Marta Belenguer, Mélida Molina y Ernesto Alterio protagonizan 'Viejos tiempos'. Foto: María LaCartelera

Marta Belenguer, Mélida Molina y Ernesto Alterio protagonizan 'Viejos tiempos'. Foto: María LaCartelera

Teatro

Los 'Viejos tiempos' de Harold Pinter: un pasado aún en construcción

Beatriz Argüello estrena en La Abadía esta obra del Nobel de Literatura, con traducción de Pablo Remón, protagonizada por Marta Belenguer, Mélida Molina y Ernesto Alterio.

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Cuando en 1971 Harold Pinter escribió Viejos tiempos, rompió con su trayectoria literaria anterior —las conocidas como comedias de amenaza— y dio un giro en su carrera con textos más introspectivos, donde investigaba conceptos como el tiempo y la memoria. Aquel título —además de Paisaje y Silencio, que eran piezas cortas— fue el primero que escribió como una obra larga de dos actos, donde ya investigaba en ese nuevo universo, al que seguirían Traición o Tierra de nadie.

Fascinada por la complejidad de este título, “donde la cronología de la acción se rompe completamente”, Beatriz Argüello (Madrid, 1975) eligió esta obra del Nobel de Literatura para regresar a “los cimientos de su carrera”, a La Abadía, donde se formó hace ya treinta años en la primera promoción de actores.

En Viejos tiempos, el dramaturgo indagaba en la reconstrucción de los recuerdos a partir de la llegada de Anna (aquí, Marta Belenguer), una vieja amiga de Kate (Mélida Molina), al hogar que esta comparte con su marido Deely (Ernesto Alterio).

“Anna es el pasado, ella entra como un torbellino en el presente para desestabilizar y dinamitar el tedio de ese matrimonio que está en una casa de campo solitaria en la playa”, cuenta a El Cultural la directora de escena.

A partir de ese momento, el relato irá transformando la memoria. “Ninguna de las versiones cuadra y eso es maravilloso. En realidad, cada uno utiliza la invención de esos recuerdos como un arma arrojadiza para destruir al otro y conseguir así el amor de Kate. Algo que se va recrudeciendo a lo largo de la obra hasta su desolador final”.

Lo que nos atrapa de la obra de Pinter es el secreto que esconde. “Es el misterio no tanto de la trama, sino de cómo sus tres caracteres tan peculiares conviven con sus propios recuerdos. Viejos tiempos es una obra donde parece que no pasa nada, que el diálogo es banal, porque, si hablan de lo verdaderamente importante, no podrían sobrevivir a la frustración y el dolor que llevan dentro”, apunta Argüello. “Es preferible hablar de lo frío que está el café. Y estas situaciones van a ser muy reconocibles también para el público”.

Coproducida por La Abadía y Entrecajas, la obra, que podrá verse hasta el 13 de abril en el teatro madrileño, ha sido traducida y versionada por Pablo Remón, de manera muy fiel al texto original.

"'Viejos tiempos' trata sobre el uso de la memoria como arma arrojadiza". Beatriz Argüello

“Claro que hay cierta licencias –explica Argüello –, porque Pinter es un esteta absoluto de la palabra. Es impresionante. Hay juegos sonoros que están totalmente estudiados. Cómo un personaje dice una frase y otro la repite en el segundo acto en un momento determinado con una cierta intención. Igual que las pausas. Hemos respetado los silencios tan característicos de su estilo. Pero Pablo ha resuelto esta tarea tan compleja de una manera magistral, porque ha conseguido versionar un texto inglés, con una estructura muy precisa, y que no parezca solo una traducción, que no huela a tinta, sino hacerla viva”.

Con esta obra, ha contado el propio Remón, el Nobel “se inventa una nueva forma de escribir, por la que transitará durante algunos años más: una escritura misteriosa y poética, alejada del realismo, donde lo verdadero y lo falso, la memoria y la invención, el recuerdo y el sueño, se confunden”.

Un universo melancólico que Argüello recrea en escena a partir de unos personajes ‘encerrados’ en una especie de isla con tres paredes, a modo de salón con un gran ventanal al fondo. “Pinter tiene siempre algo de encierro, pero de un encierro interior. Lo de fuera está allí, en el horizonte. Sí se nombra, si escuchas con atención se oye el mar, pero el exterior nunca se acaba de ver. La ventana me permite jugar con todo ese mundo de fuera que también es el pasado, lo desconocido y lo añorado”, señala.

Un juego que, acompasado por el vaivén del relato del recuerdo, transformará el salón en una barra de bar, o los sillones en butacas de un cine, para traer “retazos del pasado al presente”, en una propuesta escénica que es, a la vez, muy musical, con canciones americanas de los años 40. “La música se usa como elemento evocador de lo que podría haber sido”.

Ambientada entre esas dos realidades, la década de los 70 que evoca los 40, la obra, no obstante, dialoga particularmente con el presente. “Viejos tiempos trata sobre la condición del ser humano y la utilización de la memoria como arma arrojadiza. Usamos los recuerdos como nos conviene para conquistar lo que queremos”, reflexiona Argüello sobre este título que después girará por Talavera de la Reina, León y Málaga.

“Pinter lo lleva al ámbito de una pareja, pero es igual a la utilización de la historia en beneficio propio. ¿Qué es verdad y qué es mentira? Vivimos en un mundo totalmente saturado de información y llega un momento que ya no sabes a quién creer”.