, porque trata de encontrar un lugar prestando atención al entorno y a las energías. La escucha es vital para una carrera, ya sea en el mundo del atletismo o en cualquier forma de expresión artística”.
"El éxito y el fracaso -añade el director- son construcciones subjetivas. No lo digo yo, lo dice Lao Tse. Y ambos son igual de destructivos. Yo creo en la etimología, creo que en el origen de las palabras hay una gran verdad. Y la palabra éxito viene de salida. Exit. Estar fuera. Atemperar y no sobredimiensionar lo que para uno significan éxitos y fracasos es, en mi opinión, la clave de la continuidad".
Una gesta épica
El salto. Siempre el salto. Aquella vez, en competencia directa con el cubano Iván Pedroso, ganador del oro de la cita nipona con un salto de 8,62. Lamela luciría una plata histórica. Por eso, la puesta en escena de 8,56 se detiene en su épica gesta a través de gasas traslúcidas y videoproyecciones, apoyadas en todo momento por el físico del actor Jesús Rubio, un protagonista que comparte escenario con Javier Lago (entrenador), Carlos Cepa (presidente), Silvia Morell (periodista) y Josepth Ewonde (Iván Pedroso).
Béjar, que se encuentra buscando productor para llevar a las tablas Empieza por F, Premio Calderón de la Barca del año pasado, escribió esta reflexión sobre el deportista asturiano en un momento de su vida en el que apostaba fuerte por consolidarse en el circuito teatral. “Ese salto al vacío cayó en red gracias a las residencias que daban Juan y María Pastor y Teresa Valentín en la Guindalera. Lo importante del teatro es lanzar preguntas poderosas”.