'La casa de Bernarda Alba': el terror a la soltería en la época de Lorca
La filóloga M. Francisca Vilches de Frutos analiza la situación de la mujer en la época en que Lorca escribió este clásico intemporal, que puede verse en el CDN.
Para comprender el éxito de La casa de Bernarda Alba (1936), transcurridos casi 80 años desde su estreno por Margarita Xirgu en el bonaerense Teatro Avenida (8-3-1945), así como su significativa contribución al proceso de construcción de identidad colectiva española, conviene tener en consideración, además de su sugestiva teatralidad, su compromiso con la igualdad en un período donde los debates sobre la condición femenina cobraron un fuerte impulso, en paralelo a medidas legislativas como el reconocimiento del voto activo y pasivo a las mujeres (9-12-1931) y la publicación de relevantes ensayos feministas de escritoras y políticas como Matilde de la Torre, Carmen de Burgos, Margarita Nelken, María de la O Lejárraga, Isabel Oyarzábal, y Clara Campoamor, quienes siguieron la estela de Concepción Arenal y Emilia Pardo Bazán.
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En este contexto García Lorca concibe un conjunto de obras que incorporan temáticas cuyas protagonistas muestran una concepción transgresora de la conyugalidad, maternidad y sexualidad imperantes, en un claro deseo de denuncia, pero también de reivindicación de esa preciada libertad que como un leitmotiv surca todas sus creaciones. Su cuestionamiento de los modelos tradicionales de identidad masculina y femenina adquiere así un carácter pionero.
En La casa de Bernarda Alba, subtitulada “drama de mujeres en los pueblos de España”, se presenta la represión ejercida sobre las mujeres en el ámbito rural como un símbolo de la existente en otros lugares. El luto riguroso y la reclusión en la casa familiar a la que somete Bernarda Alba a sus cinco hijas evidencian el aislamiento y la carencia de libertad de las mujeres, reducidas a estos espacios domésticos. A través de las actuaciones de sus principales protagonistas –Bernarda, Poncia y Adela– se denuncia el clasismo de una sociedad patriarcal donde las mujeres son víctimas, pero también transmisoras de ese sistema, se cuestiona la relación de sometimiento debido a las desigualdades económicas, y se defiende la necesidad de abogar por otra manera de concebir la sexualidad femenina.
"En la obra subyace el temor a la soltería en una sociedad donde la maternidad define la feminidad"
El doble cortejo de Pepe el Romano a Angustias y Adela quiebra el difícil equilibrio mantenido por Bernarda y pone en evidencia la desigualdad de trato para hombres y mujeres. La concreción del conflicto en este universo integrado únicamente por mujeres de distintas generaciones y clases (la presencia masculina solo existe por alusión o referencias simbólicas a la masculinidad) y definido por los estrechos límites de una vivienda donde cuartos, pasillos y ventanas semejan un laberinto del que no se puede huir, constituye una singularidad en la época.
Por otra parte, en la obra subyace ese temor a la soltería en una sociedad donde la maternidad y la conyugalidad definen el paradigma de la feminidad. De ahí el protagonismo de las otras hijas de Bernarda, cuyas edades –Angustias, 39; Magdalena, 30; Amelia, 27, y Martirio, 24– no permiten abrigar dudas sobre las consecuencias de su aislamiento en la casa familiar. Solo la mayor, heredera del primer matrimonio, puede permitirse romper con ese destino no deseado. Frente a esta injusticia García Lorca plantea la progresiva merma de la autoridad de Bernarda cuando se produce esa rebelión paulatina de las mujeres de la casa que culmina con el quebrantamiento de su bastón de mando por parte de Adela.
Los sucesivos montajes de la obra desde su estreno en España en un teatro comercial por Juan Antonio Bardem (1964), quien como otros directores y directoras posteriores supo entender la teatralidad del texto, han ido permitiendo amplificar su apuesta por la igualdad y han ido poniendo de relieve nuevos significados de la obra, convertida en símbolo del respeto hacia la diversidad de género, etnias y culturas, y lenguajes expresivos.