Juan Carlos. El Rey de un pueblo
Paul Preston, por Gusi Bejer
La publicación en 1993 de su monumental obra sobre Franco consagró a Paul Preston como el hispanista británico que mejor conocía la historia política del régimen franquista, y como un maestro del género biográfico. Posteriormente, el historiador aportó nuevos ejemplos de su saber hacer en Las tres Españas del 36 (1998) y en su notable Palomas de guerra (2001), ampliamente confirmado en esta nueva biografía del Rey de España.
La realización de una obra de estas características plantea no pocos retos al historiador profesional. El más importante es la escasez de fuentes primarias que permitan conocer de primera mano la evolución del pensamiento del biografiado. La única forma de paliar este déficit sería la entrevista personal con el interesado, pero desde la publicación de las conversaciones de Don Juan Carlos con José Luis de Vilallonga en 1993, la Casa del Rey ha restringido mucho el acceso al monarca. Con muy escasas excepciones, la correspondencia del biografiado de la que se tiene noticia aporta algunos datos sobre su vida personal, pero tiene un escaso interés político. No obstante, Preston aprovecha con habilidad los numerosos diarios y memorias de las personalidades que le trataron durante los años sesenta y setenta, redondeando este material con el que proporcionaban a Londres los diplomáticos del Foreign Office.
Una biografía de esta índole también entraña la dificultad de aportar una visión novedosa de un personaje sobre el cual existe una amplísima bibliografía, y que no es precisamente un desconocido. No obstante, el libro pretende descifrar los dos grandes enigmas que, en opinión del autor, rodean toda la trayectoria personal y política de Don Juan Carlos. El primero se refiere a la aparente resignación con la que este aceptó la decisión de Don Juan de enviarle a España en 1948 para ser educado a la sombra de su implacable rival, el General Franco, y las consecuencias que de ella se derivaron, incluido su nombramiento como sucesor a titulo de Rey en 1969 en contra de la voluntad de su padre. Las paginas más interesantes del libro son precisamente las que exploran con detalle la insólita relación triangular surgida entre estos personajes, en las que se demuestra que Don Juan Carlos se apartó de la disciplina paterna ya en 1966, y que el llamado “pacto de familia” del que hablara José María de Areilza (a quien se juzga con injustificada dureza a lo largo de la obra) solo existió en las mentes calenturientas de algunos juanistas.
Aunque menos definitiva que su biografía de Franco, esta nueva obra de Preston es de lectura obligada para todos los interesados en nuestra historia reciente
La gran paradoja, sin embargo, es que la monarquía de Don Juan Carlos no sería finalmente la de las Leyes Fundamentales, sino una monarquía parlamentaria similar a la preconizada por Don Juan en algunas de sus declaraciones públicas. El segundo enigma al que se refiere Preston es precisamente el hecho de que un príncipe “salido de una familia con tradiciones considerablemente autoritarias”, educado bajo la tutela de Franco, y atrapado por un sistema institucional diseñado para garantizar la continuidad del régimen, resultó ser un decidido impulsor del proceso democratizador. Sin embargo, el autor no acaba de pronunciarse sobre cómo, cuándo y por qué llegó Don Juan Carlos a la conclusión de que la Monarquía del 18 de julio debería transformarse en una monarquía parlamentaria de corte occidental si deseaba permanecer en la jefatura del Estado y perpetuar su dinastía. Parecería incluso que, dada la evolución de la sociedad española y el contexto internacional, su “conversión” a la democracia era poco menos que inevitable. ¿Acaso significa ello que su primo Don Alfonso habría hecho una contribución similar a la democratización de España de haber reinado?
En lo que a la etapa democrática se refiere, Preston, que padece una curiosa fascinación por los sectores más reaccionarios de la sociedad española, sobre todo los vinculados al ámbito militar, dedica un capítulo excelente al papel de Don Juan Carlos como “rey-soldado”, y a sus esfuerzos por contrarrestar la amenaza golpista. Sorprende, sin embargo, que no conozca el trabajo de Joel Podolny titulado The role of Juan Carlos I in the consolidation of the parliamentary monarchy, posiblemente el artículo más interesante publicado sobre el Rey en lengua inglesa, y que explora a fondo esta dimensión de su tarea democratizadora. Por último, resulta un tanto decepcionante que, en un libro de 671 páginas, el autor solamente dedique 32 a los años 1981-2002.
En suma, aunque posiblemente menos definitiva que su biografía de Franco, esta nueva obra de Preston es sin duda de lectura obligada para todos cuantos se interesan por nuestra historia más reciente.