Los arqueólogos siempre dicen que una de las mejores fuentes de información para sus excavaciones son los basureros: arrojan datos muy relevantes sobre lo que comían o cómo vivían los antiguos pobladores del lugar. A menudo son pequeños depósitos, por lo que rebuscar en el alcantarillado de un lugar tan emblemático como el Coliseo de Roma, inaugurado en el año 80 d.C. y que albergaría espectáculos hasta el siglo VI, sería algo así como sumergirse en una mina de oro de residuos de los romanos.
Eso es lo que ha estado haciendo durante casi un año un equipo de investigadores del Parque Arqueológico del Coliseo. Los hallazgos en los 70 metros de canales subterráneos del área sur del monumento analizados de restos de snacks y fruta consumida por los espectadores, de huesos de animales que participaron en el show e incluso más de medio centenar de monedas han sido presentados este jueves por la directora Alfonsina Russo y otros expertos en una conferencia titulada La hidráulica del Coliseo: Presentación de los nuevos datos de las investigaciones en los colectores del alcantarillado.
El proyecto de estudio de las cloacas y de los sistemas hidráulico y de drenaje del Anfiteatro Flavio, para el que se han empleado robots guiados, ha sacado a la luz un fascinante panorama sobre el contexto vinculado a los espectáculos. Los restos de animales salvajes como osos, leones, leopardos e incluso perros salchicha son el testimonio de su participación hace más de 1.500 años en los distintos tipos de juegos: estaban las venationes o caza de fieras; las exhibiciones de presas capturadas, como el desfile de la pompa circensis; o la utilización de animales salvajes en las ejecuciones de condenados a muerte, llamadas damnatio ad bestias.
La documentación arqueológica ha permitido recabar sobre todo información, a través de numerosos objetos y alimentos, sobre cómo era la vida en la ciudad del Tíber a principios del siglo VI y sobre los últimos años de espectáculos celebrados en el Coliseo, que terminaron en el año 523 d.C, cuando quedó abandonado y sus mármoles empezaron a ser saqueados —el anfiteatro se convertiría en fortaleza u hospital—. Los investigadores han descubierto muchas semillas y frutos como higos, uvas, melones, aceitunas, melocotones, cerezas, ciruelas, avellanas, nueces y piñones, así como restos de comida que los espectadores consumían en el graderío. Además, se han documentado restos de plantas decorativas como el laurel o el arbusto boj.
"El importante trabajo de investigación promovido por el Parque, en colaboración con los mejores institutos italianos e internacionales, ha permitido comprender mejor el funcionamiento del Coliseo en lo que respecta a la estructura hidráulica, pero también profundizar en la experiencia y los hábitos de quienes frecuentaban este lugar durante las largas jornadas dedicadas a los espectáculos", ha destacado Alfonsina Russo.
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Entre los hallazgos materiales se incluyen dados de juego, objetos de uso personal, como un alfiler de hueso trabajado, prendas de vestir, tachuelas —los clavos de las sandalias— o restos de revestimientos de paredes y suelos. También han encontrado los arqueólogos un conjunto de monedas de bronce del período tardío, "no menos de 53", además de un sestercio de oro dedicado al emperador Marco Aurelio y acuñado entre los años 170 y 171 d.C para conmemorar su primera década en el poder. Los investigadores apuntan que podrían haberse acuñado para ganarse el favor de la gente, como una campaña más de propaganda personal. Quién sabe si fue arrojada al público pero cayó en la arena, siendo luego empujada a las cloacas por la sangre de las bestias derribadas.