Rozalén intrepeta a Chavela, como mito en la obra. Foto: Sergio Parra

Rozalén intrepeta a Chavela, como mito en la obra. Foto: Sergio Parra

Teatro

La última función de la eterna Chavela Vargas

Carolina Román recrea en una obra de teatro la vida y música de ‘la Chamana’, con Luisa Gavasa, Rozalén, Nita y Paula Iwasaki como protagonistas.

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En julio de 2012 Chavela Vargas protagonizó su última actuación en la Residencia de Estudiantes de Madrid. Hospitalizada por un cuadro de fatiga, tenía entonces 93 años, y en cuanto se recuperó, regresó a México. Allí, poco después, fue ingresada de nuevo el día 30 del mismo mes. Seis días más tarde, la dama del poncho rojo falleció.

A partir de estas últimas 72 horas Carolina Román (Formosa, Argentina, 1972) invoca a la artista en Chavela, la obra que estrena hoy –hasta el 2 de febrero– en el Calderón de Valladolid.

Fue María Cortina, amiga íntima de la cantante, quien, tras ver su anterior espectáculo, Juguetes rotos, le propuso llevar su historia a los escenarios. No me interesaba tanto el mito como la persona. Yo quería hablar de la vejez y de la herida primogenia, el abandono de sus padres, que es el dolor más grande que tuvo. Aquello la acompañó hasta el final”, cuenta la dramaturga y directora de escena a El Cultural sobre su decisión de “instalarse” en esos últimos tres días, a partir de los cuales evoca “los recuerdos que vienen a buscarla”.

Desde ese lugar, debilitada, casi febril y bajo los efectos de la morfina, la obra plantea la muerte de la cantante de una manera más mágica y menos trágica. “Chavela es inabarcable y esto no es una imitación. Nadie puede hacerlo. Pero sí es una especie de canalización de sus historias a través de, en este caso, Luisa Gavasa, que es quien encarna a la Chavela mayor”.

Coprotagonizada por Rozalén y Nita –ambas, por primera vez en un escenario de teatro, se alternarán el papel de Chavela mito–, y por Paula Iwasaki como Chavela niña y joven, estarán acompañadas por Raquel Varela y Laura Porras, además de por Alejandro Pelayo, de Marlango, al piano.

“No me interesaba tanto el mito como la persona. Quería hablar de la vejez y la herida”. Carolina Román

La función plantea un diálogo entre las tres etapas de su vida, “como una señora sola, una mujer con muy mala leche, pero también encantadora y seductora. Ella es todo lo poliédrica que somos cualquiera de nosotros, y es desde ese lugar humano, saltando del humor a la nostalgia, desde donde la veremos”.

De su relación con las tribus indígenas de Costa Rica y México que la salvaron de la polio y del alcoholismo, al rechazo que sufrió en su infancia, o su admiración por Federico García Lorca, Chavela recrea a una mujer “que cantó tanto al amor y, sin embargo, estuvo sin él. Ella sufrió e hizo sufrir, pero tengo la sensación de que no tenía esta capacidad de quedarse con las mujeres que amó. Siempre se iba”.

Con una escenografía emocional inspirada en la cristalera de la casa de Chavela en Tepoztlán, –aunque esto no es un musical, como subraya Román–, la música es el otro bastión de esta interesante propuesta escénica, donde resuenan las letras de sus interpretaciones más personales y desgarradoras, como La llorona, Piensa en mí, Luz de luna, Macorina o Paloma negra.

“Chavela era una criatura mágica y curiosa. Y pudo, con más de 80 años, salir a comerse el mundo y ser eternamente Chavela. Que la vida te proponga ese baile me parece mágico”. Un baile que, tras su paso por Valladolid, recorrerá los teatros de Cervantes en Málaga, el Principal de Zaragoza y el Marquina de Madrid.