De todos es sabido que la relación de la caricatura –y, bien podría decirse también, del humor en general– con la política viene de lejos. Los personajes públicos como colectivo y las autoridades en especial han sido objeto privilegiado desde tiempo inmemorial de bromas, burlas, sarcasmos o pullas de la sociedad en su conjunto, de los sectores desplazados y también, muy en particular, de las capas ilustradas.
Las múltiples posibilidades que abría la difusión impresa, primero, y la eclosión de la prensa periódica, después, multiplicaron hasta casi el infinito las oportunidades y formatos para protestar o incluso zaherir al poder, en tanto que las pautas establecidas en la edad contemporánea por la sociedad liberal ampliaron la crítica hasta niveles desconocidos hasta entonces. Puede convenirse, en fin, que con el liberalismo empieza la edad de oro de la caricatura y la sátira política.
La importancia incuestionable de este modo de expresión y dicha actitud crítica en las tribunas públicas, en cenáculos más o menos selectos y en la misma actividad política, entendida en un amplio sentido, hace más incomprensible su sistemática postergación en la historiografía al uso, al menos en nuestros lares. Desdeñadas tradicionalmente como asuntos menores, arrumbadas al nivel de elementos anecdóticos, la sátira y la caricatura no han obtenido en los estudios históricos el reconocimiento que su relevancia reclama.
Título: Dibujar discursos, construir imaginarios. Prensa y caricatura política en España (1836-1874)
Autor: Gonzalo Capellán (Ed.)
Editorial: Editorial Universidad de Cantabria
Año de edición: 2022
Disponible en Editorial Universidad de Cantabria Vol. 2 (Sólo en digital y gratuito)
Disponible en Unebook Vol. 2 (Sólo en digital y gratuito)
Por eso, hay siempre que alegrarse con la aparición –que suele ser normalmente a cuentagotas– de estudios serios sobre estos aspectos o expresiones, pero hay que felicitarse señaladamente con obras como esta editada por la Universidad de Cantabria, pues presenta un carácter excepcionalmente fructífero por los diversos motivos que se desgranarán a continuación.
Se trata, en primer lugar, del resultado de una investigación rigurosa surgida en el ámbito universitario. Aunque, para hablar con propiedad, no es solo una, sino múltiples investigaciones sectoriales que se han ensamblado en un conjunto armonioso, de tal manera que dichas aportaciones se complementan y contribuyen a formar un mosaico que refleja con precisión y agudeza lo que representó la caricatura política en la España liberal.
Son diecinueve los autores que participan y veinte los capítulos (el editor, Gonzalo Capellán, firma dos de ellos) que integran la obra, a los que hay que añadir la introducción, también responsabilidad del citado editor del volumen y dos apartados más, correspondientes a las fuentes y bibliografía, por un lado, y a un índice icono-onomástico, por otro. Con todo ello el ejemplar supera las seiscientas páginas, un dato que por sí solo expresa la magnitud del empeño.
Nos hallamos ante una delimitación cronológica precisa, el período comprendido entre 1836 (año en que aparece El Sancho Gobernador, diario ilustrado con caricaturas, al que se le dedica el primer capítulo) y 1874, año decisivo que marca el fin del liberalismo convulsivo: en otras palabras, esto supone abarcar la casi totalidad del reinado isabelino y la integridad del Sexenio Revolucionario. Es comúnmente aceptado que, en 1875, con la Restauración canovista, se abre una nueva fase en la historia de España.
Lo que interesa destacar por encima de todo es la impresionante riqueza de imágenes, ideas, símbolos, dibujos, representaciones o caricaturas que han logrado aquí compilar los diversos autores (algunas procedentes de una fuente tan poco frecuentada como fructífera: las cajas de cerillas). Haré un repaso muy sucinto, porque dar cuenta de este espectacular contenido con el detenimiento que merece excede con mucho los márgenes de una reseña.
El volumen se estructura en dos grandes bloques, subdivididos a su vez en dos partes. En la primera de todas se analizan determinados periódicos representativos como Fray Gerundio, El Padre Adam o El Ermitaño, aunque otros colaboradores prefieren estudiar determinadas cabeceras desde una perspectiva más concreta, como la imagen de la mujer o la guerra de África. En la segunda parte de esta primera sección se examinan las caricaturas, campañas gráficas o imágenes satíricas de importantes personajes públicos del momento, como Carlos VII y Amadeo I, Ruiz Zorrilla, Sagasta o Pi y Margall.
La parte inicial del segundo bloque examina diversas representaciones de la república durante el Sexenio y se detiene luego en la "(de)construcción" del Estado, las "imágenes de España como nación" y la consideración de la Hacienda pública. La última parte, en fin, nos conduce a una reflexión sobre el lenguaje y los conceptos, a partir de cuestiones como la corrupción política, las representaciones de la prensa, la noción de "pueblo" y el constitucionalismo. El libro se cierra, muy acertadamente, con una reflexión teórica final que casi opera a modo de resumen y de conclusiones, como indica su elocuente epígrafe: "Humor satírico, prensa y caricatura en España, 1836-1874".
Tendría que haber quedado claro con todo lo expuesto que la caricatura y la sátira política trascienden las coordenadas convencionales del humor o, si se prefiere, como bien se señala en la introducción, que nos encontramos con una modalidad expresiva mixta, que hibrida lo jocoso con lo serio para alcanzar de modo más efectivo sus fines corrosivos. En todo caso, si nos empeñamos en enfocarlo desde el prisma del humor, sería para concebir este como un arma de combate que perseguiría una deformación premeditada de la realidad, con medios tan variados que irían desde el más sutil distanciamiento irónico hasta el sarcasmo más mordaz y sangrante.
En el fondo, esa argumentación implica que nos encontramos en un terreno de la representación simbólica que incluso excede el ámbito que habitualmente adjudicamos a la caricatura stricto sensu. El contenido es, pues, fiel al título del libro: más allá de la simple caricatura frívola, vemos cómo se "dibujan" discursos y se "construyen imaginarios".
Queda consignar, por último, por si todo lo dicho fuera poco, que el volumen comentado se complementa con otro, de carácter digital, de libre acceso, que recoge medio centenar de cabeceras de prensa del período (se incluyen títulos de un amplio espectro ideológico, aportando una rica información sobre algunos periódicos muy poco conocidos).
Y aún hay más: una serie de códigos QR que permiten revisar con detalle muchas imágenes que originalmente fueron publicadas en formatos de gran tamaño o bien obtenerlas en alta resolución en el portal web de la Editorial de la Universidad de Cantabria. Por todo ello, no cabe más que concluir que estamos ante una espléndida iniciativa que, según se nos anuncia, tendrá pronta continuación para abarcar los periodos siguientes.