Xavier Albertí, uno de los más solventes nombres de nuestra escena, lleva al Teatro Español, este jueves, 2, Don Ramón María del Valle-Inclán, una adaptación en forma de monólogo -interpretado por Pedro Casablanc- de la biografía que Ramón Gómez de la Serna publicó en 1944. "Si algo puede definir este espectáculo es la palabra 'monodrama', una especie de melodrama pero con forma de monólogo. Podría parecerse a un recitativo de ópera. Existe una voluntad de dotar de música a una estructura dramática a través de sus acentos y musicalidades", explica a El Cultural Albertí.
"Don Ramón escribe, azacanea por los teatros, vive unos años de paz. No quiere entrar en el teatro, pero constantemente hace incursiones en él, y por no tener mayor asiduidad se borra una y otra vez su nombre de la pizarra blanca de las carteleras. Han sido veladas de arte las noches de sus estrenos, pero se han vuelto como un sueño poco después, influyendo también en esto su oscilación entre la comedia exquisita y la comedia bárbara. Es como si al asomarse a la escena sintiese bascas ante la intriga teatral y ante la disciplicencia nata del público de las noches subsiguientes", se lee en el texto de Gómez de la Serna.
Terminaciones nerviosas
"Valle-Inclán nos regaló un montón de máscaras. Distorsiones, esperpentismos... Gómez de la Serna lo describe con una rigurosidad extraordinaria. Nos pone ante un compromiso que pasa por aceptar que no es lo mismo en una fecha que en otra. Eso está en la mirada de Gómez de la Serna, que es quien genera la obra. La biografía como dato enciclopédito no le interesaba, él prefiere acercarnos el alma y entender, gracias a su trabajo, las terminaciones nerviosas de una época".
Casablanc estará acompañado en el escenario por el piano de Mario Molina y contará con la ilumincación de Juan Gómez-Cornejo en una producción del Teatro Español y de Bravo Teatro. El actor, que acaba de rodar en la localidad malagueña de Casares Sacrilegio, otra adaptación de una obra del escritor gallego, proyecta, según Albertí, su visión del texto de Gómez de la Serna: "Invierte su propia mirada, su propia búsqueda ante el espejo de los dos ramones. Se produce un doble retrato, el del retratista y el del retratado. El montaje no pretende ser un retrato de ninguno de los dos. Es un retrato de un tiempo, un espejo de un Ramón que mira a otro Ramón con el filtro de nuestros propios ojos".
Principios éticos
Según Albertí, director e intéreprete también en Caravaggio, Vermeer y Velázquez, la obra nos invita a recorrer otro camino, más cercano a la intimidad, a la realidad cotidiana, a la valoración de unos principios éticos a veces ensombrecidos por la distorsión. "Nos invita a conocer en profundidad los mecanismos creadores de Valle, su compromiso irreductible con su posicionamiento ético en el mundo y cómo todo ello genera una de las obras cumbre de nuestra literatura", explica el director y dramaturgo que, desvela, se encuentra en estos momentos escribiendo un texto junto a Alberto Conejero que estrenará en el Grec de Barcelona.
[El dramaturgista, un piano y tres cuadros]
Gómez de la Serna se despide de Valle-Inclán en su texto y hace su "contricción final" señalando que es una de las biografías más "abracadabrantes" que ha escrito: "No sé si habré cumplido con el deber superior de hacer una biografía verídica a la par que entusiasta de este artista joven y nobre que murió viejo, quemado por el contraviento del persistir artista puro, independiente, trasnochador, desdeñoso de toda diátesis, hidalgo entretenido y genial que al no ser hora de conquistas se apaciguó en la poesía. Pero era tan inaudito, tan misteriosamente humano, que solo resucitando podría tener apropiado retrato, con digna escultura".