De Nao Albet y Marcel Borràs, de Nao Albet y Marcel Borràs

Casi desde que se conocieron, Nao Albet y Marcel Borràs empezaron a conjeturar con su separación. Y lo confirmaron en el Teatro de La Abadía, donde se dieron, con todo el histrionismo del que son capaces, el “no quiero”. Presuntamente, porque con ellos nunca se sabe: sus fieles ya han aprendido que no hay que fiarse del todo de esta pareja que nos ha propinado giros de guion abracadabrantes. En la memoria, aquel arranque de Mammón, con el que los descubrimos en Madrid en 2015. Las dos citas del Festival de Otoño agotaron el papel. En Barcelona, donde estuvieron cinco semanas, se dijeron adiós en el Teatre Nacional de Catalunya. Sobre el escenario, una puesta en escena deliberadamente límpida y simple. Nada de escenografía. Un par de sillas, el texto y sus camaleónicas dotes interpretativas. Inigualable.

Vudú (3318) Blixen, de Angélica Liddell

Con este montaje, título que ensarta la magia negra con la baronesa Blixen (Isaak Dinesen) y el meteorito al que pusieron su nombre en su centenario, Liddell satisface sus exigencias demoníacas y, de paso, se redime, al menos por algún tiempo. Como mínimo, las seis intensas horas que dura, veteadas con múltiples descansos entre partes aparentemente dispares en forma y contenido pero que conforman un conjunto que destila buena parte del flujo que supuran sus múltiples heridas. Algunas fértilmente autoinfligidas.

Foto: Luca del Pia

Don Ramón María del Valle-Inclán, de Xavier Albertí

El director catalán llevó al Teatro Español esta adaptación de la biografía que Ramón Gómez de la Serna publicó en 1944. Si algo definió este espectáculo, protagonizado por Pedro Casablanc, es lo que Albertí llamó ‘monodrama’, una especie de melodrama pero con forma de monólogo. El resultado vino a ser un recitativo de ópera con voluntad de dotar de música a una estructura dramática a través de sus acentos y musicalidades. Casablanc estuvo acompañado por el piano de Mario Molina.

Foto: Javier_Naval

El rey que fue, de Albert Boadella

Con esta obra Albert Boadella volvía con sus huestes de Joglars. Realmente, nunca las  dejó. El argumento de esta nueva entrega se centra en el Rey emérito. Muchos creyeron que se trataba del mismísimo Juan Carlos I el que se subía a las tablas del Principal de Zaragoza, pero era el simpar Ramón Fontserè interpretando una de sus mejores transformaciones (difícil superar las de Dalí, Pla, Pujol...). Puso la guinda una puesta en escena limpia , de gran sencillez, que carburó gracias a las metáforas marca de la casa.

Todas las canciones de amor, de Andrés Lima

El director madrileño, Eduard Fernández como único intérprete y Santiago Loza como autor subieron a los Teatros del Canal esta obra en la que el actor dialoga con su madre, encarnándola, a través de un monólogo con una puesta en escena muy cuidada, que incluía poesía, emoción, ternura y humor. El personaje de Ana María nos da así su punto de vista por el hecho de encontrarse ya muy lejos de la vida. Nos encontramos con alguien que se ha quedado sin memoria...

If (La ligereza), de Pedro Casas

La compañía de Casas llevó de nuevo a la sala Cuarta Pared este juego de ficciones que termina convirtiéndose en un espejo deformante de cómo otros ‘yoes’ hubieran sido posibles, de cómo otras vidas hubieran podido ser vividas. Andrés Acevedo, Tania Medina, Marta Pons, Iván Serrano, Luna Mayo y Jorge Vidal interpretan un montaje donde recordamos ese momento crucial donde tomamos la decisión que modificó nuestra existencia. Teatro para reflexionar mientras nos divertimos.

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Los pálidos, de Lucía Carballal

La dramaturga y directora muestra el día a día de un grupo de guionistas de una serie de televisión. Nos enfrentamos, con un reparto encabezado por Israel Elejalde, a un drama de ideas con formato realista que junta a un veterano profesional de la tele con una joven arribista identificada con las actuales modas del poder. En el fondo, un drama clásico que provoca el relevo en el poder o la sustitución de lo viejo por lo nuevo. La escenografía de Alessio Meloni tocó el cielo del CDN.

Foto: Luz Soria

Prima Facie, de Carlos Fischer

El texto de Suzie Miller, adaptado y dirigido por Fisher, relata, bajo la interpretación magistral de Vicky Luengo (a la altura de la versión anglosajona de Jodie Comer), la historia de Tessa, una brillante abogada que tiene que enfrentarse al poder judicial, a la carga de la prueba y a la moral. De ahí el título, una frase en latín, habitual en derecho y en filosofía, que significa “a primera vista”. Los temas de este monólogo, que vuelve ahora al Canal, parecen un fragmento de realidad.

Foto: Pablo Lorente

Valor, agravio, mujer, de Beatriz Argüello

Dirigida por Argüello y adaptada por Juana Escabias, estamos ante una de las dos obras que nos han llegado de Ana Caro de Mallén, autora sevillana del siglo XVII que la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) ha incorporado a su repertorio. El título se inscribe en el grupo de obras del Siglo de Oro protagonizadas por mujeres-hombre donde el juego estriba en la confusión de la identidad. La producción pudo verse en el Teatro de la Comedia y en Almagro.

Foto: Sergio Parra

Vano fantasma de niebla y luz, de Ana Contreras

Bécquer como pocas veces se oye y se ve. Esta producción, con Contreras en la dirección y con Raúl Losánez en la versión y dramaturgia, recuperó, rozando la excelencia, al poeta sevillano en el Teatro Fernán Gómez. El elenco, encabezado por Beatriz Argüello (esta vez como actriz), es el auténtico hacedor del éxito del montaje aunque todos los elementos del espectáculo se dispusieron para que el gran protagonista sea la palabra del poeta. Y lo fue.

Foto: Pablo Lorente