Image: Guerra contra Irak

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Letras

Guerra contra Irak

William Rivers Pitt y Scott Ritter

23 enero, 2003 01:00

Sadam Hussein, por Gusi Bejer

Trad. Juanjo Estrella. Ediciones B. Barcelona, 2002. 144 págs, 13’50 euros

Ritter pone de relieve la tradición política de Estados Unidos en materia internacional, no siempre errónea, aunque en ocasiones discutible, y va arrojando sus puntualizaciones técnicas y su escepticismo sobre la bondad de algunos presupuestos bélicos

"Oriente Medio se está convirtiendo en un campo de batalla que deshonra y corroe nuestra victoria en la guerra fría", escribió hace menos de tres años un analista político (David Wurmser) estrechamente ligado al American Enterprise Institute.

La cita que elijo de entrada no es gratuita. Y mucho menos inequívoca. Puede, incluso, ser leída como un golpe de humor. Muy en particular si se recuerda que hace justo (enero, 2003) doce años, la administración del presidente Bush (senior) logró coaligar a una serie de gobiernos occidentales y árabes (Arabia Saudí, por ejemplo) que castigaron la ocupación del mini-estado kuwaití por las tropas del ejército de la república de Irak. Aquello fue la Guerra del Golfo y todos recordamos también en qué consistió y cómo la coalición victoriosa que encarnó Estados Unidos no supo (¿no quiso?, ¿no pudo?) derrocar a Sadam Hussein.

La administración de Bush Jr. pretende desencadenar ahora otra guerra contra el tirano de Bagdad, luego de doce años de bloqueo de suministros vitales para la población de Irak y de control prolongado de los recursos nucleares, de armas químicas y biológicas, y de cualquier otro dispositivo amenazador del que pudiera disponer Sadam Hussein. Para el cumplimiento de tales fines, Naciones Unidas decidió crear la UNSCOM, dirigida entre 1991-97 por Rolf Ekeus, y entre cuyos expertos en armamentismo figuraba Scott Ritter. Rivers Pitt ha tenido el acierto de entrevistar a Ritter entre el 16-19 de agosto de 2002. Context Books dio a la luz en América el mano a mano entre el periodista y el experto inspector de armamentos americano. Y Ediciones B/grupo Z ha tenido el no menor acierto de editar la traducción al castellano de Guerra contra Irak.

Desde el principio hasta el final del documento sonoro aquí transcrito, Scott Ritter explica con claridad cómo y por qué es harto improbable que Irak sea depositaria de armas nucleares, químicas y biológicas, así como de los dispositivos para su lanzamiento adecuado contra un blanco hostil a la percepción husseiní (me temo que esquizofrénica) de las relaciones internacionales en general, y de aquéllas que desde hace medio siglo se han ido anudando entre nuestro hemisferio occidental y el mundo árabe-islámico. En consecuencia, una declaración de guerra a Irak, antes de la terminación de las tareas de los inspectores que se encuentran actualmente en ello, podría no sólo ser un crimen, sino también un error.

Ritter pone de relieve la tradición política/politológica de Estados Unidos en materia internacional, no siempre errónea, aunque en ocasiones discutible. Kennan y Kissinger serían dos representantes nítidos de aquella escuela y de la praxis que inspiró a partir de 1947-48. El protagonismo que poseen actualmente los neoconservadores americanos, bien enraizados en las Cámaras y en el gobierno mismo de Bush Jr., son los más conspicuos voceros del "partido de la guerra" contra Irak, no obstante estar pendiente la revisión del caso por resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, a pesar de las reservas mentales francesas (Chirac) o -como en el caso de Alemania- en cuanto producto de los términos de la coalición política Schroeder/Fischer.

Ritter va arrojando a lo largo de la entrevista sus puntualizaciones técnicas y su escepticismo sobre la bondad de algunos presupuestos bélicos, tal como el derecho a la autodefensa preventiva. Se detiene muy poco en superfetaciones de corte integrista como aquélla que habla de un Eje del mal en la plataforma geopolítica del todavía bisoño siglo XXI. Por el contrario, Ritter aboga por el diálogo renovado -con o sin intermediarios- para conducir a la sociedad iraquí hacia el sendero de una transición larga y costosa hacia su modelo propio de progreso equitativo y ponderado. El entrevistado da a entender que no va a ser fácil, sin embargo, desembarazarse del tirano que en tiempos no muy lejanos, tan encarnizadamente sirvió la causa anti-jomeinista de Ronald Reagan.

Ritter deambula evidentemente por arenas movedizas. El FBI, la CIA, y algún que otro agente secreto han intentado echarle un traspié, presuponiendo que sus puntos de vista desprendían un "tufo" de topo pro-iraquí enquistado en el seno de los servicios de inspección y espionaje americanos. Hasta ahora no se ha podido demostrar nada de esta suerte. Item más, Ritter reclama -suaviter in modo, fortiter in re, como gustaban decir los clásicos latinos- que él es un patriota; pero lúcido (añade de su cosecha el autor de esta página, rompiendo por una vez la regla del distanciamiento).

El libro se cierra con un apéndice insólito: lista completa de los senadores de Estados Unidos, con expresión de sus direcciones postales, números de teléfono y correos electrónicos. ¿Hay quién de más?