“No soy un especialista en el teatro español, soy un curioso del teatro del mundo”, advierte Tiago Rodrigues (Lisboa, 1977) al otro lado del teléfono en conversación con El Cultural. Sin embargo, el primer director no francés en comandar el Festival de Aviñón es el causante de poner al español en el foco de esta edición en la que, desde el 29 de junio hasta el 21 de julio, se hablará, en buena parte, en nuestra lengua. Un inicio que coincidirá con los preparativos de las Olimpiadas de París, a lo que se suman ahora unas inesperadas elecciones francesas, a las que Rodrigues anima a participar, “sin que eso les haga estar menos presentes en el festival”.
Pregunta. Siempre ha considerado que el teatro es esencial como transformador de conciencias. ¿Qué rol tiene en la Europa de hoy y cómo casa eso con el espíritu de Aviñón?
Respuesta. Tampoco soy la mejor persona para preguntar si el teatro es esencial. A mí me cambió la vida. Pero sí pienso que ofrece la experiencia de una ciudadanía completa. En una sociedad que ha evolucionado hacia el máximo confort posible, donde las reglas del mercado te animana quedarte en la comodidad de tu casa, protegido de la diferencia del otro, y a pedir a domicilio desde una pantalla, salir a la calle para estar en una asamblea humana con desconocidos a tu alrededor es un gesto reivindicativo en sí. Esa presencia física que exige el teatro es un acto más político hoy que en la Grecia clásica. El teatro propone algo que va contra las reglas del mercado y el pensamiento dominante, y eso lo convierte en un espacio de libertad.
[Angélica Liddell, el rito de la sangre en Aviñón]
P. En esa búsqueda por ofrecer miradas distintas surge su propuesta de invitar cada año a un idioma diferente. Tras su experiencia la edición pasada con el inglés, ¿por qué se decantó por el español?
R. Desde Aviñón vemos el mundo organizado en lenguas, no dividido en fronteras o nacionalidades. En este sentido, el español tiene una dimensión patrimonial muy reconocida en todo el mundo, con grandes artistas en teatro y danza. Además, nos permitía invitar de pronto a un director como Gwenaël Morin a hacer su adaptación enfrancés del Quijote, o a intelectuales como Enrique Vila-Matas o Paul B. Preciado a compartir su mirada del mundo. También podíamos mezclar amores antiguos del festival como Angélica Liddell con otros más nuevos como Tiziano Cruz o Malicho Vaca, nombres muy reconocidos como la española La Ribot –que se estrena en Aviñón– con algunos descubrimientos como el trabajo del Centro Dramático Nacional, que por primera vez representará una obra en el festival.
"El español tiene una dimensión patrimonial muy reconocida en todo el mundo, con grandes artistas en teatro y danza"
P. Y lo hará con La gaviota, una adaptación de la obra de Chéjov realizada por la peruana Chela de Ferrari e interpretada por un elenco compuesto por actores ciegos. ¿Cómo de especial es esta propuesta?
R. Llevamos varias cosas con el CDN en el festival, cuyo trabajo respetamos y admiramos. Hay un pequeño proyecto con Sara García Pereda y Alfredo Sanzol, autores y directores de las obras que serán leídas por jóvenes franceses para que el público descubra la dramaturgia contemporánea española. Por otro lado, nos interesaba muchísimo el trabajo ejemplar que hace el CDN con artistas con discapacidad, experiencias menos habituales de ver en los escenarios. Cuando descubrimos que tenían este proyecto con Chela de Ferrari, de la que vimos su Hamlet enFrancia, la programamos.
[Llegó el momento de Ricardo III]
P. También mencionaba a Angélica Liddell, que se ha convertido casi en una imprescindible del festival. ¿Siempre tuvo claro que abriría con ella esta edición?
R. Angélica era, en el año de la lengua española, la propuesta evidente. Es una de las pocas artistas, me parece que la única internacional, presente en las tres últimas ediciones. Ella tiene esa relación tan especial con Aviñón como para que su presencia aquí no dependa de quién dirija, sino de la fuerte conexión que la une al público y a este festival.
"Culturalmente no hay razón para que España y Portugal no sean territorios compartidos artísticamente por el teatro".
P. ¿Qué otros criterios tuvo en cuenta antes de programar esta edición?
R. Somos muy conscientes de que las obras que elegimos no pueden componer un retrato completo del paisaje del teatro y de la danza en lengua española. Tampoco estamos para decir quiénes son los mejores, sino para buscar equilibrios, estéticas, con una voluntad de mezclar propuestas muy diversas. Seguramente hay artistas que nos ilusionarían muchísimo presentar y no lo hicimos. Si pienso en La Tristura, Señor Serrano, Àlex Rigola, Pablo Messiez, Rodrigo García, o tantos otros, hay una diversidad del teatro en español que seguramente nunca, ni en diez ediciones del festival de Aviñón, seríamos capaces de presentar.
P. En esta edición, tendremos la oportunidad, además, de asistir a una de sus obras. ¿Qué nos puede contar de Hécuba, no Hécuba?
R. Empezó como empiezan todas mis obras, con la voluntad de entablar un diálogo con la realidad y con los títulos y autores que me inspiran. Cuando hace dos años trabajé en Ginebra se produjo un caso de malos tratos a niños autistas en un centro de acogida público. Yo entonces trabajaba con la madre de uno de esos niños, que vivía entre ensayar una obra y vivir ese drama. Con Hécuba, no Hécuba quería hacer con el teatro justicia simbólica, tratar esa cuestión de por qué todavía hoy, un país como Suiza –o Portugal o España–, con acceso a bienes esenciales, derechos y libertades, podía ser tan negligente hacia los más vulnerables.
P. Inglés, español... ¿Se hablará portugués en Aviñón?
R. Seguro, pero no tengo prisa. Uno de los riesgos que existen, cuando eliges obras para un festival, es quedarte en lo que ya te es familiar, pero nosotros preferíamos viajar a territorios artísticos desconocidos. Por eso tenemos a Gabriel Calderón y Tamara Cubas. De hecho, es la primera vez que una obra –Història d’un senglar (o alguna cosa de Ricard)– se presenta integramente en catalán aquí, y me parece curioso e interesante que sea el año en que la lengua española es la invitada porque afirma, lejos de todas las controversias políticas, la riqueza de las lenguas que están en contacto histórico y geográfico.
P. Entonces, ¿es de la opinión de que el teatro puede ser una herramienta de cohesión, por ejemplo, ibérica?
R. Sí. Siempre me pareció raro que España y Portugal estuvieran tan desconectados. Culturalmente no hay razón para que no sean territorios compartidos artísticamente por el teatro. Hoy las cosas están algo mejor, hay más interés y conocimiento mutuo. Los idiomas, en realidad, son una riqueza, no un problema.
Liddell vs. Bergman
Inspirado en el entierro de Juan Pablo II, Ingmar Bergman escribió el guion de su funeral como si fuera su última obra maestra. En Dämon. El funeral de Bergman, Angélica Liddell imagina, habitada por la iconografía y la filmografía del director, una obra inspirada por aquel texto. Pieza de apertura del Festival de Aviñón, el Palacio de los Papas la acogerá a partir del 29 de junio. “El espacio monumental lleno de historia entablará un buen diálogo con la poesía trasgresora de esta obra”, asegura Rodrigues, sobre esta propuesta que podrá verse en el Grec, desde el 19 de julio.