Image: Juan Rulfo. Las mañas del zorro

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Letras

Juan Rulfo. Las mañas del zorro

Reina Roffé

2 octubre, 2003 02:00

Juan Rulfo, por Gusi Bejer

Espasa. Madrid, 2003. 310 páginas, 13’50 euros

Es éste el noveno título de la colección "Biografías", que retoma una tradición de Espasa-Calpe: la biografía de escritores españoles y hispanoamericanos. La argentina Reina Roffé se ha ocupado en este volumen de la figura de uno de los más problemáticos escritores latinoamericanos del pasado siglo, pese a la brevedad de su producción: Juan Rulfo.

No es la primera vez, ya que le debemos también Juan Rulfo: Autobiografía armada (Montesinos, 1992). No es sencillo enfrentarse a la personalidad de Rulfo, quien a través de varias etapas de su vida, no sólo se sirvió de "las mañas del zorro" para ocultarse de la opinión pública tras el éxito de su breve obra, sino que supo construir un personaje/pantalla, el Rulfo escritor, que ocultaba al hombre. Para ello se sirvió de las tretas de la literatura en los medios de comunicación convirtiendo declaraciones y entrevistas en una madeja difícil de desenredar. A ello se ha dedicado Reina Roffé, quien reúne, junto al dominio de las fuentes, su capacidad como novelista y permite devolver la biografía a la senda de la lectura sin despreciar la erudición y las nuevas fuentes. El libro, reiterativo en ocasiones, dado que se suman diversas fuentes, consta de una útil cronología, de bibliografía, filmografía y varios testimonios, especialmente escritos para este libro, de autores que tuvieron una relación más o menos íntima con Rulfo: Isidoro Blanstein, Margo Glatz, ángeles Mastretta, álvaro Mutis y Sergio Pitol.

Del autor de Pedro Páramo y El llano en llamas se desconoce el lugar exacto del nacimiento (él dio varios) e incluso la fecha (aunque se acepta la del 16 de mayo de 1917, en Apulco, próximo a San Gabriel, aunque fue registrado en Sayula). Todas estas poblaciones se encuentran en el estado de Jalisco, Guadalajara. El mejor testimonio del volumen es el de su hijo Carlos, quien viajó por aquellas tierras, armado de una cámara de video, a petición de su madre, Clara, tras el fallecimiento del escritor en 1986. Los habitantes de aquellos parajes, viejos peones que sobrevivían, recordaban tan sólo a su abuelo, el hacendado del lugar, que fue asesinado por la espalda en 1923, durante la feroz revuelta de los cristeros. En 1927, Juan y su hermano Severiano fueron internados en un colegio en Guadajara. Poco después fallecerá su madre y los niños quedarán bajo la tutela de la abuela materna. En esta zona infantil se descubren los temas de los relatos y de la novela, presididos por la muerte. La autora describe la evolución de Rulfo en el ambiente de Guadalajara, su amistad con Juan José Arreola y Antonio Alatorre, el papel de la revista "Pan" y de sus primeras colaboraciones literarias en "América". Cabe apuntar sus iniciales estudios en el Seminario, aunque ello no implique necesariamente la religiosidad de Rulfo.

Ya en 1935 se traslada a México D. F. apoyado por su tío David Pérez Rulfo, militar destacado. Aquejado de diversas dolencias, cuyos orígenes deben buscarse en su profundo y asumido sentido de la soledad, se analiza con exagerada atención la correspondencia amorosa con quien más tarde será su esposa, publicada con el título de Aire en las colinas. Cartas a Clara, prólogo, edición y notas de Alberto Vital (Debate, 2000), que abarcan los años 1946-1950, aunque se casaran en 1948. Pese a los detalles de la vida cotidiana de un Rulfo desordenado y desorientado, las informaciones no son relevantes. La autora define sus relaciones calificándolas de maternales, más próximas a una buscada camaradería que a la pasión. Eran años de constantes viajes por México vendiendo neumáticos de automóvil. La pasión por el viaje o por huir de su propia casa merecerían algunas reflexiones. Cuando es trasladado al departamento de publicidad de la empresa inicia la redacción de Pedro Páramo que finalizará en cuatro meses. Parece aceptable la versión de Arreola de su participación, con Alatorre, en la ordenación del material, en una noche. Resulta interesante el regreso de Rulfo a los lugares donde nació. Sin embargo, Rulfo declaró que: "En lo más íntimo, Pedro Páramo nació de una imagen y fue la búsqueda de un ideal que llamé Susana San Juan. Susana San Juan no existió nunca: fue pensada a partir de una muchachita a la que conocí brevemente cuando yo tenía trece años. Ella nunca lo supo y no hemos vuelto a encontrarnos en lo que llevo de vida": ¿Retorno a Dante? Roffé da cuenta de sus primeras lecturas, del descubrimiento de la literatura estadounidense, de la atracción por lo nórdico. Lamentamos que no haya dedicado mayor atención a su relación con los españoles: Buñuel, Xirau, aunque la información de Tomás Segovia resulte una de las varias novedades del libro. Destaca la relación cómplice de Rulfo y Onetti con el fracaso; la conflictiva con Octavio Paz; el papel iniciador de María Luisa Bombal. Se valora su actividad como fotógrafo, aunque apenas si se alude a su labor, desde 1962 hasta su muerte, en el Instituto Nacional Indigenista. Se da cuenta de tertulias y de cafés donde Rulfo escribía o meditaba, así como de la admiración de tantos jóvenes escritores. Gracias a Mempo Giardinelli, quien representaba a la editorial Bruguera en México y Argentina, descubrimos el último amor de Rulfo: "Cuando conocí a Juan -recuerda-, ya estaba relacionado con una chica que era mucho más joven que él". Les sirvió de correo durante años, hasta pocos días antes de su muerte, en una dramática visita que nos relata. En 1998, le recomendó que no publicara esta correspondencia a la discreta joven argentina. Accesible e inaccesible, ensimismado, partidario de reservar su mundo y su intimidad, la autora se pregunta: "¿Por qué Rulfo dejó que se lo acosara con preguntas sobre su próximo libro si no pensaba escribir o publicar nada más?" Y lanza la hipótesis de que sería, tal vez, por "el miedo al éxito". Pudiera ser acaso, por lo contrario; que estimara haber culminado su mundo y adentrarse en otros le producía el pánico que siempre mantuvo hacia una crítica negativa.

Fuese lo que fuese, la breve obra de Juan Rulfo es una de las cimas de la siempre nueva novela hispanoamericana. Ahora disponemos de una biografía que ha de permitir a los lectores adentrarse con facilidad en sus claves personales que constituyen las de sus textos permanentes.


EL RULFO EUROPEO DE NURIA AMAT
El Juan Rulfo (Omega) que dentro de unos días publica Nuria Amat es una biografía literaria. "He tratado de no hacer una crónica plana, aunque sí es una crónica. Me he centrado sobre todo en cómo consiguió escribir Rulfo lo que escribió, en cómo su vida influyó en su obra y también en cómo sus lecturas marcaron su vida. Es, en realidad, la biografía de un escritor sobre otro escritor", explica la autora. Amat añade que del mismo modo que Proust, Woolf y Becket escribieron sobre los autores que admiraban, "yo también lo he hecho para añadirlo a mi colección, en un doble sentido: a mi colección editorial (Amat dirige Omega) y a mi colección de biografías literarias". La pasión de Nuria Amat por Rulfo viene de lejos: "Mi tesina de Filología ya tenía a Rulfo como tema", recuerda, y aunque se trata de una biografía literaria, posee mucha documentación. "Tengo todo lo que se ha escrito sobre Rulfo, un baúl lleno a rebosar". Un descubrimiento:"al escribir sobre Rulfo he encontrado cosas que no encontré al leerlo, me ha llevado a reflexionar sobre el oficio de la escritura". Y una novedad: "En este libro, he traido a Rulfo a Europa, le he convertido en un autor europeo por vecindad. Rulfo hasta ahora estaba muy mal traducido en Europa, salvo en Alemania, pero ahora se le está traduciendo mejor. Yo lo comparo con Sebald, que también tenía esa vertiente de fotógrafo; con Robert Walser, que también vivía en un sanatorio; con la figura de Bartleby... Hay una relación enorme con autores que no había leído, o que decía que no había leído; he encontrado el lado europeo de Rulfo, he descubierto que no es descabellado compararlo con Kafka y extraer de esa comparación unas conclusiones que, aunque en principio podría parecer lo contrario, son más reveladores que descabelladas".


LAS LECTURAS DE RULFO
"Cuando redactaba Pedro Páramo mis amigos encontraban mi escritura muy falukneriana, y la crítica también ha señalado la misma influencia más tarde; pero lo cierto es que yo aún no había leído a Faulkner".

"No creo que Gabriel García Márquez esté influido por mí. Es otra cosa, muy original. Hay críticos que ven mi influencia por todas partes, pero yo no creo haber influido en nadie".

"El primer autor en influirme de verdad fue Knut Hamsun. Tenía 14 años cuando lo descubrí y me impresionó, llevándome a planos antes desconocidos, un mundo brumoso, nórdico".

"Cuando estalló la cristiada, el cura de mi pueblo puso a salvo su biblioteca en mi casa. Gracias a eso leí muchísimo, de Emilio Salgari a Alejandro Dumas".

"Lacan y la semiótica llevaron a la novela a un callejón sin salida, a la antinovela, a la escritura por la escritura misma. Pero se trata de una crisis pasajera. La novela no morirá. No hay nada que la sustituya".

Rulfo detestaba a Octavio Paz. Cuando se organizó en Alemania un congreso sobre literatura latinoamericana y sobre el autor de Pedro Páramo, al saber que el poeta estaba invitado, aseguró: "Si va Paz, yo no voy". Y Paz no fue invitado.