Letras

"Aquí no hay amigos de la casa"

Fernando Rodríguez Lafuente, Director del Instituto Cervantes

20 junio, 1999 02:00

Ilusionado, sereno y cauto, muy cauto, Fernando Rodríguez Lafuente afronta desde hace apenas un mes el reto de dirigir el Instituto Cervantes del siglo que viene. Un puesto a la medida de este profesor travestido en político que abandonó las aulas y el periodismo por la gestión. Orgulloso de su paso por la Dirección General del Libro, a pesar de las polémicas y sinsabores, Lafuente se ha puesto a trabajar, dispuesto, dice, a agitarlo todo "y a hacer mucho, porque si no, me vuelvo a lo mío". Lo suyo es la literatura, el cine, Borges, las vanguardias, Ramón... que ahora van a quedar en la sombra, mientras perfila planes y nombramientos con la nada secreta ambición de triplicar, en menos de dos años, los alumnos actuales del Cervantes.

D e él se ha escrito que es uno de los hombres más brillantes de la derecha (Umbral). También que estuvo en la diana del sector editorial por la propuesta de liberalizar el precio de los libros. Pese a todo, y más que nunca político -está bien entrenado-, su balance de la Dirección General del Libro es positivo.
-Con todas las cautelas de quien habla de su trabajo, pero con perspectiva: se establecieron las bases de una política de Estado para el libro consensuada por todos los grupos parlamentarios. A esto se llegó en febrero de este año, gracias a las mesas de trabajo convocadas por el Ministerio, donde se trataron asuntos clave, como el comercio exterior, el comercio interior y la fiscalidad, las políticas culturales y la propiedad intelectual. También se consiguió la primera edición del ISBN iberoamericano, que no existía, y sí en otras áreas, como el inglés y francés, y que en la actualidad contiene mil cien millones de registros. Fueron notables los trabajos en torno a la libre circulación del libro iberoamericano, que están muy adelantados; supongo que a lo largo del 2000 podremos verlo realizado. Y algo intangible, el reciente y creciente interés por el libro, su presencia en la vida cotidiana.
-¿Algún proyecto frustrado?
-Las melancolías las dejamos para la literatura.
-Los editores se enfurecieron con usted por el proyecto de liberalizar el precio de los libros. Los dejó contentos... Ahora parece que su nuevo puesto es mucho más tranquilo. Yo creo que no debería serlo, ¿y usted?
-Si ese concepto de tranquilidad es interior, puedo asegurarle que incluso en los momentos más polémicos esa tranquilidad continuó. Pero no hay cargo tranquilo, porque encima de la tranquilidad están las responsabilidades, y junto a ellas están las exigencias de los ciudadanos. Y este cargo tiene enormes responsablidades. No oculto que son bellas responsabilidades por todo lo que im-
plican de expectativas creadas en torno al Instituto Cervantes. Yo personalmente no tengo más aspiración que hacer algo; si no, me voy a lo mío, a mis cosas y mis libros.

El reto del año 2000
-¿Cuáles son los desafíos que asume en este momento? Por favor, sin palabrería hueca, con datos y fechas.
-Sin retórica: en la actualidad el Instituto Cervantes tiene cerca de 50.000 alumnos. Bien, creo que para el curso 2000-2001 la cifra tiene que estar en 100.000. Es un reto que quiero asumir. Porque además esa cifra, si conseguimos algo clave, la expansión de los centros asociados al Instituto, podría incluso triplicarse.
-Desde su creación, el Cervantes ha sustituido a la mitad de los directores de los centros ¿Qué planes tiene a ese respecto?
-En España, de manera secular, la sensatez es revolucionaria, y por lo tanto es bueno siempre dar los pasos justos y medidos, a la manera del poema gongorino. Con todo, sí le puedo decir que se va a a dinamizar la situación.
-¿Cuál es, a su juicio, el perfil del director ideal?
-Creo que debe ser un profundo conocedor de nuestra cultura y un gestor ágil.

En el futuro, Moscú y Pekín
-¿Cuáles van a ser las próximas sedes?
-Ahora la clave está en poder diseñar un mapa de la obligada presencia del Instituto en determinadas zonas del mundo y siempre, puesto que los recursos son los que son, mirando con una lupa enorme dónde se van a abrir. Los tres siguientes son Estambul, que para todos los que hemos soñado con Stevenson, y con Joseph Conrad, y con Poe y con Julio Verne, es la puerta de Oriente, con un halo mágico que no se debe perder ni siquiera en estos cargos; Berlín, ante esa recuperación de lo que fue una gran capital cultural hasta la llegada del nazismo, y Tokio, donde la demanda del español y de la cultura española es creciente.
-¿Y en el futuro?
-Sin duda, Moscú, donde el hispanismo es uno de los más notables y esforzados; probablemente después Pekín, donde la demanda del español está superando a otras lenguas de la comunidad europea y después también, sin ninguna duda, Estados Unidos y Brasil.
-Creo que Sao Paulo es uno de los centros que han tenido mayor crecimiento y el único en el que no se dan clases a alumnos sino a profesores.
-Sí, su crecimiento es maravilloso, pero tenga en cuenta que ahora que el español es obligatorio en la enseñanza secundaria brasileña hacen falta cerca de 200.000 profesores. También la consolidación del Mercosur dará un impulso absolutamente irreversible a la lengua española en todo el continente americano.
-Hablando de sedes, el PNV reclama ahora al Estado la de París...
-Ese es un asunto que lleva directamente Patrimonio del Estado.
-Su antecesor, Santiago Mora-Figueroa, planteó en la última reunión del Patronato que la lengua española "es el mejor aliado ante el desafío tecnológico". ¿No cree que en ese terreno estamos siendo colonizados por otras lenguas?
-Ahí Santiago tenía razón, además es un elemento de fortalecimiento del español. Las carencias seculares del español en tanto lenguaje de ciencia y de pensamiento han sido un cierto tópico. Una cosa es que existieran unas carencias desde el punto de vista de infraestructuras, de mentalidades, y otra que no existiera, aunque fuera de manera lateral o heroica, una comunidad de científicos en la vida universitaria española. La reciente exposición sobre un siglo de ciencia en España ayuda a superar una visión un tanto tópica de la vida cultural española. Por otro lado, en el reciente anuario de la lengua española en el mundo del Instituto Cervantes hay un dato que coincide con lo que usted señalaba, es decir, ¿el español retrocede desde el punto de vista del lenguaje científico y técnico? No. ¿El inglés entra en casi todos los terrenos? Sí, y entra en el francés, y en el italiano y en el alemán. De ahí el hacer especial hincapié en la recuperación de esa tradición más sospechada que conocida, y de tratar, por lo menos, de incentivar, apoyar y promocionar esa necesaria área de influencia. Y para eso de nuevo vuelve a ser imprescindible la cooperación con los países iberoamericanos.

600.000 visitas en internet
-Quizá uno de los retos actuales del Cervantes sea internet. Sin embargo, y como usted dijo en la presentación del Anuario, el español está perdiendo terreno en la red.
-Vamos por datos. El Centro Virtual Cervantes se presentó en diciembre de 1997 y a fecha de hoy ha tenido más de 600.000 visitas. ¿Sabe de donde viene el 40 por ciento? De Estados Unidos. Sin duda es necesario incoporar en internet muchos más elementos y materiales de información cultural en español, de literatura, de cine, porque en otros idiomas ya se ha hecho. Ahora bien, la forma de que el español esté en internet tal y como le corresponde por su número de hablantes estará en relación al desarrollo económico de las partes donde mayor número de hablantes hay, que es Iberoamérica -9 de cada diez hispanohablantes son americanos- para que dispongan de
ordenadores y de conexiones, como está pasando en Estados Unidos. El español crece en internet cuando crece la economía de Iberoamérica, porque en España se está alcanzando los niveles equivalentes a otros países europeos.
-En 1998 el Cervantes contó con un presupuesto de 5.472 millones de pesetas. El proyecto de Ley de los Presupuestos Generales del Estado contempla que esa cantidad ascienda a 5.818, un 6,3 por ciento más. ¿Es suficiente? ¿Qué proyectos habrán de postergarse?
-Este año está en torno a los 6.000 millones. Se trata de establecer primero de qué medios se dispone y luego los objetivos, y no al revés. Por otra parte, si con estos medios cumplimos esos objetivos, será el momento de solicitar una mayor dotación económica. Además, en este momento, el presupuesto permite ir abriendo nuevas sedes en lugares muy estratégicos pero es sustancial la colaboración del patrocinio de las empresas. Porque, como se ha demostrado a lo largo de esta segunda mitad del siglo, y con muy distintos gobiernos, la cultura es la avanzadilla de otro tipo de actividades, fundamentalmente económicas. De esto deben ser conscientes la sociedad española y las empresas implantadas en el exterior, lo cual también generará recursos para conseguir, insisto, de manera sensata, una mayor presencia del Cervantes en el mundo.
-Algo que sí ha conseguido la Real Academia Española.
-Sí. En este momento al Cervantes le vendrá muy bien una mayor presencia en la sociedad española, fundamentalmente en empresas con presencia exterior, y fuera de España una mayor labor de agitación y propaganda de las labores que se realizan y de las que se pueden realizar siempre en coordinación con el resto de los organismos públicos españoles que realizan actividades en el exterior. Ya se ha empezado a través una comisión interministerial. El segundo paso que debe darse ahora es presentarlo públicamente.
-La infatigable actuación de la Academia Española parece haberles robado protagonismo, ¿actúan de forma coordinada? ¿Tiene previsto el Cervantes colaborar en proyectos como el Banco de Datos?
-Precisamente acabo de reunirme con su director, Víctor García de la Concha. El dinamismo actual de la Real Academia, su modernización y sensibilidad ante una sociedad que cambia de manera constante es algo que debe elogiarse. La función del Cervantes es la difusión de la cultura y la lengua española. También el ser el modelo, la referencia de todos los modelos de la enseñanza del español como lengua extranjera y por lo tanto la relación con la RAE es de colaboración. Nosotros contamos fuera lo que se investiga y se analiza dentro, y en esa actividad interior ocupa un primer lugar la Academia, que es el punto de referencia de la lengua española.
-Mencionaba usted una reunión con García de la Concha.
-Sí, para preparar programas de colaboración conjunta siempre en este sentido.
-Nuestra lengua, decía ante el patronato el ministro Matutes, "necesita más constancia y más coordinación entre los países hispanoame-
ricanos". Sin embargo, el Cervantes sólo tienen abierta en estos momentos la de Sao Paulo. ¿No sería útil una mayor presencia?
-Bueno, esa labor la tiene encomendada el Instituto de Cooperación Iberoamericana, pero en las últimas semanas recientemente el Cervantes ha firmado un acuerdo con el Instituto Méxicano de Cooperación Internacional. Estamos en conversa-
ciones para firmarlo con Argentina y con el resto de naciones iberoamericanas que tengan actividades culturales en el exterior para presentarlas de manera conjunta. Nuestra relación con Iberoamérica va a ser mayor y más estrecha en los próximos meses.

¿Los de siempre?
-En 1998, el Cervantes organizó 3.415 cursos, es decir, un 20 por ciento más que el año anterior, y 2.246 actividades culturales: ¿por qué seguimos teniendo la sensación de que siguen yendo los mismos? ¿Tan pobre es el panorama cultural español, o estamos mal informados?
-Yo creo que nunca están mal informados. Muchas veces hay que llevar a cabo una labor de mayor información. Por ejemplo, puedo señalar lo que ocurría en la Dirección General del Libro: los escritores que viajaban eran los solicitados por las instituciones que organizaban los actos. Hablando ya del Cervantes, yo creo que el éxito de Munich, que fue recogido de manera precisa y certera por EL CULTURAL, significó ese tono de pluralidad que tiene la sociedad española. Aquí no hay amigos de la casa, aquí hay creadores españoles. Y nada más.
-El pasado año el Cervantes dedicó algunas de sus actividades a conmemorar a Felipe II, Lorca y el 98: En medio de la aparente improvisación general, ¿tienen previsto algo en relación a Velázquez y a Carlos V?
-Estamos preparando un programa en el que intervendrán, entre otros, Joseph Pérez y Fernández álvarez. El Cervantes celebrará también un centenario que me es particularmente cercano, el de Borges, con conferencias y exposiciones en Alemania y Roma. Y estamos preparando los programas para el centenario de Buñuel. El Cervantes tiene que aunar la tradición y la contemporaneidad de la cultura española.

Jóvenes sin conocimiento crítico
-Como director del Instituto Cervantes, ¿qué le parece la política de normalización lingöística llevado a cabo por la Generalitat?
-España posee uno de los patrimonios lingöísticos y literarios más deslumbrantes de Europa, por sus cuatro lenguas y por sus cuatro litera-
turas. Eso es una riqueza. Lo demás habrá que verlo con cierta perspectiva histórica.
-Uno de las grandes apuestas de la ex ministra Aguirre fue el plan de reforma de las Humanidades. No lo consiguió. ¿Qué opina de los actuales planes de estudio? ¿No somos responsables de una generación casi analfabeta por ESO que usted y yo sabemos?
-Esa visión de "apocalipsis now" que hay sobre los jóvenes españoles habría que contemplarla también con cierta perspectiva porque lo que está ocurriendo en las sociedades de fin de siglo es una transformación en los hábitos cotidianos verdaderamente espectacular. Y esto ha pasado desde hace siglos. Cuando a veces no se tienen todos los elementos para definir una situación, se condena, así que tomémonos esto con cierta tranquilidad. Lo que sí es verdad es que hay un cierto ayuno desde el punto de vista de la formación en lo que es la expresión lingöística y lo que es un conocimiento crítico de la realidad, y quiero subrayar lo de crítico.
-¿No le parece grave que un niño, por el hecho de nacer y residir en una comunidad u otra acabe dominando los afluentes del Ebro mientras ignora la historia de España?
-Yo contestaría a eso con Cervantes, con el prólogo del Persiles: "Viajar hace a los hombres discretos"
-¿Es el nacionalismo, a su juicio, uno de los problemas esenciales de este fin de siglo?
-Uno de los grandes problemas del fin de siglo es la tensión entre una mayor libertad del individuo o una mayor presencia del Estado.

Ni frío ni calor
-Escribió junto a Ignacio Sánchez Cámara La apoteosis de lo neutro.¿Cree que define la situación actual del pensamiento?
-La apoteosis de lo neutro es el grado cero del pensamiento; es el viejo chiste del señor que llega a Nueva York, pregunta la temperatura y cuando le dicen que hay cero grados contesta: "Estupendo, ni frío ni calor". Y no. Esa es la clave del panfleto -panfleto en el noble sentido decimonónimo-, un escrito a favor de la libertad de expresión que denuncia la coerción que el pensamiento políticamente correcto lleva a la libre expresión de las ideas y que está en la línea de lo señalado por muchos ensayistas y profesores tanto europeos como norteamericanos y que podría casi resumirse en el polémico pero sugestivo libro del Canon occidental de Harold Bloom.
-Es también especialista en la obra de Ramón Gómez de la Serna. Para terminar, ¿es capaz de aplicar alguna greguería a su actual cargo?
-No, tengo algunas, pero podría decir algo de Automoribundia, que para mí es su obra maestra, la más concluida, la más terrible y divertida en ciertos momentos. Allí Ramón cuenta cómo para él la literatura era todo, y que eso es tan así, que la literatura es tanto su vida, que se deja la vida en la literatura, que por eso escribe en tinta roja, porque es la sangre la que se está dejando. Yo, sin llegar a ese dramatismo, porque las cosas hay que tomárselas con cierta ironía y cierta distancia, lo que sí querría recuperar de Ramón ahí es que la pasión, que una de las pasiones de mi vida, ha sido la presencia de la cultura española en el exterior.