Uno de los episodios más extraordinarios de la biografía de Cayo Julio César ocurrió cuando todavía era un joven idealista con aspiraciones políticas. En el año 75 a.C. partió desde la Urbs hacia Rodas para ampliar sus estudios, pero de camino, cerca de la isla de Farmacusa, fue capturado por piratas cilicios, los más temidos y sanguinarios del Mediterráneo. El romano, sin embargo, no solo se mofó ante los veinte talentos de plata que sus raptores reclamaron por el rescate —dijo que su vida no valía menos de cincuenta—, también les prometió en varias ocasiones que les colgaría a todos en cuanto lo soltaran. Y así sucedió: al quedar libre, reclutó una flota, dio caza a los bandidos y ordenó crucificarlos.
A partir de esa rocambolesca aventura, la trayectoria de César fue prototípica, sirviendo en una legión como tribuno militar, siendo magistrado financiero del gobernador de la Hispania Ulterior y desempeñando diversos puestos legales y civiles en Roma. Hasta alcanzar los títulos de pretor y cónsul en los años 62 y 59 a.C. respectivamente, su figura no rompió a brillar como una de las más poderosas de la República romana. De hecho, es célebre la anécdota que narra Suetonio sobre la visita del futuro dictador al Templo de Hércules de Cádiz: rompió a llorar delante de la estatua de Alejandro Magno al comprobar que no había firmado nada notable en su vida a la edad que el caudillo griego había conquistado medio mundo.
Pero Julio César, hombre despiadado, general sobresaliente y aliado de la diosa Fortuna, acabaría convirtiéndose en uno de los grandes personajes de la historia. Solo por eso, por la atención que ha despertado su figura desde la Antigüedad, conocemos su accidentado encuentro con los piratas y otras anécdotas vitales. Como asegura la historiadora británica Patricia Southern, su carrera anterior únicamente cobra importancia cuando la contemplamos en retrospectiva.
La investigadora especializada en la Antigua Roma publicó en 2018 Julio César, una biografía que acaba de traducir al español Desperta Ferro (a la venta el día 30). Lo novedoso de su enfoque radica en separar las historias fantasiosas de un "individuo legendario" de su realidad, o al menos de las informaciones verosímiles —la mayoría de escritos de César sobre la conquista de la Galia y las guerras civiles fueron redactados con un claro afán propagandístico; es decir, la principal fuente es él mismo—, y en demostrar que su asombrosa trayectoria no fue ineluctable ni predestinada, sino el resultado de un temperamento implacable y unas decisiones virtuosas.
Desde su asesinato en los idus de marzo del año 44 a.C., quizá el mayor magnicidio de la historia, la fascinación de las letras universales por la figura del militar ha sido eterna, desde los volúmenes de los propios historiadores antiguos hasta los manuscritos de un embelesado Napoleón, que definió a su héroe como "un hombre de inmenso genio y de inmensa audacia, a la vez y en la misma persona". Un tratamiento de todos los trabajos escritos sobre Julio César —otros trabajos de referencia son los de Adrian Goldsworthy o Philip Freeman—, resume Southern, requeriría de toda una vida.
El César de ficción
Su libro es uno de los tres que desembarcan ahora en las librerías españolas con el dictador vitalicio como protagonista principal. Los otros dos son sendas novelas históricas firmadas por Santiago Posteguillo (Roma soy yo, desde el 5 de abril) y el italiano Andrea Frediani (La sombra de Julio César).
El proyecto del superventas español, una serie de ficciones para reconstruir la vida y la época de César, que regresa a Penguin Random House, su primera casa editorial, tras consagrarse con Planeta, ha sido anunciado como su "mayor desafío literario". "Yo siempre he querido escribir sobre César, pero sentía que debía merecer escribir sobre él", asegura. Tras dedicar más de 7.000 páginas a la Antigua Roma y a emperadores como Trajano o Julia Domna, y a "sentir que empiezo a tener una comprensión global del mundo romano", ha decidido finalmente cruzar su particular Rubicón.
La primera de las novelas se centra en los orígenes y la juventud del personaje, el periodo sobre el que las fuentes antiguas ofrecen menos datos, y parte del momento en el que se da a conocer al pueblo romano como abogado en un juicio de enorme trascendencia política contra el poderoso y corrupto senador Dolabela. Las dos décadas que asentaron la grandeza y la reputación de Julio César y lo elevaron a la divinización, las abordará Posteguillo en las siguientes entregas, todavía sin un número cerrado, aunque ha prometido un relato al que le dedicará los próximos diez años. "Narrar a César completo, sin que se revuelvan los dioses romanos contra mí en sus templos, no se puede hacer en una, dos ni tres novelas", aventura el autor.
El germen de la trilogía Dictator de Frediani, un autor más polifacético con una treintena de ficciones históricas publicadas que cubren desde la batalla de las Termópilas hasta la II Guerra Mundial, se encuentra en una petición de su editor. La rechazó al principio precisamente por esa vastísima literatura sobre César. ¿Qué aspectos novedosos podría aportar? Pero luego lo reconsideró al descubrir a Tito Labieno, estrecho colaborador y lugarteniente del general en la guerra de las Galias hasta que comenzó la operación de derribo de la República, cuando se cambió de bando. Este personaje histórico, sobre el que se construye la trama, murió combatiendo a su antiguo amigo en Hispania, en la batalla de Munda (45 a.C.).
Los tres libros cesarianos de Frediani, hijo de un militar y estudioso de la guerra con más de un millón de ejemplares vendidos en Italia, se publicaron en un mismo año (!), en 2010. Espasa ha iniciado la traducción al español de la serie ahora, doce años después. Una nueva guerra romana de ficción, con Julio César como sujeto, se vislumbra ahora en las librerías españolas. Al best seller Posteguillo le ha salido competencia.