Image: La novena de Beethoven

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Letras

La novena de Beethoven

Esteban Buch

23 enero, 2002 01:00

Beethoven, por Gusi Bejer

El Acantilado, 2001. Traducción de Juan Gabriel López Guix. 528 págs.24’01 euros

El mérito de este libro consiste en adelantarse al evento de la gestación del último movimiento de la sinfonía final de Beethoven mediante un minucioso estudio del surgimiento de los himnos nacionales

Hay piezas musicales que todos sabemos tararear, al menos en sus más conocidos episodios, y que por el unánime reconocimiento que suscitan pueden resultarnos desconocidas. No siempre lo que más se reconoce es lo que mejor se conoce. Y el último movimiento de la novena sinfonía de Beethoven requiere paciencia, sentido de la distancia, oído y frente despejados y, sobre todo, estudio para poderse abrir de nuevo a una recepción en la cual el goce musical hable aun a la inteligencia. El presente estudio contribuye de muy buen modo a esa comprensión al abordarla desde un ángulo muy determinado (la sociología de la música), y en referencia al género en el cual, finalmente, puede contextualizarse esa extraña pieza sinfónica . Ese género es el himno. Y habría que añadir también el himno nacional (para el caso el de ese concierto de estados-nación que ya imaginó el príncipe Metternich, y quizás, a su modo, el propio Napoleón Bonaparte). Himno de la (posible) Unión Europea, y eterna cita en toda confabulación ecuménica, constituye la quintaesencia de la pieza oficial que todos reivindican para sí desde su origen, de manera que la nómina de esa recepción por parte de los poderes terrenales es asombrosa en su unanimidad hiriente.

El mérito de este libro de Esteban Buch consiste en adelantarse al evento de la gestación de ese último movimiento de la sinfonía final de Beethoven mediante un minucioso estudio del surgimiento de los himnos nacionales. Se abre el libro con el célebre himno inglés, nacido en el siglo XVII, pero que poco a poco va ganando terreno en la opinión pública, en parte gracias a los corales de Häendel y a los esfuerzos de la monarquía inglesa, regentada por una dinastía de origen alemán, por implantarse en Gran Bretaña. Sigue el análisis de la célebre Marsellesa, y su uso durante las guerras de liberación por parte del poder revolucionario, que fue anticipada por otros himnos que daban escenificación del ideal de fraternidad de la Revolución; un ideal que sólo la música puede sugerir, como supo teorizar Rousseau. Y también el encargo del ministro del interior austriaco a Franz Joseph Haydn de un himno al emperador que fuese capaz de movilizar la resistencia contra Napoleón de todos los pueblos que forman parte del Imperio (y que en el siglo XIX se convirtió en el célebre himno alemán).

Poco a poco se van desbrozando así todas las complejidades ideológicas y políticas en las cuales la aventura hímnica de Beethoven se va encarnando, y que hallará su culminación en la última sinfonía, y sobre todo en el "Himno a la alegría" de Schiller, nacido en pleno ambiente revolucionario y reescrito en razón de los cambios de sensibilidad e ideología que en décadas posteriores se van produciendo.

Estamos ante un libro necesario, bien trabado y escrito, que nos va acercando a este aspecto importante para poder conferir contexto a las piezas musicales más emblemáticas. Y en particular a ese controvertido movimiento, tan aclamado en términos oficiales y populares, pero que, desde el principio, y todavía hoy, suscita dudas en razón de su propio atrevimiento: el de romper el canon de los géneros y de las especies en música, muy en la onda de una de las principales características del pujante romanticismo musical que el estilo clásico asume ya en el último Beethoven (el que sobrepasa su propio "estilo heroico").

Y es que pesa siempre la sospecha del pastiche, o de cierto carácter rapsódico, sobre un movimiento descomunal, gigantesco, pero que a los contemporáneos más avisados pudo parecer en ocasiones de "muy mal gusto". Pero que por lo mismo muestra su gran osadía: la de resolver a través de un género de raíces arcaicas, pero que Beethoven sabe insuflar de savia nueva, el género "tema y variaciones", una de las posibles resoluciones al más espinoso de los problemas que desde Haydn y Mozart acechan al estilo clásico, y a su criatura más fidedigna, la "forma de sonata": el Finale (sinfónico, concertante o de música de cámara).

La invención de la sencilla melodía del "Himno de la Alegría" fue lo más costoso para su autor; a veces lo que parece más sencillo es lo más difícil de crear. Luego vino todo rodado, incluidas las más audaces y sorprendentes polaridades: desde la variación marcial, nada menos que en forma de "música turca", hasta el llamado (por Cooper) "fósil gregoriano", donde el himno de Schiller habla de un padre amoroso de más allá del firmamento estrellado (rúbrica y refrendo del "abrazo de millones" que hermana en la "chispa del Elíseo", la Alegría, a todos los hombres). Es un libro excelente en su esclarecimiento de uno de nuestros fetiches musicales más insignes; que es, también, una de las piezas musicales (me refiero a la Novena Sinfonía como totalidad orgánica) más interesantes y apasionantes.