En lo más profundo de la cueva de Es Càrritx, ubicada en el barranco de Algendar, en el sur Menorca, alguien escondió un conjunto de artefactos de madera como tazones, peines o cucharas, recipientes cerámicos y objetos de bronce. Antes de cubrir el hoyo, se depositaron en el centro unos pequeños tubos que contenían mechones de pelo rojizo, teñidos de forma intencionada, que probablemente pertenecían a los chamanes de la comunidad. La ceremonia se celebró hace unos 3.000 años, en un momento en que las poblaciones de las Islas Baleares estaban presenciando cambios demográficos y alteraciones en sus rituales funerarios. Quizás un grupo de individuos que se agarraban a sus antiguas tradiciones hicieron esta ofrenda con la esperanza de que se restableciese el orden social en un futuro cercano.

Pero lo que en realidad ha revelado el análisis de esos restos de cabello de principios del I milenio a. C. es la primera evidencia directa de consumo en Europa de drogas vegetales y plantas psicoactivas. Es decir, en la Edad del Bronce ya se tomaban sustancias alucinógenas derivadas de plantas y que fueron utilizadas seguramente en ceremonias rituales. Esa es la principal conclusión de un estudio realizado por investigadores españoles, liderados por Elisa Guerra-Doce, de la Universidad de Valladolid, y publicado este jueves en la revista Scientific Reports.

La cueva de Es Càrritx, descubierta intacta por los espeleólogos Pere Arnau y Josep Márquez en 1995, fue ocupada por primera vez hacia 1600-1500 a. C. Un siglo más tarde, una sala de la entrada se convirtió en un espacio funerario que estuvo en uso durante casi 600 años e incluso por distintas generaciones de una misma familia. Las excavaciones en el sitio han documentado los restos óseos de más de doscientos individuos de ambos sexos y de todas las edades a excepción de fetos y bebés menores de tres meses.

Interior de la cueva de Es Càrritx. ASOME-UAB

Detalle de uno de los mechones de pelo analizados en el estudio. ASOME-UAB

Entre 1100 y 800 a. C., se realizó in situ un singular tratamiento postmortem con el pelo de los fallecidos. Una vez depositados los cuerpos, se les cortaban mechones de pelo que luego se teñían de rojo y se introducían en unos pequeños tubos sellados con cuerdas que en algunas ocasiones fueron decorados con círculos concéntricos perfectos. Estos recipientes, por último, se dejaban, al lado de los cadáveres.



Pero el conjunto de objetos descrito más arriba se enterró mucho más al fondo de la cavidad. Allí se escondió, en recipientes de madera y en otros hechos con huesos de animales, el pelo de ciertos individuos que recibieron un tratamiento funerario diferente por algún motivo. No formaron parte de la necrópolis comunitaria. Los análisis de este material orgánico que normalmente no se conserva en contextos prehistóricos —el ADN, sin embargo, no ha permitido determinar el sexo de las muestras—, han desvelado la presencia de alcaloides, compuestos orgánicos nitrogenados producidos casi exclusivamente por vegetales. Los investigadores creen que el consumo de estas plantas/drogas fue efectuado por individuos con un conocimiento especializado como podrían ser los chamanes.

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Los autores del estudio han empleado cromatografía líquida y espectrometría de masas de alta resolución para evaluar la presencia de alcaloides como atropina, escopolamina y efedrina. Las dos primeras se encuentran de forma natural en la familia de las plantas solanáceas y pueden inducir delirio, alucinaciones y alteración de la percepción sensorial. La otra es un estimulante derivado de ciertas especies de arbustos y pinos que puede aumentar la excitación, el estado de alerta y la actividad física. Los resultados en el laboratorio han revelado la presencia de los tres alcaloides en tres muestras de cabello analizadas.

Peine de madera hallado en el conjunto de artefactos de la llamada sala 5 de la cueva. Peter Witte ASOME-UAB

El rastro de estos compuestos, que circulan a través del sistema sanguíneo y se incorporan a la matriz capilar, se puede identificar en la raíz de un cabello. Según explican los investigadores, la presencia de alcaloides seguramente sea el resultado de consumir de forma prolongada y bastante tiempo antes de morir, algunas plantas de solanáceas, como la mandrágora (Mandragora autumnalis), el beleño blanco (Hyoscyamus albus) o la manzana espinosa (Datura stramonium) y el pino común (Ephedra fragilis).

Pruebas directas, una rareza

Los autores sugieren que estas plantas medicinales pudieron ser ingeridas en ceremonias conducidas por un chamán. Existen evidencias de que en la cercana cueva de Es Mussol se celebraron rituales de este estilo a finales del II milenio a. C. —dos tallas de madera descubiertas en el sitio describen la cabeza de un hombre y una figura zooantropomorfa con lo que parecen astas de ciervo: los investigadores se preguntan si podría ser un precedente del dios celta Cernunnos—.

Hasta el estudio de estos mechones, el consumo de drogas vegetales en época prehistórica se ha reducido a evidencias indirectas en el registro arqueológico, como ciertos recipientes relacionados con su preparación, a restos botánicos y a testimonios gráficos. Por ejemplo, alcaloides del opio se habían detectado en cuencos de la Edad del Bronce del Mediterráneo oriental y de Iberia, donde el arco cronológico de su consumo se ha ampliado desde el Calcolítico hasta la Edad de Hierro. Compuestos alucinógenos también han sido documentados químicamente la América prehispana; mientras que en China se han hallado braseros de madera con elementos psicoactivos como el cannabis.

Un tazón y una cuchara de madera halladas junto al pelo de los supuestos chamanes. Peter Witte ASOME-UAB

"Los resultados presentados en este trabajo indican que varias plantas que contienen alcaloides fueron consumidas por las gentes de la Edad del Bronce de Menorca", escriben los investigadores en sus conclusiones. Interpretan, asimismo, que los círculos concéntricos de los recipientes de madera podrían ser ojos y, en última instancia, una metáfora de la visión interior relacionada con un estado de alteración de la conciencia inducido por las drogas.

"Es interesante que las sustancias psicoactivas detectadas no encajan con tratamientos para aliviar el dolor de condiciones paleopatológicas severas identificadas en la población enterrada la cueva de Es Càrritx", cierran los científicos. "Considerando la toxicidad potencial de los alcaloides encontrados en el pelo, su manejo, su uso y su aplicación representan un conocimiento altamente especializado, típico de los chamanes, que eran capaces de controlar los efectos secundarios de las drogas vegetales a través de un éxtasis que hizo posible el diagnóstico o la adivinación".