Desde la productora Focus y el Festival Grec le lanzaron un guante a Jordi Casanovas (Vilafranca del Penedès, 1978): podrías escribir algo sobre la gestión política de la crisis pandémica, ¿no? Era una propuesta muy abierta, nada fácil de concretar con una dramaturgia. Tras rumiar el asunto, el autor de Ruz-Bárcenas y Jauría pensó que podía tener interés encauzar la reflexión a través de un juego, a la manera de un escape room. Su idea cuajó. E Inmunidad es su concreción, un montaje escrito y dirigido por él que estará en la cartelera del Grec (La Villarroel) hasta el 7 de agosto.
Casanovas se pone un poco maquiavélico para desarrollar una trama con un curioso punto de partida. Seis personas son seleccionadas para realizar un muestreo sociológico que está destinado a, primero, evaluar la manera de afrontar la crisis sanitaria por parte del gobierno y, de paso, la eficiencia de la democracia para manejarse en situaciones límite.
“En el ambiente está la cuestión sobre si este es el régimen más adecuado para casos así, porque se habló mucho, sobre todo al principio de la pandemia, de si los sistemas autoritarios reaccionaban mejor en estos escenarios”, apunta el dramaturgo catalán a El Cultural. Los detractores de la democracia esgrimían la escasa agilidad de ésta en la toma de decisiones, en contraste con los territorios donde ‘un hombre fuerte’ imponía su criterio sin que nadie le rechistase.
“No sabemos los criterios que sigue el algoritmo de Google. Es opaco, como una caja negra. Pero la mente de una persona también lo es”
Al grupo de conejillos de Indias, encarnado por Mercè Pons, Vicenta Ndongo, Borja Espinosa, Òscar Muñoz, Javier Beltrán y Ann Perelló, se le plantean diversas preguntas. Y deben responder apretando uno de los dos pulsadores de color verde y rojo que tienen las cajitas que les han facilitado. Antes de presionar, no obstante, se han de poner de acuerdo para hacerlo en un sentido unánime. La necesidad de que todos vayan a una implica tener que seducir, convencer y argumentar. Algo muy difícil porque cada uno tiene sus motivaciones e intereses.
Además, después del impacto del virus, su confianza en el otro se ha quebrado. “Es un poco como en Doce hombres sin piedad”, compara Casanovas. Inmunidad, por otro lado, remite a El método Grönholm: por la encerrona, por la sensación de desconcierto de un grupo conformado por desconocidos, por el carácter abstracto de lo que se les pide y se les pregunta, y porque la instancia que lo hace tiene un aire de gran poder agazapado en la sombra.
[Jordi Casanovas: "El caso de La Manada es un cambio de paradigma social"]
En Inmunidad es un algoritmo. Inteligencia artificial que mueve los hilos. “Lo cual introduce otro elemento inquietante. Como ocurre con Google y Netflix, no sabemos bien los criterios que sigue. Son opacos, como una caja negra. Pero la mente de una persona también lo es. Y las administraciones públicas. Lo que se cuece ahí dentro no lo podemos conocer desde fuera”, argumenta Casanovas, que ha perfilado los personajes, a partir de figuras reales. Como suele ser habitual en él, la prensa es lo que le ha nutrido aunque ha ido más allá del verbatim (la literalidad documental), dando rienda suelta a la imaginación.
El espacio escénico, por otra parte, lo ha concebido “como una sala de espera retrofuturista”. Butacas amarillas, moqueta roja, maderas oscuras y paneles lumínicos que cambian de color en el momento de votar. Ahí, aunque no lo parezca, está en juego la democracia que queremos y que merecemos.