Nadie hace un teatro tan orgánico como el que cultiva desde hace décadas la compañía jerezana La Zaranda. Un proyecto frustrado por la muerte de la actriz Laura Gómez-Lacueva llevó a Eusebio Calonge y a Paco de la Zaranda a Manual para armar un sueño, un montaje que se fue gestando a fuego lento –no sin dificultades (un vendaval se llevó el techo de la nave donde ensayaban)– y que llega el 28 de febrero al Teatro Español con las actuaciones de Gaspar Campuzano, Enrique Bustos y Francisco Sánchez.
Teatro orgánico y sincero, por tanto, entre el esperpento y la crudeza, el de este veterano equipo –con títulos a sus espaldas como El régimen del pienso (2012), El desguace de las musas (2019) y La batalla de los ausentes (2023)– que ha escogido ahora la vanidad y la burocracia como objetivos de sus agudos y afilados dardos.
“Es un argumento muy remoto, común a distintas culturas, que aflora, por ejemplo, en nuestros autos sacramentales. Avanzar siguiendo sus huellas es algo que me interesa, poder leer que las inquietudes de nuestros clásicos no eran distintas a las nuestras. La obra se inicia con un descenso a la historia y acaba con una elevación. Es la fe en el teatro, la esperanza en la propia vida”, explica el autor Eugenio Calonge a El Cultural.
“¿Es posible la crítica con lo políticamente correcto? La gran censura es el miedo a perder la clientela”. Eugenio Calonge
Manual para armar un sueño no pretende ser, para el director y actor Paco de la Zaranda, una obra pedagógica pero nace de un “estar atento” a lo que ocurre: “Esperamos encontrar un estado de gracia que nos permita vaciarnos y preparar el lienzo en blanco donde desarrollar la historia".
"Cierto es que partimos de un texto, pero al bucear en él, al perdernos en su verticalidad, propiciamos que la propia partitura textual tenga que encontrar su destino”, añade.
Hay profundidad en todo cuanto dice (y hace) este tándem imprescindible en nuestro teatro, al que, sentencia Calonge, le falta lo verdadero y lo esencial, “eso que solo se podía dar en las compañías y que es todo lo contrario a la producción que busca un éxito”.
Aun así, Calonge es optimista: “Mientras el teatro nos siga hablando, nos sentiremos jóvenes, con todo por descubrir. Empezamos en cada representación. Cuando la luz se apaga no conocemos ni el pasado ni el futuro. Solo teatro poético, no político”.
Quizá por eso, el dramaturgo se enfrenta a la crítica social como si fuera un desgarro. “El teatro cruza su tiempo, eso hace que haya una fricción del artista con su época. Ahora todo esto se neutraliza muy rápido por el poder. Aquellos que se piensan más rebeldes acaban propagando lo que este quiere".
[La Zaranda como último refugio]
"¿Es posible la crítica con lo políticamente correcto? -se pregunta- La gran censura es que te silencien, ese miedo a perder la clientela. Las personas han sido apartadas de todo lo espiritual, el tener y no el ser”, sentencia Calonge, que tiene en proyecto retomar Extinta Poética (una compañía fuera de su “perímetro habitual”), reconoce estar preparando junto a Paco de la Zaranda la obra Quien sea llega tarde y, en solitario, su tercer festival Lux in Tenebris, que se celebra en el Monasterio de Uclés.