En el pequeño municipio rural de Gerace, a unos diez kilómetros al sur de Enna, en el corazón de Sicilia, se construyó una modesta villa romana que estuvo ocupada entre los siglos II y V d.C. El sitio contaba con una casa de baños independiente, un gran almacén y hornos, estructuras datadas en su último periodo, cuando el lugar pertenecía a un tal Philippiani, como se puede leer en el mosaico del frigidarium, la sala destinada a los baños de agua fría de las termas. El yacimiento fue identificado en 1994 y desde 2013 los arqueólogos han realizado hasta seis campañas de excavación que han sacado a la luz diversas construcciones y materiales.
Las investigaciones han desvelado que el complejo termal quedó bastante dañado por un terremoto registrado en algún momento de la segunda mitad del siglo V y que hubo un intento fallido de reconstrucción. Se decidió entonces despojar al edificio de sus materiales reciclables, como los mármoles o las teselas, y rellenarlo de forma sistemática con recipientes cerámicos. En la zona del hipocausto, aledaña a la pared sur del tepidarium, los arqueólogos descubrieron en 2019 los fragmentos de cinco vasijas. Al no contar los baños con una letrina, hipotetizaron con que se trataba de cuencos para las necesidades íntimas de los usuarios.
El estudio en el laboratorio de uno de esos recipientes ha confirmado que se trata de un 'orinal portátil' de la Antigua Roma. A través de las técnicas de la microscopia, el equipo de expertos de las universidades de Cambridge y de Columbia Británica ha podido documentar en la superficie interior de la vasija la presencia de huevos de parásitos intestinales, concretamente del Trichuris trichiura o tricocéfalo, que tiene forma de limón. Estos hallazgos, que se acaban de publicar en la revista científica Journal of Archaeological Science Reports, confirman que en el recipiente se depositaron heces humanas.
Hasta ahora, la identificación de los orinales romanos se había basado casi exclusivamente en su forma —una cuestión discutible porque también se han interpretado como vasijas para el almacenamiento— y por su contexto arqueológico —por ejemplo, los descubiertos en una antigua letrina—, con la única excepción de un ejemplar hallado en Carnuntum, en Austria, cuya función como retrete sí se pudo confirmar con análisis científicos. El uso de estos objetos está documentado a través de las fuentes antiguas, que señalan que incluso podían estar elaborados con materiales lujosos como fluorita, ónice, oro y plata.
El 'baño portátil' de Gerace, con unas dimensiones de 31.8 centímetros de alto y 34cm de diámetro en el borde, tiene como decoración dos líneas onduladas y paralelas en su parte exterior. Según los investigadores, el tamaño apunta a que pudo haber sido utilizado para sentarse directamente sobre él, pero consideran que lo más probable es que se ubicase debajo de una silla de mimbre o de madera. En cualquier caso, lo más importante es que se trata del primer recipiente cerámico de todo el mundo romano en el que se han localizado huevos de parásitos a partir de concreciones.
Los tricocéfalos son un tipo de gusanos de unos cinco centímetros de longitud que crecen en los intestinos de una persona. Los huevos se mezclan con los excrementos humanos, por lo que terminarían expulsados en el orinal. Después, los minerales de la orina y las heces se acumularon formando capas en la superficie del cuenco, creando concreciones a medida que se usaba de forma continuada. "Ha sido realmente emocionante encontrar los huevos de estos parásitos 1.500 años después de que se depositasen", ha valorado Tianyi Wang, una de las coautoras de la investigación.
"Nuestro análisis de concreciones mineralizadas del interior de un recipiente cerámico romano de Gerace ha identificado la presencia de huevos de tricocéfalo, demostrando el potencial de la combinación de la parasitología y los estudios cerámicos para identificar antiguos orinales", resumen los investigadores en el artículo, en donde también señalan que este tipo de trabajos pueden contribuir a arrojar luz sobre la salud y la higiene, en este caso, de los habitantes de la villa de Sicilia.
"Este orinal procede de un complejo termal de una villa romana. Parece probable que quienes usaban los baños hubieran utilizado este cuenco cuando fuese necesario, ya que no había una letrina", ha detallado Piers Mitchell, el experto en parásitos que ha liderado el estudio en el laboratorio. "A partir de ahora, las vasijas romanas de los museos que presentan estas concreciones mineralizadas en su base pueden ser examinadas siguiendo nuestra metodología para ver si también fueron utilizadas como orinales".