Hace unos 40.000 años, una comunidad de neandertales visitó de forma recurrente la cueva Des-Cubierta, una larga galería con forma de zigzag y de unos 80 metros de longitud ubicada en el actual municipio madrileño de Pinilla del Valle, en la Sierra. Pero no la utilizaron como campamento o para refugiarse, sino como espacio ritual. Allí depositaron un excepcional conjunto de cráneos con cornamentas de al menos 35 herbívoros de gran tamaño, como bisontes, uros, rinocerontes o ciervos, que fueron cuidadosamente tratados.
Los vestigios de la extraña y sorprendente actividad, que nunca antes se había percibido en ningún otro yacimiento, desconcertaron a los arqueólogos. Tras más de una década de investigación, por fin han logrado resolver el enigma: se trata de un santuario de caza, la primera evidencia "rotunda y clara" de una actividad ritual que implica capacidad simbólica en la especie neandertal, explica Enrique Baquedano, director del Museo Arqueológico y Paleontológico de la Comunidad de Madrid y uno de los autores de un artículo publicado este jueves en la revista científica Nature Human Behaviour que recoge los resultados del proyecto.
La cueva Des-Cubierta fue localizada en el año 2009 en el yacimiento del Calvero de la Higuera, en el valle del río Lozoya. Desde entonces se han realizado 14 campañas de excavación en las que se han hallado los huesos de un niño neandertal de entre 3-5 años, materiales líticos musterienses y los abundantes restos de fauna. La presencia de los cráneos —se les quitaron la mandíbula y el maxilar superior, luego los sesos y se dejó la parte con los cuernos o astas para utilizarlos como trofeos de caza— confirma que la especie que antecedió a los humanos modernos también tenía capacidad simbólica.
La investigación, liderada por el arqueólogo Enrique Baquedano, el paleontólogo Juan Luis Arsuaga, director científico del Museo de la Evolución Humana y codirector de los yacimientos de Atapuerca, y el geólogo Alfredo Pérez-González, contribuye a seguir iluminando esa brecha en torno a las capacidades intelectuales de los neandertales y el Homo sapiens.
"La gran pregunta de la paleontología es si nosotros, los Homo sapiens, somos la única especie de la historia con una mente simbólica, capaz de elaborar ideas, pensamientos, lenguaje para comunicarse, o si nuestros antepasados más cercanos, de los que hemos heredado algunos genes, los neandertales, también lo eran", reflexiona Arsuaga. "La respuesta se puede encontrar en este yacimiento de Pinilla del Valle, donde se ha descubierto esta acumulación única de cráneos de animales con cuernos y astas. Podemos decir que fue una conducta deliberada y colectiva que un grupo de neandertales repitió a lo largo de generaciones".
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El ritual
Los 35 cráneos identificados en el "santuario de caza" corresponden a bisontes (Bison priscus, 14), uros (Bos primigenius, 3) y otros bovinos (Bos/Bison, 11), ciervos (Cervus elaphus, 5) y rinocerontes de la especie Stephanorhinus hemitoechus (2). Según el estudio, las cabezas de los animales fueron despiezadas en un primer momento fuera de la cueva, probablemente en un proceso relacionado con el consumo de la carne, las lenguas y los ojos.
En un segundo momento, ya en el interior de la cavidad, los neandertales extrajeron los sesos rompiendo el hueso occipital y prepararon los restos animales para su exhibición en algún rito acompañado de pequeños fuegos. Esta hipótesis, defienden los investigadores, está respaldado por la gran cantidad de herramientas asociadas a la percusión identificadas en la misma capa estratigráfica, por las marcas relacionadas con la extracción de los maxilares y del cerebro y por la presencia de algunos fragmentos craneales aislados.
Las pruebas arqueológicas obtenidas hasta ahora no encajan con el resultado de una trampa natural, una guarida de carnívoros o una acumulación de restos provocada por el arrastre del agua. También descartan los científicos que se trate de una suerte de lugar de matanza o "carnicería" prehistórica debido a la ausencia de huesos con poco valor nutricional normalmente documentados en este tipo de escenarios, como los huesos largos.
"Los estudios sobre grupos modernos de cazadores-recolectores han mostrado que las cabezas de animales grandes fueron generalmente descartadas y no se llevaron al asentamiento porque eran pesadas y proporcionaban poco alimento", escriben en el estudio. "La introducción en la Cueva Des-Cubierta de los cráneos y no de otras partes de los cadáveres de mayor interés nutricional parece, por lo tanto, que fue deliberada y no estuvo relacionada con la subsistencia. Más bien parece que tuvo que ver con un uso simbólico".
Las dataciones radiocarbónicas han revelado que este ritual tuvo lugar entre hace 42.000 y 40.000 años, cuando los neandertales ya enfilaban su extinción. Los investigadores sugieren que se celebró durante siglos, e incluso milenios. "Hay una gran acumulación de sedimentos (más de 2 metros) a lo largo de la frecuencia estratigráfica del nivel 3 en la que se encontraron los cráneos", esgrime como explicación Enrique Baquedano.
La investigación ya no solo refrenda la singularidad del yacimiento de Pinilla del Valle para el estudio del Homo neanderthalensis, su modo de vida y su interacción con el paisaje, sino que abre un nuevo escenario sobre sus capacidades intelectuales. "Después de este descubrimiento podemos atribuirles plenamente a los neandertales la capacidad simbólica, y de ahí la importancia y su trascendencia internacional", sentencia Arsuaga.