—“Es conveniente que se instruya siempre a la servidumbre acerca de la manera correcta de llamar”.
—“La democratización de internet es el gran hito de las telecomunicaciones en los últimos años”.
Un siglo separa a estas dos frases, ligadas a dos momentos concretos en la historia de Telefónica, y son ilustrativas de cómo la compañía ha evolucionado a la par que la sociedad española en todo este tiempo. Es más, en cierta medida la “teleco” que este año celebra su centenario ha contribuido a impulsar esos cambios, ya que la tecnología tiene un fuerte impacto en los modos de comunicarnos, relacionarnos y concebir el mundo.
La primera frase aparecía escrita como intertítulo en un vídeo grabado por Telefónica en 1926 —eran los tiempos del cine mudo— para explicar a sus clientes las bondades del teléfono automático, entonces un producto de lujo al alcance de pocos. En la pantalla se ve a una criada con uniforme y cofia aprendiendo a girar el dial bajo la atenta mirada de su señor. “No hay nada en el uso del teléfono automático que no pueda ser entendido al instante por cualquiera”, aseguraba la compañía.
Este vídeo puede verse en la nueva exposición permanente del Espacio Fundación Telefónica, en la Gran Vía madrileña, dedicada a la evolución de las telecomunicaciones. Titulada Exponencial. De analógicos a digitales, es una exposición que actualiza y mejora sustancialmente la versión previa que ha podido visitarse en los últimos doce años.
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La segunda frase con la que abríamos estas líneas se ha pronunciado este viernes precisamente en el acto de su presentación. La ha dicho Alejandro Alonso, experto en innovación tecnológica y evolución de red de Telefónica, que se ha atrevido a hacer un pronóstico sobre cómo serán los teléfonos móviles en el futuro: en lugar de ser un único dispositivo dentro del bolso o el bolsillo, estarán “distribuidos por el cuerpo” en forma de wearables (relojes, collares, pendientes, gafas, lentillas…) y, conjuntamente, crearán una experiencia de comunicación inmersiva. “Los contenidos no los vamos a ver, sino a sentir. Podremos sumergirnos en recuerdos grabados en vídeos inmersivos años atrás, así como en las películas o series que consumamos”, ha vaticinado.
En la presentación de la exposición ha estado también la antigua telefonista Carmen Palomar, representando la cara más humana de la historia de la compañía. Entrañable y solícita, la antigua “chica del cable” ha acaparado la atención de algunos periodistas y, sentada ante una vieja centralita, ha recreado cómo a finales de los años sesenta conectaba a los abonados con la línea a la que deseaban llamar.
A un ritmo exponencial
La exposición abarca desde los primeros teléfonos del siglo XIX hasta la llegada de Internet, la telefonía móvil o la inteligencia artificial, e indaga en el cambio de paradigma social derivado de la irrupción de cada tecnología. El título de la exposición, Exponencial, alude a la velocidad cada vez mayor a la que se suceden los cambios en el campo de las telecomunicaciones, un sector que ha evolucionado desde el telégrafo hasta las videollamadas en solo 150 años.
Entre las piezas históricas (80 de las 10.000 que atesora la colección de Patrimonio Histórico Tecnológico de la compañía), gráficos explicativos e instalaciones interactivas que pueden verse en la exposición, figura una réplica del primer teléfono de Graham Bell (1876). Aunque es considerado tradicionalmente su inventor, “en varios lugares se estaban ideando artilugios similares, como el de Antonio Meucci, que no consiguió el dinero suficiente para patentarlo”, explica María Brancós, jefa de exposiciones de la Fundación Telefónica.
También se exhibe uno de los dos teléfonos Gower Bell comprados en París en 1880 por Rodrigo Sánchez-Arjona, que le permitió comunicar su casa en Fregenal de la Sierra (Badajoz) con su finca en el campo, a 8 km de distancia. La instalación se convirtió en la primera línea telefónica rural de España y él, en un usuario pionero. Hoy lo llamaríamos early adopter —término con el que se designa a los primeros usuarios de una nueva tecnología—, pero en su pueblo lo llamaban sencillamente “el Brujo”, porque su afición a la tecnología parecía cosa de magia.
Se exhiben también distintos modelos de teléfonos fijos, desde el que usó Alfonso XIII para hablar con el presidente estadounidense Calvin Coolidge en 1928 en la primera llamada transatlántica de la historia, gracias al tendido de cable submarino (del cual también se expone un fragmento), hasta el Domo (1999), pasando por otros modelos emblemáticos como el de baquelita, el Góndola (1968), el Teide (1982) o el Forma (1992).
En la cara “invisible” de la comunicación es imprescindible toda una serie de máquinas que permiten conversar e intercambiar datos. Un apartado de la exposición muestra equipos como el sistema Rotary de conmutación automática (inventado en 1915), el Pentaconta (196) o el equipo de transmisión de datos TESYS (1978), uno de los mayores hitos en la historia de Telefónica, ya que creó un sistema innovador para la conmutación de datos mediante paquetes, usando la Red Especial de Transmisión de Datos (RETD). Durante la gestación de este sistema, un equipo de ingenieros de la compañía visitó en Estados Unidos a los desarrolladores de la aún desconocida Arpanet, que sería la semilla del futuro Internet.
Siguiendo el recorrido de la exposición, vemos artilugios hoy obsoletos como el fax, el hilo musical, el mensáfono o buscapersonas, el contestador automático o el primer datáfono, que situó a España a la cabeza mundial del despegue comercial de las tarjetas de crédito y débito.
En la parte central de la exposición, dos de los modelos más emblemáticos de cabinas de teléfono plantan cara a los teléfonos móviles que acabarían con ellas. Desde el primer teléfono móvil instalado en un coche en 1980 hasta la irrupción del iPhone en 2007, se muestra una selección de algunos de los modelos más icónicos de aquellos años, mientras la sección “Arqueología de la red” rescata la apariencia que tenían en los años noventa las primeras páginas web.
En la parte que explica los ultimísimos avances tecnológicos, hacen acto de presencia la computación cuántica, la web 3.0 y la softwarización de la red de telecomunicaciones. A grandes rasgos, esto último consiste en hacer que los elementos de la red dejen de basarse en aparatos con un hardware (los elementos tangibles) específico y en su lugar emplear un hardware lo más genérico posible para permitir que la red sea definible mediante software.
Esto permitirá tener una red más dinámica, programable, eficiente y autónoma, que además se abrirá a los desarrolladores, que se comunicarán directamente con ella para configurarla según sus requerimientos. En cuanto a sus posibles usos, por ejemplo, durante un partido de fútbol se podría configurar la red para que en las inmediaciones del estadio esta tuviera una mayor capacidad para procesar vídeo y mensajería.
Esta softwarización de la red supone “un paso más en la democratización de las telecomunicaciones”, opina Irene Bernal, directora de Producto y Estrategia de la nueva división Telefónica Open Gateway. “Abrimos la red para fomentar el progreso. Cualquier desarrollador podrá utilizar una parte de la red de Telefónica cuando quiera y como quiera de una manera muy eficiente y adaptada al servicio que quiere lanzar”.
Este viaje por la historia de las telecomunicaciones no se detiene en el presente, sino que nos invita a imaginar cómo será el futuro —no solo de la comunicación, también de la ropa, la vivienda, la educación o el trabajo—. Los futurólogos del pasado se equivocaban al imaginarnos hoy pasando las vacaciones en la luna o desplazándonos por la ciudad en coches voladores, por eso en esta ocasión los organizadores de la exposición, aliados con el colectivo Domestic Data Streamers, dejan en manos de los visitantes la tarea de "pintar" ese porvenir con ayuda de un generador de imágenes con inteligencia artificial.