Letras

"La decadencia de Bilbao es imparable"

Jon Juaristi

28 febrero, 1999 01:00

"Llamarla mía y nada todo es uno/aunque naciera en ella y siga a oscuras" escribió Jon Juaristi en uno de sus poemas, "Patria". No podía ser de otra manera. Sin miedo, sin apenas esperanza, el ensayista y poeta la ha defendido del silencio y del terror. Ahora, además, vuelve a ella. A su patria chica, a ese Bilbao nostálgico y terrible que exploró en El chimbo expiatorio publicado en 1994 en una edición de apenas 738 ejemplares. Tras el éxito de El bucle melancólico, en el que desenmascaró las imposturas del nacionalismo vasco, Juaristi confiesa su aburrimiento y su rabia, al tiempo que sigue sintiendo, cada día más ardiente, esa "mano de hielo que atiranta/ yo no sé si el rencor o el desconsuelo".

-Explica en el prólogo de El chimbo expiatorio que se trata de un libro que debía a su ciudad, a su gente y a sí mismo. Cinco años después ¿sigue pensando lo mismo?
-Sí, era el libro que debía haber escrito. Creo que refleja las características de la época, del momento, pero no requiere todavía una transformación. Sigue siendo válido.
-¿Qué es El chimbo...?
-Es una historia de la frustración de una ciudad, es decir, es una historia de cómo una ciudad plural se convierte en una ciudad levítica, sin espacio para el libre pensamiento. Al mismo tiempo, es la historia de cómo una ciudad se reinventó el pasado a partir de la nostalgia o melancolía de un tiempo perdido. Bilbao es una ciudad que reaccionó mal ante la modernidad por factores como la concurrencia de demasiadas subculturas políticas, lo que impidió una autoidentificación clara de sus habitantes. También es una historia de la mala conciencia.

Un paisaje funerario
-Me gustaría que me explicara si es el libro que hubiese escrito después de El bucle melancólico.
-En términos generales, sí.
-Ahora, cinco años después, el Guggenheim, el nuevo auditorio... están cambiado el rostro de la ciudad que es la gran protagonista del libro, de ese Bilbao que usted en 1994 reconocía recorrer admirando "las cenizas del esplendor". También ha aumentado la crispación en la sociedad vasca. Si lo escribiese en estos momentos, ¿qué cambiaría en su análisis?
-En síntesis, el mismo, es decir, los cambios externos de la ciudad no han tenido reflejo en su talante ni en su renacimiento. Cuando Arzallus comparaba el Guggeheim con las pirámides de Gizeh, así, en plural, no le vamos a pedir que tenga una gran cultura egipcia, a pesar de ser un lapsus, era lo que pensaba: describía un paisaje funerario, pero no una ciudad plural que tuviera dimensiones culturales ni productivas.
-Es el suyo un libro sabio, duro y, en ocasiones, muy divertido. También nostálgico y demoledor. ¿En qué ha cambiado su memoria de la ciudad desde la transición a nuestros días?
-Mi memoria de Bilbao sigue siendo homogénea, no hay grandes cambios. Tuvo un gran esplendor, pero su decadencia es imparable por muchos puentes de Calatrava y mucho Gehry que haya.
-Afirmaba usted en "El bucle melancólico" que la sociedad vasca era rehén del nacionalismo. ¿Cree que Bilbao y quienes la habitan lo son también? ¿En qué grado y con qué consecuencias?
-No de forma distinta a la del resto de la sociedad vasca, aunque Bilbao tiene una importancia simbólica negativa para el nacionalismo. Arana odiaba Bilbao y esa aversión se conserva, aunque sea la ciudad más grande que gobierna el PNV. Aunque el nacionalismo vasco nació allí, es una ciudad donde han tenido gran importancia las opciones políticas no nacionalistas. Esa reticencia explica por qué las reformas nacionalistas de la ciudad han sido tardías; creo que han pretendido convertirla en un escenario operístico que celebre su gloria.
-También en El bucle... comentaba que el nacionalismo había reinventado el pasado. ¿En qué medida se ha reinventado el de Bilbao?
-Bilbao se reinventó su historia cuando las distintas regiones de España se reinventaban las suyas. El fin de siglo fue una época de gran actividad en ese sentido. Después no se ha vuelto a manipular. El nacionalismo prescinde de pasados míticos una vez que ya los ha instrumentalizado para alcanzar el poder y en la actualidad opta por un presente voluntarista.
-¿Cómo valora el último comunicado de ETA?
-Al contrario que el PNV, ETA ha sido siempre muy clara: la llamada tregua es tan sólo parte de la estrategia independentista, no un escenario de paz. Sí, es el PNV quien ha alimentado las perspectivas y las ilusiones..., pero ETA ha optado por seguir la estrategia del IRA, presionando y desgastando al Estado, sin éxitos espectaculares pero de manera ubicua y constante. Es otra forma de guerra contra el Estado y la población no nacionalista.
-Usted se ha significado en la denuncia de los errores y manipulaciones del nacionalismo. ¿En qué medida ha sido hostigado por unos y por otros? ¿Cómo se vence el miedo y la rabia?
-En estos momentos hay una cierta relajación de la tensión cotidiana sobre los que no estamos adscritos a ningún partido. Desde la tregua no hay acoso, aunque lo cierto es que yo he estado fuera del País Vasco bastante tiempo. Lo vivo con un enorme aburrimiento y desánimo, paliado ante los apuros que pasa el mismo PNV para salir de este bosque en el que se ha metido.

La dictadura abertzale
-¿Cree que en el futuro del país vasco es inevitable la dictadura social abertzale?
-El futuro es hoy, vivimos bajo una dictadura abertzale desde hace años.
-Explica en El chimbo que Bilbao fue un atroz laboratorio de la lucha de clases y que la literatura que se escribió en ella entre 1890 y la guerra civil estaba lastrada por el compromiso político. También lo está su poesía con su tiempo. ¿Cómo conviven y se influyen el poeta y el ensayista?
-Cordialmente. Gil de Biedma solía hacer un chiste sobre la necesidad de no confundir al poeta simbolista francés llamado Poe con el narrador americano del mismo nombre. Escribo poesía siempre como entretenimiento, en las horas libres, pero no es el objetivo central de mi escritura ni ocupa el primer lugar entre mis preocupaciones. En cuanto a su relación, lo cierto es que he procurado que mi poesía hablase de mi mundo y de mi tiempo, pero sin programa ni poética que sistemáticamente estableciera los principios que debían inspirarla.
-El éxito de El bucle melancólico y todo lo que lo ha rodeado ha supuesto ¿le ha impedido escribir sus versos? ¿Qué está preparando?
-Estoy a punto de mandar a la imprenta un nuevo libro de poemas sobre España, en el que he trabajado tres años. Se titula Expaña. En realidad, sólo me falta darle algún toque. Es una reflexión en verso desconsolada, poemas con referencias noventayochistas...

A vueltas con Expaña
-Fue un poeta tardío, que rápidamente fue encuadrado entre los llamados poetas de la experiencia. En uno de sus poemas explica cómo la poesía "me ha dado casi todo, o sea, el buen puñado de amigos que atesoro". ¿Por qué no me nombra a los que le son más cercanos?
-Prefiero no hacerlo, porque seguramente me olvidaría de alguien... En cuanto a lo de la poesía de la experiencia, no es mala compañía. Siempre he procurado escribir una poesía realista, con rigor lingöístico, que se entendiera y pudiera comunicar, que emocione y divierta al lector. Son tan pocos que se merecen que haga ese esfuerzo.
-¿Qué poetas jóvenes le interesan?
-Ahí tengo una verdadera laguna, leo muy poca poesía de poetas jóvenes. Sí me gusta Roger Wolfe o Luis Muñoz, o Carmelo Iribar.
-¿Qué lee en estos momentos?
-Un ensayo de Gadamer sobre el concepto de soberanía, extraordinario. Siempre le he seguido y me ha servido para mucho.
-La crítica ha descubierto en su obra poética resonancias de Unamuno y de Blas de Otero, le ha vinculado a Biedma... Quiénes de los poetas que amaba en su juventud le siguen siendo fundamentales.
-Vuelvo siempre a los poetas ingleses de este siglo, a los clásicos del Renacimiento y del Siglo de Oro español, y a algunos poetas de mi generación como ángel González o Gil de Biedma. Como dice el propio á. González, es una lectura inagotable. Uno vuelve siempre a un mismo poema y encuentra algo nuevo.
-Antes mencionaba la próxima publicación de "Expaña" pero ¿está preparando algún ensayo?
-Sí, una reflexión sobre los treinta últimos años de historia del País Vasco. En él intento dar las claves de interpretación para ver lo que ha pasado en el País Vasco y en España con el nacionalismo.