Antony Beevor: "La amenaza de la III Guerra Mundial es muy real"
El historiador británico plasma en su nueva obra la brutalidad desencadenada por la Revolución rusa de 1917 y el baño de sangre del posterior enfrentamiento civil.
30 junio, 2022 02:21"Todo ha pasado ya y estoy de vuelta", saluda enérgicamente Antony Beevor (Londres, 1946) al otro lado de la pantalla. No parece a simple vista que acabe de sortear tres días de hospitalización por Covid-19 ni que esté tratando de derrotar a un cáncer con sesiones de quimioterapia. El popular historiador de la II Guerra Mundial acaba de publicar Rusia. Revolución y guerra civil 1917-1921 (Crítica), un volumen de ritmo extenuante que bosqueja un catálogo de los horrores provocado a raíz de uno de los episodios decisivos del pasado siglo.
Explica Beevor, especialista en historia militar, que empezó a trabajar en este libro hacia 1989, cuando se propuso escribir una obra sobre todas las revoluciones que presenció Europa tras la Gran Guerra. Ahora, como autor consolidado por la crítica y las ventas, ofrece un relato lleno de sangre y atrocidades que prioriza la dimensión humana. Y no se olvida de mencionar a sus ayudantes: Lyuba Vinogradova, con quien ya colaboró para armar Stalingrado y que se ha recorrido los archivos rusos durante más de cinco años; y Alexei, que ha hecho lo mismo en Ucrania. "Hasta que, por supuesto, tuvo que apagar el ordenador y coger un rifle", dice el historiador.
Pregunta. Se han publicado cientos de estudios sobre esos diez días que conmocionaron al mundo, como los definió John Reed, y la posterior contienda. ¿Qué es lo novedoso de su enfoque?
Respuesta. Creo que lo principal es la diferencia que existe entre las fuentes. La mayoría de la gente que ha escrito sobre la Revolución rusa y la guerra civil lo ha hecho sobre todo desde un punto de vista de análisis político: el desarrollo del bolchevismo, cómo se hicieron con el control, las disputas entre los partidos... Para mí, el punto más importante es que la guerra civil rusa fue el conflicto más influyente del siglo XX porque otorgó un carácter internacional a la división entre los rojos y los blancos, aplastando el centro liberal. Fue un círculo vicioso de miedo y odio que llevó a la Guerra Civil española y a la II Guerra Mundial. Y aún vivimos con las consecuencias hoy.
Los otros libros que son muy analíticos a nivel político creo que fallan a la hora de reflejar el carácter de la guerra y de la lucha. Y para esto hacían falta los testimonios personales y detallados de ambos lados que hemos encontrado en los archivos rusos y ucranianos. Nos muestran hoy en día cómo fue la vida bajo tal sufrimiento y tal control totalitario que se estaba estableciendo en en la Unión Soviética como resultado de la guerra civil.
P. Su relato se centra en describir los acontecimientos y recoger los testimonios de los protagonistas, tanto principales como anónimos, sin casi profundizar en análisis. ¿Qué se logra con esta visión?
R. El elemento humano. Es un conflicto que estaba deshumanizado en muchos aspectos. Me sorprendieron muchísimo, por ejemplo, los diarios de oficiales británicos que estaban en Siberia y en el sur de Rusia con los refugiados, entre los que había muchos burgueses y muchos aristócratas. Fueron los hombres quienes cayeron en la apatía absoluta y se dieron al alcohol. Eran patéticos. Las mujeres intentaron mantener a las familias unidas, fueron las que mostraron valor y coraje real durante esa época. Y creo que es fácil ver muchos detalles de verdad humana en esos relatos sobre lo que realmente estaba pasando dentro de ese sufrimiento inimaginable.
P. ¿Se imaginaba un escenario tan brutal, cruel y violento, lleno de atrocidades?
R. Tenía una idea, pero lo que encontré fue mucho más allá de cualquier cosa que me pudiera haber imaginado. En las zonas en las que estaban en minoría, los bolcheviques buscaron atemorizar al resto de la población. Pero lo que me parece aterrador es leer los detalles de la crueldad y el sadismo, particularmente de las checas en Ucrania, en Kiev o Járkov. Está más allá de cualquier tipo de comprensión humana en muchos aspectos. No solo se trataba de eliminar a los enemigos para protegerse a uno mismo, sino que parecía que existía un verdadero placer a la hora de infligir ese dolor y sufrimiento totalmente gratuito con esos métodos de asesinato y de tortura. Eso me ha resultado muy chocante y no tengo claro si lo he entendido completamente.
"El miedo a otra guerra civil es algo que ha enraizado profundamente en Rusia"
P. Asegura que "en lo que atañe a la inhumanidad implacable, nadie superó a los bolcheviques". Y recuerda que los nazis aprendieron de sus métodos. ¿Fueron el odio y el terror el motor de la revolución?
R. La época de Goebbels nos hizo ver que la combinación de odio y miedo es lo que produce este efecto. Tanto en España como en Rusia existe este elemento macho en el que el hombre no puede mostrar su miedo, lo que crea una reacción más explosiva todavía en el campo de batalla y en términos de violencia. Ambas cosas están muy vinculadas a esta internacionalización del miedo que produce la violencia. Y creo que eso fue tal cual en la guerra civil rusa. Este tipo de conflictos producen más miedo todavía, porque es difícil identificar a los enemigos. Las líneas del frente no están tan claras.
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P. ¿Cuáles son los principales mitos de la Revolución rusa?
R. El principal es la inteligente propaganda de los bolcheviques. Entendieron que no tenía sentido la argumentación, sino repetir eslóganes. Y por eso describo en el libro la escena de los activistas que van en un tren hacia Moscú repitiendo consignas. Sabían que los campesinos, así como muchos habitantes de las ciudades, no tenían ni idea de política porque nunca habían tenido ningún tipo de implicación en ella. Entonces, lo que había que hacer era dar con la frase, con el eslogan adecuado, y metérselo en la cabeza a los campesinos. Esto funcionó bastante bien.
Además, el golpe de Estado bolchevique estuvo basado en tres grandes e inteligentes mentiras que venían de Lenin, quien sabía que iba a haber una guerra civil. Empezó prometiendo tierra a los campesinos, pero luego se dio cuenta de que eso era un gran error. Así que adoptó el eslogan de los grandes revolucionarios, tierra y libertad, prometiéndosela cuando en realidad iban a ser granjas colectivas. En el caso de las fábricas, aseguró que los sóviets las controlaría. Bien, eso fue cierto, pero los propios sóviets estaban controlados por el partido y el Estado. Y tercero, prometió paz y en cambio su plan era transformar la guerra imperial contra Alemania en una guerra civil internacional. Estos fueron los tres grandes mitos bolcheviques sobre los cuales se fundó toda la Unión Soviética.
P. El Lenin que emerge en estas páginas es un hombre implacable dispuesto a provocar un "genocidio de clase" con la intención de alcanzar el poder absoluto. ¿Habría que considerarlo como uno de los grandes tiranos de la historia?
R. Sí, sin duda. Sin Lenin no creo que hubiera podido existir el golpe de Estado bolchevique. Fue el único que tuvo esa motivación. Era brillante a la hora de saber lo que podía conseguir. Tenía un desprecio absoluto por cualquiera que estuviera en desacuerdo con él. Muchos otros, incluso Trotski, tenían sus dudas sobre el éxito del golpe de octubre. Pero Lenin sentía que con cualquier golpe lo importante no era cuántos activistas tenías de tu lado, sino cómo la gran mayoría se mantenía indiferente.
P. Y a pesar de su sangrienta biografía, su momia sigue siendo venerada hoy en la Plaza Roja de Moscú…
R. Desde el intento de asesinato de Fanni Kaplán en 1918, Lenin fue santificado y se estableció una especie de culto de personalidad en torno a su figura. Se convirtió en un héroe, en el símbolo de la revolución, de la Unión Soviética. Y ahí se quedó. Putin no quiere quitarle de ahí, a pesar de que su obsesión es con el antiguo Imperio ruso. Él no habla de Lenin. Y apenas menciona a Stalin, a no ser que haga referencia a la gran victoria de mayo de 1945. Putin está muchísimo más interesado en el pasado zarista, que es lo que él quiere restaurar. Y su gran héroe, su modelo, es Pedro el Grande. No hay estatuas de líderes soviéticos en el Kremlin. Son todos zares.
Putin ha tenido mucho cuidado en la manera en la que ha reducido la importancia de los dos bandos de la guerra civil, incluso trayendo de vuelta los restos de generales de las fuerzas blancas para ser enterrados, cosa que alarmó mucho en su momento. El miedo a otra guerra civil es algo que ha enraizado profundamente en Rusia. Pasó con la muerte de Stalin, cuando todo el mundo lloraba desconsoladamente no por su marcha, sino por un miedo a otra contienda fratricida. Putin, de hecho, lo utiliza mucho como argumento para que Rusia se mantenga unida contra Occidente.
"La guerra civil rusa fue el conflicto más influyente del siglo XX"
P. Muchos analistas dicen que el autócrata ya ha perdido la guerra en Ucrania. ¿Lo ve así?
R. No. Creo que se está empezando a decir que ha sufrido una derrota estratégica, pero no está perdiendo la guerra. De hecho, lo que están intentando hacer es una paz temporal para lograr más tiempo para rearmarse y reorganizar sus tropas. Putin cree fervientemente en la máxima napoleónica de retroceder para entrar con más fuerza. No nos podemos fiar de Putin en cualquier tipo de tratado de paz.
Y es muy importante que Occidente, no solamente la OTAN, ante los problemas de una recesión global, de la crisis alimentaria o energética, no se debilite y no obligue a Ucrania a aceptar una paz que no sería tal. Si hay algún tipo de acuerdo, debería tener una garantía de que cualquier intento por parte de Putin de volver a atacar encontraría una respuesta contundente por parte de Occidente. No sabemos si todos los países estarían dispuestos a respaldar algo así, pero Ucrania no está en posición de aceptar cualquier tratado de paz con alguien tan poco honesto como Vladímir Putin.
P. Finlandia y Suecia finalmente van a engrosar las filas de la OTAN. Putin ha advertido en numerosas ocasiones que actuaría ante la expansión de la alianza. ¿Teme una III Guerra Mundial?
R. Putin ha dicho abiertamente que quiere reconstruir el Imperio ruso, no solamente la URSS. Eso incluiría Polonia. Así que me parece una amenaza muy real. Que Suecia y sobre todo Finlandia se unan a la OTAN otorga una perspectiva completamente diferente al frente norte. Los finlandeses tienen capacidad de desplegar a 1,2 millones de soldados y están muy bien organizados. Tienen unas fuerzas militares muy sólidas, como se vio en la Guerra de Invierno (1939-1940).
Creo que la nueva reunión de la OTAN es fundamental, especialmente por el cambio del enfoque más económico al militar. Y sí, me temo que el peligro de una IIIGM no ha desaparecido. No estoy diciendo que sea probable, pero desde luego es un peligro real. No conocemos el estado mental de Putin lo suficientemente bien y no sabemos si estaría dispuesto a utilizar algún tipo de arma nuclear. Él, como Stalin, quiere infundir miedo, no amor.
P. Usted es enemigo público en Rusia desde que se publicó Berlín. La caída, 1945, donde sacaba a la luz las violaciones cometidas por el Ejército Rojo. Le han acusado de generar una leyenda negra, pero hoy en Ucrania estamos viendo el mismo comportamiento de los soldados rusos…
R. La destrucción, la violación y la matanza de civiles son algo que se ve como casi normal por parte de las tropas rusas, jóvenes de 18 años. A menudo hablo de una teoría de la opresión que dice que los oprimidos, los que están obligados a sufrir, generan más opresión todavía. Y esto ocurre con los reclutamientos. En Rusia ha habido años con 5.000 suicidios anuales dentro de las fuerzas militares debido a las condiciones a las que se enfrentaban.
Es un régimen que trata a su propia gente casi tan mal como al enemigo, y eso se dio en la II Guerra Mundial, con pérdidas masivas e innecesarias sufridas por parte del Ejército Rojo. Los soldados se vieron obligados a salir a la tierra de nadie en medio de la noche para arrancarles los uniformes a sus compatriotas muertos para poder reutilizarlos. Esto fue terrible para ellos y cuando llegaron a Alemania sacaron su ira con las mujeres alemanas en las violaciones masivas ya famosas. Tristemente estamos viendo eso mismo hoy en el escenario ucraniano y cómo los soldados sacan su ira y lo pagan con inocentes.
P. Estos meses estamos viendo también muchas comparaciones entre Putin y Hitler. ¿Cree que hay algún tipo de paralelismo entre sus acciones y comportamientos?
R. Hay que tener muchísima cautela a la hora de hacer paralelismos históricos. En los años 30 Reino Unido y Francia no podían creerse que alguien pudiera estar dispuesto a provocar un conflicto europeo como la I Guerra Mundial. Pero Hitler tenía una determinación absoluta. Lo mismo hemos hecho con Putin: no nos imaginábamos que hoy en día alguien pudiera iniciar una guerra tradicional como las que hemos visto este siglo en Siria o Chechenia. Hay que tener mucha cautela sobre cómo le juzgamos y con la manera en que distorsiona la historia, presentando a los ucranianos como si fuesen una extensión de la invasión nazi de la URSS. Más que paralelismos con Hitler, habría que hablar de ecos o rimas. La historia nunca se repite.