Nathalie Poza y Pablo Derqui interpretan a Blanche y Stanley en 'Un tranvía llamado deseo'. Foto: Javier Naval

Nathalie Poza y Pablo Derqui interpretan a Blanche y Stanley en 'Un tranvía llamado deseo'. Foto: Javier Naval

Teatro

'Un tranvía llamado Deseo', el choque entre ilusión y realidad de Nathalie Poza y Pablo Derqui

David Serrano dirige esta obra de Tennessee Williams en el Teatro Palacio Valdés de Avilés los días 31 de enero y 1 de febrero.

Más información: Regresa 'Historia de una escalera' 76 años después: la gran obra de Buero Vallejo sobre "la era del dolor"

Publicada
Actualizada

En 1947, con 36 años y ya famoso gracias al éxito de El zoo de cristal (1944), Tennessee Williams publicó su aclamada Un tranvía llamado Deseo, título que hacía alusión directa al tren que pasaba cada día cerca de la casa de Nueva Orleans donde vivía cuando la escribió.

Aquella fue también la presentación de sus personajes. “Me dijeron que tomara un tranvía llamado Deseo y que trasbordara a otro llamado Cementerio”, dice Blanche DuBois al llegar al número 632 dela calle donde vive su hermana Stella junto a su rudo cuñado, un obrero de origen polaco llamado Stanley Kowalski, con quien tendrá que convivir tras arruinarse y perder la casa familiar.

Atraída por esa fuerza de pasiones antagonistas, ese choque de trenes y esos dos destinos entre pasión y muerte, la actriz Nathalie Poza le propuso a David Serrano (Madrid, 1975) realizar una nueva adaptación para teatro.

La obra, que se estrena ahora en el Teatro Palacio Valdés de Avilés y recorrerá, entre otros, los escenarios del Arriaga de Bilbao (14 y 15 de febrero) y el Principal de Zaragoza (27 de febrero - 2 de marzo), antes de recalar en el Español de Madrid (12 de junio - 27 de julio), está protagonizada por la propia Poza, como Blanche, junto a Pablo Derqui (Kowalski) y María Vázquez (Stella), además del resto de personajes que interpretan Carmen Barrantes, Jorge Usón, Rómulo Assereto, Mario Alonso y Carlos Carracedo.

“Todos se juegan algo en esta obra. Blanche es la fantasía, lo etéreo y lo mágico, un personaje que quiere huir de la realidad porque no la soporta. Y no hay nada más pegado a la realidad que su cuñado Stanley. Pero es que la hermana, Stella, es un personaje fascinante también. Es una mujer de su época que tiene que aceptar determinados comportamientos”, cuenta Serrano a El Cultural entre el poco espacio que le permiten los ensayos de la obra y las audiciones de su próximo proyecto musical, Wicked, que estrenará en octubre.

"En la obra, Blanche simboliza la belleza de la cultura frente al capitalismo atroz de Kowalski". David Serrano

Premio Pulitzer en 1948, Un tranvía llamado Deseo fue inmortalizada por Elia Kazan en Broadway, protagonizada por el carismático Marlon Brando, con quien contó también para su adaptación a la gran pantalla junto a Vivien Leigh.

“Es cierto que la referencia es muy potente –admite Serrano–. Es igual que con La gata sobre el tejado de zinc, es imposible quitarte a Paul Newman y a Elizabeth Taylor de la cabeza, pero es un problema de los espectadores. Como director, me he alejado absolutamente de esa referencia. De hecho, no la he querido volver a ver”.

Más bien, lo suyo es,“salvo algún pequeñísimo corte en alguna escena”, una adaptación muy fiel al texto. “Quería una obra ‘sucia’, muy pegada a la realidad, con mucho grito, de tal manera que las escenas tengan verdad, que nos alejáramos lo más posible de estar haciendo teatro”.

Una propuesta que nos devuelve a la Nueva Orleans de los años 40 con una escenografía que moderniza aquel paisaje y que se traslada a esa casa de una manera un tanto onírica, como reflejo de la cabeza de su protagonista. “Blanche es un personaje que está siempre oculta por cortinas y en la puesta en escena hay muchas telas”.

Escrita en 1947, ambientada en esa América de entonces, la obra de Williams, no obstante, continúa hoy dialogando con el presente. “Obviamente, la violencia machista, tan presente en la función, es algo que, por desgracia, está de absoluta actualidad. Aunque, por suerte, hay cosas que han cambiado mucho”, valora el director.

Además, es una historia universal. “Ese choque de dos personajes tan sumamente opuestos. La poesía, la belleza de todo lo que se puede acercar a la cultura, que simboliza Blanche frente al capitalismo atroz y al ciudadano que lo único que quiere es crecer económicamente y tener su casa a buen recaudo, como es Kowalski. Son personajes tan universales que no envejece nunca”, concluye.