Los dos hermanos sucumbieron a los efectos de una enfermedad infecciosa, quizá un brote de lepra o tuberculosis que se extendió por la antigua ciudad de Megido, en la actual Israel, un importante núcleo urbano en el II milenio a.C., con un imponente skyline de palacios, templos y estructuras defensivas, que controlaba parte de la Via Maris, la ruta terrestre que conectaba Egipto con Siria-Mesopotamia y Anatolia. Formaban parte de la élite porque fueron enterrados entre 1550-1450 a.C. en un área aledaña al gran centro palatino de la Edad del Bronce del lugar, justo al lado de una tumba que conservaba los restos de 17 individuos, joyas de oro y plata o decenas de recipientes cerámicos.
La sepultura de ambos hermanos, uno de entre 21 y 46 años, el otro rondaba la veintena, que fallecieron con una diferencia de alrededor de dos años y fueron reunidos de nuevo en su muerte, era menos lujosa, pero también contenía ricas ofrendas de fauna y cerámica chipriota. Sus cuerpos se hallaron durante unas excavaciones realizadas en el yacimiento en 2016 y el análisis de los huesos ha arrojado ahora importantes datos para estudiar los procedimientos médicos aplicados en la época. Incluso los más extraños como la que sería la evidencia más antigua de cirugía cerebral en el Antiguo Oriente Próximo.
En el cráneo del hermano mayor se ha documentado un raro caso de trepanación: poco antes de su muerte, un ducho cirujano le abrió en la parte frontal del cráneo un orificio cuadrado de 32x31 milímetros. Es probable que fuese ya un último intento desesperado para aliviar la presión y los dolores que sentía en la cabeza. Sin embargo, la intervención resultó insuficiente: el hombre murió durante la operación o como mucho sobrevivió unas horas o un puñado de días más. Este hallazgo, resultado del fascinante trabajo de un equipo de investigadores de Estados Unidos, Austria e Israel, se ha publicado este miércoles en la revista científica PLOS ONE.
Los análisis de ambos cadáveres, tal vez miembros de la realeza precisamente por haber tenido acceso a tratamientos que no habrían estado disponibles para la gran mayoría de los habitantes de Megido, han desvelado que los dos individuos presentaban varias anomalías esqueléticas. El hermano mayor mostraba otra sutura craneal y un molar adicional en una comisura de la boca, lo que sugiere que pudo haber tenido un raro trastorno genético del crecimiento óseo. Los huesos de los dos individuos muestran pequeñas evidencias de anemia por deficiencia de hierro sostenida en la infancia, lo que también podría haber afectado a su desarrollo.
No obstante, los investigadores señalan que la causa de la muerte más probable de ambos sujetos fue una enfermedad infecciosa, según han desvelado los análisis óseos. Un tercio del esqueleto de uno de ellos y la mitad del otro muestran porosidad y signos de inflamación previa en la membrana que cubre los huesos, lo que en conjunto sugiere que tenían casos sistémicos sostenidos de una enfermedad infecciosa como tuberculosis o lepra.
Medicina en la Antigüedad
"La lepra puede propagarse dentro de las unidades familiares no solo por el contacto directo sino también porque su propensión a contraer la enfermedad esté influenciada por su herencia genética", explica Rachel Kalisher, investigadora del Instituto Joukowsky de Arqueología y el Mundo Antiguo (Universidad de Brown, EEUU) y autora principal del estudio. "Al mismo tiempo, es difícil de identificar porque afecta a los huesos por etapas, y puede no ocurrir en el mismo orden o con la misma gravedad para todos. Nos resulta difícil determinar con certeza si estos hermanos padecieron lepra o alguna otra enfermedad infecciosa".
Los restos humanos se están sometiendo a más análisis en el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (Alemania) para resolver el misterio. De confirmarse, serían uno de los primeros ejemplos documentados de lepra en el mundo.
"Estos hermanos vivieron con algunos condicionantes patológicos bastante intensos que, en este periodo histórico, habrían sido difíciles de soportar sin riqueza y estatus", valora la bioarqueóloga. "Si formabas parte de la élite, tal vez no tuvieses que trabajar tanto, tal vez pudieses tener acceso a una dieta especial y tal vez pudieses sobrevivir a una enfermedad grave durante más tiempo porque tenías acceso a los cuidados". Y también a intervenciones complejas como la trepanación, un procedimiento documentado en lugares como Sudamérica o África para hace miles de años, pero poco habitual en el registro arqueológico de Oriente Próximo.
Uno de los principales objetivos del trabajo científico de Kalisher consiste en arrojar luz sobre las prácticas de la medicina antigua. ¿Por qué algunas trepanaciones fueron redondas y otras cuadradas o triangulares? ¿Cómo se realizaba la operación en cada zona? ¿Qué dolores eran los que se intentaban tratar? "Tienes que estar en una posición bastante terrible para que te hagan un agujero en la cabeza", reflexiona la investigadora. "A mí me interesa lo que podemos aprender al observar la literatura científica sobre cada ejemplo de trepanación en la Antigüedad, comparando y contrastando las circunstancias de cada persona que se sometió a la cirugía".
[Descubierto el lugar de origen de la peste negra, la pandemia más mortífera de la historia]
También espera que estos resultados muestren al público general que las sociedades antiguas no se regían necesariamente por el principio de "sobrevive el más apto": "En la Antigüedad hubo mucha más tolerancia y cuidado de lo que la gente se imagina. Tenemos pruebas de la época de los neandertales de que se cuidaban, incluso en circunstancias extremas. No trato de decir que todo era maravilloso —había divisiones de sexo y clase—, pero en el pasado, las personas seguían siendo personas".